Investigaciones arqueológicas desarrolladas en la quebrada del Río Las Pitas, Antofagasta de la Sierra (en adelante, ANS) permitieron la recuperación de objetos metálicos que conforman testimonios de la metalurgia del cobre en los Andes centro sur, contemporánea del denominado período Medio, 1450-1100 aP. Su particularidad reside en que proceden de un área marginal con respecto a los dos centros principales de la producción metalúrgica del momento, constituidos por Tiwanaku en el Altiplano boliviano y los valles mesotermales meridionales del centro este de Catamarca en el Noroeste argentino (en adelante, NOA; Figura 1), relacionados con el fenómeno de La Aguada (Cifuentes et al. Reference Cifuentes, Figueroa, Salazar and Mille2018; González Reference González and Goretti2012; Lechtman Reference Lechtman, Roberts and Thornton2014). Por lo tanto, pueden aportar al conocimiento de la variabilidad de los contextos sociales en los que se insertó la metalurgia y la circulación macrorregional de metales.
La metalurgia prehispánica del NOA fue objeto de diversos análisis que permitieron caracterizar al área como el centro de la producción del bronce estañífero en los Andes. Iniciada durante el período Medio, alcanzó su máximo esplendor en el seno de las sociedades complejas del período Tardío, 1100 aP en adelante, como parte del trabajo artesanal especializado (Angiorama Reference Angiorama2005; Tarragó y González Reference González2004). Sus manifestaciones pretardías más resonantes corresponden a los objetos de bronce vinculados al estatus y religiosidad Aguada que incluyen a las placas o discos, cuchillos y hachas ceremoniales en forma de T y con remates figurativos, de alta calidad artística, confeccionadas en cobre nativo o bronce (González Reference González and Benson1979; González Reference González2002).
Esta se asienta y es parcialmente contemporánea a una larga tradición en el trabajo de metales en el área encuadrada en las sociedades aldeanas agropastoriles que es menos conocida (Angiorama Reference Angiorama1995; Espósito Reference Espósito2009; Pifferetti y Bolmaro Reference Pifferetti and Bolmaro2007; Scattolin Reference Scattolin2019; Scattolin y Williams Reference Scattolin and Williams1992; Taboada Reference Taboada2018) y se remonta a los 3000 aP en un arco que abarca, además, el norte de Chile, el Altiplano boliviano y el sur de Perú (Cortés y Scattolin Reference Cortés and Cristina Scattolin2017). Sobre la base de diversos hallazgos y la presencia de los más importantes yacimientos de cobre en Argentina, Chile y Bolivia, se propuso que estas comunidades del centro-surandino serían las precursoras de la tecnología del cobre en los Andes, contribuyendo significativamente a ella (Cortés y Scattolin Reference Cortés and Cristina Scattolin2017; González Reference González and Benson1979, Reference González and Goretti2012; Núñez Reference Núñez and Lechtman2006). Entre los depósitos de cobre más importantes del NOA, destacan Capillitas en Catamarca y Famatina en La Rioja, que contienen sulfoarseniuros (enargita y tennantita) aptos para producir naturalmente cobre arsenical (González Reference González and Goretti2012; Lechtman Reference Lechtman, Roberts and Thornton2014). En consonancia, fue en los valles centro-orientales catamarqueños donde tuvo lugar un manejo temprano de esta aleación, al menos 1800-1600 aP (Pérez Gollán Reference Pérez Gollán1991), y el de mayor antigüedad en los Andes del bronce estañífero desde 1500-1300 aP (González Reference González2004). Ambas, junto a la triple aleación altiplánica cobre-arsénico-níquel, con propiedades mecánicas similares y diferencias expresadas principalmente en la ductilidad y el color (Lechtman Reference Lechtman1996), constituyen las principales de una variedad de ellas utilizadas por los metalurgos andinos.
El bronce estañífero y su rol en la distinción del estatus y las prácticas religiosas públicas de Aguada constituyen los íconos de la metalurgia del período Medio del NOA y la forma en que ésta es identificada en otros espacios por su singularidad (González Reference González and Benson1979, Reference González, Cruz and Vacher2008). En contraparte, han sido objeto de una menor visibilización y discusión tanto la producción y circulación contemporánea de objetos pequeños para el adorno personal e instrumentos para la modificación de otras materias, como el uso del cobre arsenical entre otras aleaciones, procedentes de contextos domésticos no necesariamente referidos a la ritualidad Aguada. Estas piezas incluyen hachuelas de cobre, agujas, cinceles, punzones, espátulas, ornamentos para tocados cefálicos y con perforaciones, pinzas con valvas ornamentadas o circulares con mangos largos y cortos, láminas tubulares, alambres, anillos, brazaletes cinta abiertos, alfileres, cuentas y plaquitas con figuras recortadas (Espósito Reference Espósito2009; González Reference González and Benson1979; Gordillo y Buono Reference Gordillo, Buono and Pérez2007). Por tanto, la consideración de estos objetos, similares en su estilo y composición a otros de ámbitos distantes del centro-surandino, complejiza el panorama de producción y circulación de los metales del NOA. Sumado a ello, la discusión de estos aspectos se ve limitada por vacíos de información en extensos espacios geográficos intermedios entre zonas más conocidas en ambas vertientes andinas (Texto suplementario 1).
