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Don Joaquin Garcia Icazbalceta*

Published online by Cambridge University Press:  11 December 2015

Alberto María Carreño*
Affiliation:
Member of the Academia Mexicana Correspondiente de la Real Española, Mexico, D.F.

Extract

On September 11, 1875, a select group of intellectuals met in the house of Don Alejandro Arango y Escandón. They came for the purpose of organizing and constituting in Mexico the Academia Mexicana Correspondiente de la Real Española. The group was made up of Don José María Bassoco, Don Alejandro Arango y Escandón, Don Casimiro del Collado, Don Francisco Pimentel, Don José Sebastián Segura, Don Manuel Peredo, Don José María Roa Barcena, Don Manuel Orozco y Berra, and Don Rafael Angel de la Peña. Also among them was a man in the prime of life : strong of body, with a kind but penetrating gaze, totally without affectation, yet extremely persuasive; his whole manner attractive and distinguished. What was he doing among all these others whom Fame had already made her chosen favorites, since this man always modestly recalled the fact that he had never had the opportunity of attending a public school? Yet that same gentleman was to become the very soul of this scholarly body, even though he insistently declared the contrary through the succeeding years; the succeeding years in which he was to mount that height in which his name would live both within and without our country from generation to generation. This genius in the world of letters was Don Joaquín García Icazbalceta.

Type
Research Article
Copyright
Copyright © Academy of American Franciscan History 1945

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Footnotes

*

This article was developed from an Address given by the Author before the Mexican Academy, at a Solemn Session in honor of the Fiftieth Anniversary of the death of Joaquín García Icazbalceta, November 26, 1944.

References

1 Memorias de la Academia Mexicana correspondiente de la Real Española, vol. IV, p. 4.

2 Cartas de Joaquín García Icazbalceta, compiled by Felipe Teixidor, pp. 4–5.

3 Ibid.

4 Ibid.

5 10 cms. by 8 cms.

6 A later copy is numbered: no. 3; and the address becomes No. 4.

7 Loc. cit.

8 Victoriano Agüeros: Biblioteca de Autores Mexicanos, vol. I, p. vii.

9 Loc. cit.

10 Ibid.

11 Carlos González Peña, Historia de la Literatura Mexicana (2a Ed., corregida y aumentada, México, 1940), p. 269.

12 Motolinía: Historia de los Indios de la Nueva España, trat. I, cap. 15, note of García Icazbalceta.

13 Acosta: Historia Natural y Moral de las Indias, lib. V, cap. 29, note of García Icazbalceta.

14 García Icazbalceta: Introducción to the Coloquios, pp. viii-ix and xxxvii.

15 MS. in the Achivo de la Academia.

16 Marcelino Menéndez y Pelayo, Historia de la Poesía Hispano-Americana, Vol. I, p. 39.

17 Memorias de la Academia Mexicana correspondiente de la Real Española, Vol. IV, pp. 6–7.

18 Memorias cit., Vol. IV, pp. 32–33.

19 Medina, La Imprenta en México, Vol. I, p. CCCV.

20 Teixidor, Cartas de Joaquín García Icazbalceta, p. 163.

21 Menéndez y Pelayo, Historia de la Poesía Hispano-Americana, Vol. I, p. 24.

Medina, La Imprenta en México, Vol. I, pp. CCCV-VI.

Agüeros, Biblioteca de Autores Mexicanos, Vol. I, p. IX.

22 Vigil, op. cit.

23 Agüeros, loe. cit.

24 Memorias de la Academia Mexicana, Vol. IV, pp. 43–49.

25

Aunque no puede ya mi débil mano
grabar el epitafio de adamante
que merece el insigne ciudadano,
Ni mi cansada voz deja que cante
al que en la humana ciencia fué portento
y en la divina caridad gigante,
Para abrazar aún me sobra aliento
la augusta cruz, que nuestra fe revela
y corona al marmóreo monumento:
Y las noches pasando en dulce vela,
hacerme guardador de su memoria,
y de su honor perpetuo centinela;
Y a quien pretenda mancillar su gloria,
ahuyentaré del caro mausoleo
armado con la Biblia y con la Historia.
* * * * *
Oh de los pobres cariñoso amigo!
De que tan bellas máximas seguiste
catorce lustros quién no fué testigo?
Quién no te vio las lágrimas del triste
secar con la bondad fascinadora
a que el pecho más duro no resiste?
Del enfermo endulzó la postrer hora
mil veces tu piedad, o de la muerte
detuvo la guadaña destructora.
Amargo lloro en tus haciendas vierte
de siervos la incontable muchedumbre
que en hijos de adopción tu amor convierte
Te lloran mil hogares, cuya lumbre
encendiste, trocando en alegría
del huérfano infeliz la pesadumbre.
Gime la aristocracia, y tu hidalguía
proclamando a la faz del Nuevo Mundo
encomia tu gentil sabiduría;
Que del vicio al embate furibundo
supiste resistir; y a la opulencia
unir, cual Salomon, saber profundo.
* * * * *
Feliz quien de su amor osó dar pruebas
a aquellos religiosos zapadores
que rompieron de México las glebas;
Y sordo a vituperios y loores
supo guardar incólume la fama
del primero y mayor de sus Pastores.
Yo la de él guardaré, mientras la llama
vital me anime, y le daré mi llanto;
y si algún necio su sepulcro infama,
lo cubrirá mi prelaticio manto.