En este trabajo nos proponemos contribuir al conocimiento de la metalurgia centro-surandina del cobre de la segunda mitad del segundo milenio aP, desde la Puna Meridional argentina, área nodal con datos escasos sobre el tema. Esto se realiza mediante el primer análisis morfológico, composicional y contextual de objetos metálicos puneños procedentes de la quebrada del Río Las Pitas, ANS. Esta extensa región se diferencia de otros espacios andinos contemporáneos por sus sociedades agropastoriles aldeanas igualitarias. Estas ejercieron un control simbólico del territorio en el que se distribuían residencias permanentes y estacionales, mediante la ritualidad anual y el culto a los ancestros, y fueron actores centrales en la articulación social y el tráfico de bienes e información mediante caravanas de llamas entre distintos pisos altitudinales y transcordilleranos (Babot et al. Reference Babot, Aschero, Hocsman, Haros, Baroni and Urquiza2006, Reference Babot, Baroni, Urquiza, Aguirre, Colaneri, Hocsman and Haros2009; Gonzalez Baroni Reference Gonzalez Baroni2013; Haber Reference Haber2001; López Campeny Reference López Campeny2009; Martel et al. Reference Martel, Zamora and Lépori2017; Urquiza y Babot Reference Urquiza and Babot2018). Este estudio nos permite plantear nuevas lecturas sobre la diversidad y alcance del fenómeno metalúrgico al definir los ensamblajesFootnote 1 (assemblages; De Landa Reference De Landa2006) que integraron los objetos metálicos en la sociedad agropastoril local y su integración a las redes de circulación de larga distancia de metales.
La metalurgia pretardía en el sector meridional del Noroeste argentino
En Argentina, los principales datos sobre la metalurgia del cobre anteriores al 1100 aP proceden de varios valles mesotermales situados al oriente de la Puna catamarqueña y, en menor medida, de áreas contiguas de las provincias de Salta y La Rioja —es decir, del sector meridional del NOA (Figura 1, Texto suplementario 1, Tabla suplementaria 1). Por el momento, es muy poco lo que conocemos para este período del sector norte de esta región, aún en áreas que luego cobrarían relevancia por su desarrollo metalúrgico o su riqueza mineral —Quebrada de Humahuaca, Jujuy y Puna Septentrional, Jujuy y Salta (e.g., González Reference González and Benson1979).
La mayoría de los objetos metálicos de esta cronología se encuentran en colecciones de museos de comienzos del siglo veinte. Tanto estos como los recuperados en excavaciones contemporáneas corresponden generalmente a contextos funerarios. Los más antiguos del NOA, y también de los Andes, son una máscara antropomorfa y una placa trapezoidal realizadas a partir de cobre nativo o bien de una mena combinada, procedentes del Valle del Cajón, 3057 ± 50-3001 ± 49 aP (Cortés y Scattolin Reference Cortés and Cristina Scattolin2017). Otro hallazgo temprano corresponde a fragmentos de una placa de cobre del Valle de Hualfín, 2550 ± 60-2000 ± 60 aP (Lamenza et al. Reference Lamenza, Desántolo, Drube, Calandra, Salceda and de Gómez Llanes2016:308-309). Los restantes se ubican entre 2200 y 1100 aP. Una proporción menor de objetos metálicos procede de espacios domésticos, coincidiendo mayormente con las cinco áreas de producción metalúrgica pretardías. Tres de ellas corresponden a sociedades aldeanas anteriores a los 1500-1400 aP y las otras dos datan de los tres siglos siguientes. Todas dan cuenta de una baja escala productiva y de algunas etapas de la producción, atestiguada por yunques, martillos, instrumentos de molienda, estructuras de combustión, minerales cupríferos, gangas, materiales vitrificados, escorias, metal, crisoles y fragmentos de ductos de hornos, entre otros. Los contextos aldeanos relacionados con el trabajo del cobre y Cu-Pb/Cu-Pb-As/Cu-As-Pb se ubican en el centro este de Catamarca en los sitios Yutopián, Valle del Cajón (1.775 aP; Scattolin Reference Scattolin2019) e Ingenio del Arenal-Falda del Cerro, vertiente occidental de la Sierra del Aconquija (1795 ± 36 aP; Scattolin y Williams Reference Scattolin and Williams1992; Taboada Reference Taboada2018) y la localidad de El Alamito, Campo del Pucará (1950-1560 aP; Angiorama Reference Angiorama1995; Pifferetti y Bolmaro Reference Pifferetti and Bolmaro2007). Los loci de producción metalúrgica del período Medio corresponden a los sitios Piedras Blancas (1230 aP), Valle de Ambato, Catamarca (Espósito Reference Espósito2009) y Molinos I, Valles Calchaquíes, Salta (1010 ± 50-950 ± 50 aP; Baldini Reference Baldini1992:7) en donde se elaboraron objetos de Cu-As/Cu-As-Pb y Cu-Sn-Fe-S-Ni, respectivamente. Otras aleaciones del período Medio incluyen Cu-Sn, Cu-As, Cu-As-Sn-Zn y eventualmente Cu-As-Ni (Fester Reference Fester1962; Fester y Retamar Reference Fester and Retamar1956; González Reference González and Benson1979, Reference González2002, Reference González, Cruz and Vacher2008), Cu-As-Fe (Gluzman Reference Gluzman2004) y Cu-As-Sn (González y Gluzman Reference González and Gluzman2007), que se obtendrían a partir de la reducción de sulfuros y arseniuros de yacimientos locales (Baldini Reference Baldini1992; González Reference González and Benson1979, Reference González, Cruz and Vacher2008).
Objetos metálicos en las cuencas puneñas meridionales
La metalurgia es en gran medida una incógnita en la amplia extensión abarcada por las cuencas puneñas meridionales que corresponden a la provincia de Catamarca, área limítrofe con el norte de Chile y nodo en la articulación transcordillerana (Figura 1). Laguna Blanca, en el borde oriental de la Puna Meridional, es la más próxima a los valles mesotermales. Delfino y colaboradores (Reference Delfino, Espiro, Díaz, Nielsen, Rivolta, Seldes, Vázquez, Mercolli and II2007) mencionan hallazgos —aún no publicados en detalle— de piezas y lingotes de oro y de base cobre en el sitio residencial Aldea Piedra Negra (1260 aP) y la ausencia de loci o materialidades asociados a la producción metalúrgica local. Asimismo, González (Reference González and Benson1979) cita unos 50 artefactos metálicos, entre brazaletes de bronce y adornos de oro y plata, recuperados en 81 tumbas del segundo milenio aP excavadas por Weiser en Laguna Blanca (Scattolin y Bugliani Reference Scattolin and Fabiana Bugliani2005).
En el interior de la Puna los datos son aún más exiguos. En la cuenca de Antofalla se describieron muy escasos ornamentos metálicos, en general muy fragmentados, entre ellos, un “cuchillo y un topo sin cabeza” (Krapovickas Reference Krapovickas1958:105), además de dos placas/pectorales grandes de oro integrando los acompañamientos mortuorios de individuos jóvenes o adultos en Tebenquiche. En ANS la pieza de base cobre más antigua es una campanilla piramidal procedente del sitio Las Escondidas, quebrada de Miriguaca. Numerosos materiales vitrificados se hallaron en su recinto 1 (2000-1700 aP). Los objetos metálicos del período Medio corresponden en su totalidad al sitio PP9 en la quebrada de Las Pitas. Además de los 17 artefactos analizados en este trabajo, un fragmento laminar de la Estructura 7 se recuperó sobreyaciendo a un contexto de producción de cuentas en mineral de cobre (2000-1100 aP; López Campeny Reference López Campeny2009). Este mineral es frecuente en PP9. También se hallaron un martillo lítico y materiales vitrificados (Figura 1; Tabla suplementaria 2). Otros objetos metálicos antofagasteños, igualmente escasos, datan del último milenio aP y de momentos posteriores al contacto hispano-indígena (Tabla suplementaria 2).
Objetos metálicos de Punta de la Peña 9 y metodología de análisis
La muestra analizada incluye 17 objetos metálicos procedentes del sitio Punta de la Peña 9, sector I (en adelante, PP9). Se trata de uno de los sitios residenciales anuales de las sociedades agropastoriles puneñas mejor conocido y más complejo en cuanto a su estructuración interna (Figura 2; Texto suplementario 2). Si bien PP9 fue ocupado a lo largo de los últimos dos milenios, el sector I presenta dataciones acotadas al segundo milenio aP (Babot et al. Reference Babot, Aschero, Hocsman, Haros, Baroni and Urquiza2006, Reference Babot, Baroni, Urquiza, Aguirre, Colaneri, Hocsman and Haros2009; López Campeny et al. Reference López Campeny, Romano, Rodríguez, Martel and Corbalán2014). Su estudio es relevante por corresponder al único sitio residencial del período Medio con presencia de metales en el interior de la Puna, siendo su número significativo en relación con otros asentamientos residenciales contemporáneos del NOA (Texto suplementario 1).
Los objetos metálicos analizados corresponden a contextos específicos dentro del sector I de PP9 (Tabla suplementaria 3, Figuras 3 y 4). Dos objetos (199.PP9I-E3, 1093.PP9I-E3) proceden de la clausura ritual del vano de entrada al recinto E3, ubicado en una posición central en el sitio. Este suceso se sitúa entre 1430 ± 60 y 1290 ± 70 aP, al término de su uso como corral (Babot et al. Reference Babot, Aschero, Hocsman, Haros, Baroni and Urquiza2006). Otros cinco (39.PP9I-E3, 219.PP9I-E3, 242.PP9I-E3, 265.PP9I-E3, 274.PP9I-E3) fueron hallados en derrumbes contra el lado interno del muro perimetral del recinto, en su última ocupación como patio, 1180 ± 70 aP, y luego de ésta, pudiendo corresponder, asimismo, a material desprendido del muro colapsado (Babot et al. Reference Babot, Aschero, Hocsman, Haros, Baroni and Urquiza2006). Los objetos 166.PP9I-DIO y 367.PP9I-DIO proceden de dicho muro. En este espacio se identificaron depósitos intencionales de objetos-DIO (ofrendas) correspondientes a un evento fundacional del recinto y a eventos de propiciación que incluyeron el sacrificio de camélidos durante la estación seca (agosto–septiembre) entre 1465 ± 29 y 1269 ± 29 aP (Babot et al. Reference Babot, Aschero, Hocsman, Haros, Baroni and Urquiza2006; Urquiza y Babot Reference Urquiza and Babot2018). Por fuera de los DIO, también se insertaron objetos aislados en relación con las mismas prácticas. Similares circunstancias se verifican en los intermuros entre E3 y la estructura funeraria EF1 (Babot et al. Reference Babot, Baroni, Urquiza, Aguirre, Colaneri, Hocsman and Haros2009) donde se recuperaron los artefactos 2037.PP9I-DIO y 414.PP9I-E3, y entre el recinto E5 y EF1 (ca. 1240 ± 50 aP o anterior) donde se halló la pieza 29.PP9I-E5 (Gonzalez Baroni Reference Gonzalez Baroni2013). De un contexto de manipulación de alimentos con presencia de partes humanas de E5 procede el objeto 140.PP9I-E5 (1250 ± 70 aP; Gonzalez Baroni Reference Gonzalez Baroni2013). En la estructura funeraria EF4 se colectaron pequeños fragmentos de metal (381.PP9I-E4; 1388 ± 45-1288 ± 40 aP; Gonzalez Baroni Reference Gonzalez Baroni2013), y la pieza 1.PP9I-E9 se halló en el depósito de residuos E9, 1277 ± 47 aP (AA115017; carbón; δ13C = −23,0%), potencialmente asociados a celebraciones. Finalmente, los objetos 72.PP9I-E10 y 104.PP9I-E10/R proceden respectivamente del recinto E10, un contexto inespecífico adyacente a una tumba, y del intermuro entre E10 y un reparo bajo un bloque con arte rupestre (R) con ofrendas (1465-1070 aP).
Los objetos fueron caracterizados mediante microscopia electrónica de barrido y análisis de energía dispersiva de rayos X (MEB-EDS) con el equipo E-SEM FEI Quanta 200 del Laboratorio de Investigaciones de Metalurgia Física, Universidad Nacional de La Plata. Se trabajó en las primeras mediciones con un analizador EDAX Apollo 40, y luego con el detector SDD Oxford X-Act y el software AZTecOne. Para efectuar los análisis de composición se realizó un pequeño pulido con una lima en un extremo de cada una de las piezas. Varias mediciones realizadas en los sectores libres de pátina se promediaron para obtener el porcentaje en peso de los elementos registrados en cada objeto (hasta el 0,1%w).
Resultados
Las piezas de metal analizadas incluyen ocho fragmentos pequeños de láminas de forma irregular, un fragmento no laminar, una placa de forma subcircular con dos orificios conservados en uno de los extremos, parte de la mitad de una pinza de valva circular, dos agujas, un cincel, un cincel o espátula y dos fragmentos de brazaletes angostos o pulseras (Figuras 3–5, Tabla 1, Tabla suplementaria 3).
Notas: No se incluye C, O u otros elementos de la pátina de oxidación como Mg, Al, Si, P, Cl, K y Ca. n = no detectado.
Los fragmentos de láminas metálicas son menores a 1,00 cm2 de superficie, presentan espesores entre 0,40 y 2,00 mm y pesos iguales o menores a 0,13 g. En su mayoría no puede distinguirse el tipo de objeto al que pertenecieron, aunque la forma redondeada de uno de los bordes de la pieza 2037.PP9I-DIO podría sugerir que formara parte de la valva de una pinza, semejante a la 414.PP9I-DIO. Sin embargo, sus dimensiones son muy pequeñas para confirmarlo. El fragmento 1093.PP9I-E3 también se diferencia por su borde curvo y redondeado y por su espesor. El fragmento no laminar (72.PP9I/E10), de forma irregular, tiene dimensiones similares a las de las láminas. La placa subcircular, por otra parte, tiene dos orificios de 0,50 mm, separados por 3,30 mm de distancia; otros dos semejantes podrían haber ocupado el extremo opuesto. Pesa 1,00 g y sus dimensiones máximas son de 17,50 × 15,90 mm. Probablemente fue empleada como un pendiente u ornamento adherido a alguna vestimenta. En cuanto a la mitad de la pinza, ésta se conserva en dos partes que pesan 1,10 g en conjunto. Una incluye los bordes de la valva circular y el mango corto y curvo de 6,60 mm de largo y 5,10 mm de ancho. La otra es parte del centro de la valva. En relación con las agujas, la número 219.PP9I-E3 presenta 34,60 mm de largo con un espesor de 2,38 mm y un sector adelgazado en punta de 2,00 mm de largo en uno de los extremos, con un espesor de 1,05 mm. La longitud original de la aguja debió ser mayor ya que el extremo opuesto al aguzado es irregular. Lo mismo ocurre con el extremo recto de la aguja 1.PP9I-E9, que conserva una longitud de 61,6 mm, un ancho de 2,5 mm y un espesor de 1,95 mm en el cuerpo, mientras que éste disminuye a 0,96 mm en el sector aguzado. La pieza 199-PP9I-E3 sería un cincel o posible espátula, dada su forma alargada con un extremo más ancho (8,65 mm) y el opuesto más fino (1,97 mm). Tiene además una leve curvatura en el centro de su eje longitudinal, tal como ocurre en algunos artefactos de este tipo y en su extremo ensanchado se observa una muesca central. El objeto tiene dimensiones reducidas, con una longitud de 36,80 mm, un espesor de 0,50 mm y un peso de 0,60 g. La pieza 166.PP9I-DIO es un cincel de 71,70 mm de largo, 49,00 mm de ancho y 3,83 mm de espesor con un extremo plano que presenta un reborde debido al posible martillado de ese sector, y la punta en bisel simétrico que se adelgaza en espesor (1,30 mm) y en ancho (23,00 mm). Por último, los fragmentos de brazaletes 29-PP9I.E5 y 104.PP9I-E10/R son de sección rectangular. El primero tiene una longitud máxima conservada de 36,80 mm, un ancho máximo de 9,30 mm y 1,50 mm de espesor. Su peso es de 2,90 g. Presenta una decoración grabada formada por trazos quebrados discontinuos en “V” de 0,60 mm máximos que delimitan un campo central de 3,00 mm en forma de zigzag. Pueden distinguirse puntos grabados en algunos sectores por fuera de este campo. El segundo fragmento de pulsera tiene 11,10 mm de largo, 88,00 mm de ancho y 1,03 mm de espesor. Pesa 0,70 g. A diferencia del anterior, y posiblemente debido a las distintas condiciones en las que fueron hallados, la pátina es gris oscura y no verdosa, aunque presenta algunas adherencias de este color. En el sector limpio se observa el tono cobrizo original. Su decoración también es grabada, con dos conjuntos de trazos en “V” en doble zigzag, con una separación de 2,50 mm. Por fuera del campo que delimitan y cercano a los bordes de la pieza se observan conjuntos de puntos grabados, similares a los que se encuentran poco visibles en el fragmento 29-PP9I.E5.
En lo que respecta a los contextos de hallazgo de los metales, el 58,82% (n = 10) del total se ubica en depósitos rituales domésticos —muro y vano de entrada de E3 e intermuros E3/EF1, E5/EF4, E10/R— correspondiendo mayormente a los objetos identificables y de mayor integridad —brazaletes, cinceles, pinza, placa con orificios, una aguja, tres fragmentos laminares. De las piezas restantes —cinco fragmentos laminares, el fragmento no laminar y una aguja— el 11,77% (n = 2) se halla en recintos entre tumbas (E5 y E10); el 17,65% (n = 3) en un patio (E3); el 5,88% (n = 1) en una sepultura (EF4) y el 5,88% restante (n = 1) en el depósito de residuos (E9; aguja).
En la Tabla 1 se detallan los resultados de los análisis de composición elemental realizados en los sectores libres de pátina de estas piezas. Con excepción del objeto 72-PP9I-E10 y el lote de fragmentos 381-PP9I-EF4 compuestos por cobre sin alear, el resto de las piezas fueron confeccionadas con cobre y arsénico, la mayoría en porcentajes que sugieren la intencionalidad de esta aleación —entre 1,60 y 20,00%w promedio (González Reference González2004). Dos piezas (1-PP9I-E9 y 39-PP9I-E3) presentan porcentajes promediados más bajos (0,4%-0,55%), que entrarían en la categoría de aleaciones arsenicales bajas (low-arsenic alloys) de acuerdo con Lechtman (Reference Lechtman1996). Sin embargo, más allá del predominio de la aleación Cu-As, se observa en este conjunto una gran variabilidad composicional, dada en parte por las diferencias en los porcentajes de As promedio, pero especialmente por la presencia de otros aleantes, como el plomo y el níquel. De acuerdo con estos criterios, proponemos cuatro grupos composicionales principales con variaciones internas que permiten definir en dos de ellos, grupos secundarios:
(1) Piezas constituidas por Cu-As (n = 7)
(1a) Cu-As (2,8%-5,6%), representado por cuatro piezas, sin otros elementos (29.PP9I-E5 y 274.PP9I-E3) o que además presentan impurezas de Zn (219.PP9I-E3) o Ag (199.PP9I-E3).
(1b) Cu-As (20%), representado por una sola pieza (242.PP9I-E3).
(1c) Cu-As (0,40%-0,55%), aleación arsenical baja, representado por las dos piezas mencionadas, con impurezas de Fe (39.PP9I-E3) o Ag (1.PP9I-E9).
(2) Piezas conformadas por Cu-As (3%-7%) y Pb en distintos porcentajes (n = 7).
(2a) Pb en bajas proporciones (0,11%-1,77%), representado por tres piezas: 1093.PP9I-E3, 265.PP9I-E3 y 104.PP9I-E10/R. Las dos últimas presentan porcentajes pequeños de Ag y en el caso de la 104, también de Bi.
(2b) Pb en altas proporciones (8,00%-23,44%), mayores a las de arsénico (aleación Cu-Pb-As), representado por cuatro piezas: 2037.PP9I-DIO sin otros elementos presentes, con Ag en los casos de 414.PP9I-DIO y 166.PP9I-DIO (que también tiene Bi) y con Sb en el de 367.PP9I-DIO.
(3) Pieza conformada por Cu-Ni (1,96%)-As (1,6%)-Sn (0,75%) (n = 1) (140.PP9I-E5).
(4) Piezas conformadas por cobre sin alear (n = 2): 72.PP9I-E10 con impurezas de Fe y 381.PP9I-EF4 con bajo porcentaje de S (0,91%).
Las composiciones de los grupos principales 1 y 2 reúnen gran parte de las piezas analizadas (n = 14) y a los objetos reconocibles, mientras que los grupos 3 y 4 (n = 3) sólo se conforman por fragmentos laminares o indefinidos. Debe destacarse que las piezas del grupo 2 y la mayoría del grupo 1 proceden de depósitos de ofrendas (en muros, intermuros y vano clausurado). Todos los artefactos del grupo secundario 2b, por ejemplo, se recuperaron en DIO en muros e intermuros del recinto E3. El contexto de hallazgo de las láminas de los grupos 3 y 4 es más variado y se trata de un enterratorio múltiple y de recintos entre tumbas.
Producción y circulación de metales en el NOA y Andes centro sur desde el caso antofagasteño
Se ha propuesto que los procesos metalúrgicos de mayor escala del período Tardío del NOA referidos al bronce ocurrieron en los valles mesotermales, tales como el de Yokavil y Calchaquíes, en el sector sur de la región, así como en la Quebrada de Humahuaca en el sector norte, mientras que la minería podría haber alcanzado tanto a los valles como a los yacimientos minerales situados en la Puna (Angiorama Reference Angiorama2005; González Reference González1992). Esta idea se sostiene en la disponibilidad del combustible necesario para la fundición en los bosques nativos de pisos de menor altitud (González Reference González1992). De este modo, los objetos metálicos formarían parte de un conjunto de bienes circulados desde sus centros de producción valliserranos/quebradeños hacia áreas distantes como la Puna. Al extender esta premisa al segundo milenio aP, basados en los registros de producción metalúrgica de los valles de El Cajón (Scattolin Reference Scattolin2019; Scattolin y Williams Reference Scattolin and Williams1992), El Alamito (Pifferetti y Bolmaro Reference Pifferetti and Bolmaro2007), Ambato (Espósito Reference Espósito2009) y Calchaquíes (Baldini Reference Baldini1992), y sumando a ello las evidencias de producción del área circundante al Salar de Atacama (cobre sin alear, sensu Cifuentes et al. Reference Cifuentes, Figueroa, Salazar and Mille2018) y del sector sur del Altiplano boliviano (triple aleación Cu-As-Ni, entre otras, sensu Lechtman Reference Lechtman, Roberts and Thornton2014), las piezas metálicas antofagasteñas podrían concebirse como elementos incorporados a los viajes pedestres y/o de caravanas de llamas que vincularon ecorregiones y pisos de diferente altitud, conectando ambas vertientes andinas. El tráfico se encuentra bien documentado en el nodo ANS (Babot et al. Reference Babot, Aschero, Hocsman, Haros, Baroni and Urquiza2006; López Campeny Reference López Campeny2009; López Campeny et al. Reference López Campeny, Romano, Rodríguez, Martel and Corbalán2014; Urquiza y Babot Reference Urquiza and Babot2018, entre otros) y en los espacios internodales aledaños (Martel et al. Reference Martel, Zamora and Lépori2017). Este puso en circulación diversidad de elementos para su inserción en diferentes prácticas de la sociedad agropastoril.
De este modo, el conjunto analizado en este trabajo, procedente de un espacio intermedio entre los valles mesotermales del NOA y la vertiente occidental andina, cobra relevancia porque contribuye a conectar los corpus de datos existentes en estas zonas y a documentar la espacialidad de las redes sociales de esta temporalidad asociadas al metal. Esto, sin embargo, no inhabilita considerar la posibilidad de una metalurgia local en ANS, aún no identificada, que incluyera la fundición y manufactura doméstica de algunas piezas metálicas, a partir del acceso a reservorios de metal confeccionados en otras regiones y circulados de ese modo a la Puna, o de la misma explotación de yacimientos altiplánicos cercanos, tales como los del distrito Antofalla (Pb, Ag, Zn y Cu) y los depósitos de Cu, Pb de La Borita-Mina Fénix (Salar del Plomo) y de Ag, Pb y Zn de La Hoyada (El Peñón) y Cerro Azul (El Quirquincho). Estos presentan una gran variedad de especies minerales de cobre, plomo, hierro, plata, bismuto y arsénico (Seggiaro Reference Seggiaro2006, Reference Seggiaro2007), algunas de las cuales han sido identificadas en distintos contextos de PP9 (Babot et al. Reference Babot, Baroni, Urquiza, Aguirre, Colaneri, Hocsman and Haros2009; López Campeny Reference López Campeny2009). Ahora bien, parecería probable, a partir de la diversidad de composiciones detectadas en las piezas de PP9, especialmente de las distintas aleaciones identificadas (Cu-As, Cu-As-Pb, Cu-Pb-As y Cu-Ni-As-Sn) y sus elementos minoritarios, que se hubieran empleado minerales provenientes de distintas menas para su manufactura, más allá de que ésta fuera o no, total o parcialmente local.
Las caracterizaciones de las aleaciones centro-surandinas (Tabla suplementaria 1; Figura 6) conforman un encuadre adecuado para comprender los espacios por los cuales circularon los objetos metálicos y ponen en evidencia las redes de interacción que vincularon a distintos ámbitos en la macrorregión así como las fronteras sociopolíticas (Lechtman Reference Lechtman, Roberts and Thornton2014). Además de los casos reseñados para el NOA existen numerosos análisis composicionales de metales de contextos mortuorios excavados durante el siglo veinte en torno al Salar de Atacama —Colecciones del Museo Arqueológico R.P. Le Paige, San Pedro de Atacama— que se compararon con similares materialidades procedentes del Altiplano boliviano y del NOA (Cifuentes et al. Reference Cifuentes, Figueroa, Salazar and Mille2018; Maldonado et al. Reference Maldonado, Rehren, Pernicka, Núñez and Leibbrandt2013, entre otros). Sobre esta base se propusieron dos focos principales de producción metalúrgica durante el período Medio en los Andes centro sur: Tiwanaku y el área de influencia Aguada (Lechtman Reference Lechtman, Roberts and Thornton2014). La aleación ternaria cobre, arsénico y níquel (entre un 2 y un 8% de estos elementos) se considera como un marcador tecnológico y cultural del Altiplano de Bolivia, al sur del Lago Titicaca, habiéndose recuperado objetos de esta clase únicamente en San Pedro de Atacama y Tiwanaku (Lechtman Reference Lechtman and Kolata2003; Maldonado et al. Reference Maldonado, Rehren, Pernicka, Núñez and Leibbrandt2013; Núñez Reference Núñez and Lechtman2006). Por su parte, el estudio isotópico del plomo en artefactos de estos sitios y de menas metalíferas en el norte chileno y boliviano indica que la materia prima procede mayoritariamente de depósitos afines a los del Altiplano y Alta Sierra boliviana, a 60 km de San Pedro de Atacama; sólo en tres casos corresponden a fuentes cupríferas cercanas a esta última localidad, como Chuquicamata y Chulacao (Lechtman y MacFarlane Reference Lechtman and MacFarlane2005; MacFarlane y Lechtman Reference MacFarlane and Lechtman2015; Maldonado et al. Reference Maldonado, Rehren, Pernicka, Núñez and Leibbrandt2013). No ha sido posible aún identificar la fuente o las fuentes probables del níquel empleado en esta aleación ternaria. Al considerar la dominancia de las firmas altiplánicas del cobre, se ha indicado que los metales de origen boliviano estructuraron las relaciones entre el Salar de Atacama y Tiwanaku. Además de la aleación Cu-As-Ni, las de Cu-As (no hallado en San Pedro de Atacama), Cu-Sn, Cu-Sn-As-Ni también corresponden al período Medio altiplánico (Cifuentes et al. Reference Cifuentes, Figueroa, Salazar and Mille2018). A su vez, en San Pedro de Atacama, sumadas a las mezclas Cu-As-Ni (As = 3,00%-%4,00%, Ni = 3,00) y Cu-Sn (Sn = 1,80%-%8,50), mayoritaria y secundaria, respectivamente, se detectaron combinaciones minoritarias, tales como Cu-Sn-As-Ni (Sn = 5,00%%-10,00%, As y Ni ≈ 1,00%), Cu-As-Ni-Pb, Cu-Sn-Ag, Cu-Ni-Sn-Ag, Cu-As-Ag, Cu-Ag, Cu-As-Ni-Sn-Sb, Au-Cu-Ag, Cu-Sb, Cu-As-Ni-Sn y cobres no aleados de alta pureza o con impurezas de plata, azufre, arsénico, níquel (<0,10%) y hierro (≈ 1,00). Estos últimos conformarían la tradición metalúrgica local de escala reducida asociada a categorías artefactuales regionales, tanto en el Salar de Atacama como en el área circundante que comprende a la costa desértica de Antofagasta en torno a Taltal hasta Caleta Huelén —con impurezas de Fe y Co (Cifuentes et al. Reference Cifuentes, Figueroa, Salazar and Mille2018; Maldonado et al. Reference Maldonado, Rehren, Pernicka, Núñez and Leibbrandt2013; Salazar, Castro, et al. Reference Salazar, Castro, Michelow, Salinas, Figueroa and Mille2010; Salazar, Figueroa, et al. Reference Salazar, Figueroa, Morata, Mille, Manríquez and Cifuentes2010; Salazar et al. Reference Salazar, Niemeyer, Horta, Figueroa and Manríquez2014).
Por su parte, las aleaciones más comunes presentes en el NOA para dicho momento (González Reference González2004; Pifferetti Reference Pifferetti1999, entre otros) son Cu-As, Cu-Sn, Cu-As-Sn, Cu-As-Pb y Cu-Pb (Figura 6, Tabla suplementaria 1). En su mayoría también predominan en el conjunto analizado de PP9 (n = 14), con particularidades propias de los elementos minoritarios detectados (grupos 1 y 2). Estos presentan una señal afín a la de los depósitos minerales puneños de Catamarca mencionados, y de Salta (distrito San Antonio de los Cobres; Blasco et al. Reference Blasco, Zappettini and Hongn1996). También son similares a las aleaciones metálicas de los valles orientales catamarqueños (Ambato, El Alamito y Falda Occidental del Aconquija), especialmente en el caso de las mezclas con Pb del grupo 2. Es de destacar que la aleación Cu-As-Pb-Ag se observó asimismo en la costa arreica antofagasteña chilena. Sin embargo, algunas variantes que contienen Ag, Zn, Bi y Sb no han sido registradas en el NOA o se identificaron en menor frecuencia, tal como la aleación Cu-As con bajos porcentajes de Ag (Valle de Yokavil), que también se detectó en sólo algunos objetos de San Pedro de Atacama (Tabla suplementaria 1). En cuanto a los cobres sin alear del grupo 4, además de conformar la metalurgia local atacameña, se registraron en los valles de Hualfín, El Cajón, Río Salado y Ambato. Menos común es la aleación con níquel hallada en PP9 (grupo 3), que, como mencionamos, sería característica del Altiplano boliviano y que sugiere un posible arribo desde San Pedro de Atacama, junto a otras piezas circuladas entre ambas vertientes andinas. En el NOA, se identificó níquel en bajos porcentajes en algunas aleaciones de Cu-Sn (e.g., Baldini Reference Baldini1992; Boman Reference Boman1908; González Reference González1959), pero es menos común en combinación con Cu-As. Únicamente conocemos dos piezas de bronce arsenical con trazas de níquel (parte de un adorno frontal y un brazalete) provenientes del Valle de Hualfín, que corresponderían a Aguada o Ciénaga (Fester y Retamar Reference Fester and Retamar1956; González Reference González1959). También se registraron cuatro piezas confeccionadas en una aleación cuproníquel: un artefacto aguzado proveniente de El Talar, Jujuy —Selvas Occidentales (Ventura Reference Ventura1985)— y dos brazaletes tubo y una pulsera del sitio Pueblo Viejo de Rodeo Colorado, Iruya, Salta —Colección Márquez Miranda, Museo de La Plata (Ventura et al. Reference Ventura, Florencia Becerra and Guillermina Oliveto2020). Mientras que la pieza de El Talar dataría de finales del primer milenio de la era, las otras serían más tardías. La presencia de este elemento en estos casos y en la pieza analizada en este trabajo es interesante, ya que son pocas las menas con níquel en los Andes (Lechtman y MacFarlane Reference Lechtman and MacFarlane2005). Los depósitos en territorio argentino (Figura 1) se ubican en la Puna jujeña (Purísima-Rumicruz), el sector oriental de la Cordillera de Santa Victoria (Mina La Esperanza y La Niquelina), Salta (López y Echeveste Reference López and Echeveste2012) y Famatina, La Rioja (Schalamuk et al. Reference Schalamuk, Angelelli and Palacios1989), regiones señaladas como áreas de extracción de minerales de cobre en tiempos prehispánicos (Angiorama y Becerra Reference Angiorama and Florencia Becerra2021; Callegari y Jacob Reference Callegari and Jacob2012; Ventura et al. Reference Ventura, Florencia Becerra and Guillermina Oliveto2020). También se localizaron depósitos con níquel en San Luis y la Sierra de Fiambalá, Catamarca (Villar y Segal Reference Villar, Segal and Zappettini1999). Sin embargo, aún no hay evidencias de la explotación efectiva de los depósitos con mineralizaciones de níquel para estos momentos y se hace necesario contar con datos experimentales para establecer si el procesamiento de estos minerales de cobre y níquel podría haber generado, intencionalmente o no, piezas con porcentajes similares a los identificados arqueológicamente en el área de Tiwanaku-San Pedro de Atacama o aquéllos menos frecuentes detectados en el NOA como el aquí presentado.
Objetos metálicos en la sociedad agropastoril puneña
Se ha sostenido que si bien existía una variedad de herramientas de metal (cinceles, cuchillos, hachas, pinzas, agujas, entre otros), la metalurgia del NOA desde inicios del segundo milenio aP estaba principalmente encuadrada en dos ámbitos, al igual que en el resto de los Andes, en donde se la ha definido como una “tecnología de comunicación” (Lechtman Reference Lechtman and Maddin1988). Dichos ámbitos incluían, en primer lugar, las ceremonias político-religiosas públicas, como soporte material para las ideologías, en particular las placas y discos, algunas hachas o cetros y campanas de sección oval, que alcanzaron el momento de contacto hispano-indígena según las fuentes etnohistóricas. En segundo lugar, la distinción del estatus de las elites a través de los objetos ornamentales que servirían de legitimadores de los estamentos de dominación en el marco de sociedades desiguales (González Reference González and Benson1979, Reference González2004; Maldonado et al. Reference Maldonado, Rehren, Pernicka, Núñez and Leibbrandt2013). Aquí deben incluirse asimismo los objetos “utilitarios/funcionales” que serían “herramientas de prestigio” (Gluzman Reference Gluzman2004). El incremento en la complejidad de las organizaciones sociales sería el marco de esta tecnología desde el período Medio en adelante en el NOA (González y Gluzman Reference González and Gluzman2007).
La vinculación entre los metales y el mundo espiritual habría mutado del ritual en la escala familiar-extrafamiliar en El Alamito, hacia el ceremonialismo público conducido por los jefes-sacerdotes Aguada —quienes podrían ser los metalurgistas (González Reference González2002)— durante el período Medio, asociado al culto felínico en ambos casos (Pérez Gollán Reference Pérez Gollán1991), para asumir un rol político-religioso durante el período Tardío (Tarragó y González Reference Tarragó and González2004). La simplificación de la iconografía en las placas tardías implicaría que el metal en sí mismo se encontraba asociado a lo sagrado, al tiempo que el aumento en el tamaño de estos bienes indicaría un incremento en la escala del ceremonialismo (González Reference González, Cruz and Vacher2008; Tarragó y González Reference Tarragó and González2004).
Sin embargo, para el período Tardío también se ha sostenido que una parte de la producción metalúrgica ocurría por fuera de los talleres de especialistas controlados por las elites, dependiendo del metal involucrado. Al menos algunos procesos metalúrgicos y la producción de algunos objetos de cobre y estaño se darían también en contextos domésticos (Angiorama Reference Angiorama2005; Zagorodny et al. Reference Zagorodny, Angiorama, Florencia Becerra and Josefina Pérez Pieroni2015). De igual modo, se propusieron miradas sobre la domesticidad de la metalurgia vallista del cobre durante el período Medio. Así se sostuvo que algunas etapas de la producción metalúrgica en Yutopián ocurrieron en un marco familiar (Scattolin Reference Scattolin2019), aunque la circulación de objetos de cobre podría estar destinada al grupo extrafamiliar o “la comunidad mayor de hogares dispersos”. De este modo, junto al metal operaron distintas escalas de cohesión social (Scattolin Reference Scattolin2019:96). En su análisis de los objetos metálicos del Valle de Ambato, también Espósito (Reference Espósito2009) propuso que en estas piezas se intersecaban diferentes escalas temporales, espaciales y sociales. Por un lado, se tiene el tiempo referido a las contingencias en las que participaron los objetos en sus usos cotidianos, las de sus historias de vida y las biografías de las personas que los usaron. Por otro lado, la larga duración que corresponde a los espacios destinados a la inhumación y los rituales de fundación y clausura, en donde los mensajes contenidos se fijaron trascendiendo el tiempo. Finalmente, el metal integró los depósitos sucesivos que dieron origen a los montículos sintetizando de este modo diversas escalas espaciales, temporales y sociales.
Las manifestaciones del metal de base cobre al interior de la Puna durante la segunda mitad del segundo mileno aP plantean algunas particularidades locales en el concierto de las propuestas planteadas para los Andes centro sur. En efecto, estos objetos integraron ensamblajes específicos dentro de la sociedad agropastoril puneña meridional. Por un lado y especialmente, la propiciación y la rogativa del grupo social corresidente como parte del ciclo anual agropastoril y en eventos de fundación y clausura, actos de reafirmación de la sociedad y su territorio. Los muros del corral/patio central, los intermuros con estructuras funerarias, depósitos de residuos, entre otros, constituyeron los espacios de propiciación participados por el metal, destacando aquellos cíclicos, de larga duración, referidos a la territorialización. Diferentes aspectos de esta materia discutidos por distintos autores (González Reference González, Stenborg and Muñoz1999 y referencias allí citadas) los harían apropiados para los actos votivos asociados a sentidos propios de estas sociedades. Quizá se incorporaron a ellos como una parte más del mundo agropastoril y sus relaciones sociales extendidas, lo que se verifica también en otros elementos que integran las ofrendas domésticas (Urquiza y Babot Reference Urquiza and Babot2018). Por otro lado, previo a ello pudieron insertarse en determinadas prácticas sociales de modificación de la materia en tanto herramientas y adornos o distintivos, quizá preservando sus restos para ofrendas luego de la rotura, como podría indicar la abundancia de fragmentos laminares. En este marco pudieron corresponder a la esfera de ciertos individuos, de la historia familiar en el caso de los fragmentos hallados en la tumba EF4 (al estilo de un marcador identitario o del linaje, sensu Cortés y Scattolin Reference Cortés and Cristina Scattolin2017) o del grupo corresidente agropastoril. En la sociedad antofagasteña del segundo milenio aP no se verifican marcadas diferencias de estatus, aunque estudios de las prácticas funerarias en curso sugieren que debieron existir referentes o cabezas de familia, así como personas que pudieron conducir los ritos familiares como ocurre actualmente en la Puna.
El marco de la ritualidad cíclica del grupo familiar y la integración en un paisaje extendido o mayor mediante la circulación del metal desde diferentes lugares de producción nos permite sostener que estos bienes participaron activamente, también aquí, en la cohesión social, tanto en la escala del grupo corresidente como en la de sociedades vinculadas, reafirmando las relaciones de parentesco extendido, alianzas o contratos de otra clase, más allá de la cuenca. En este sentido, se trataría de una fracción menor del metal circulado en un amplio territorio y con otros destinos por estas sociedades mediante el tráfico caravanero. No es posible establecer si los metales que llegaron para quedarse en ANS lo hicieron como parte de los bienes de las personas no consanguíneas que se integrarían al grupo local, como regalos para reforzar los vínculos existentes o para ser utilizados por otros destinatarios locales, de modo de documentar el alcance de sus redes. Sin embargo, podemos sostener que en algún punto de sus biografías estos objetos trascendieron la pertenencia individual (si es que alguna vez la tuvieron) para dar cuenta del grupo social en su conjunto al ser ofrendados.
En cambio, en el caso de estudio no están presentes los ensamblajes propuestos para otros contextos del NOA de similar temporalidad en donde el metal intervino como un elemento de ceremonias públicas controladas por una elite dominante en el marco de cultos centralizados. Las clases de objetos asociadas a estos contextos no se encuentran en ANS: hachas, discos o placas, y elementos ornamentales portantes de una iconografía Aguada.
Conclusiones
Por la composición de sus aleaciones, las piezas antofagasteñas se asemejan a objetos contemporáneos de un amplio espacio en los Andes centro sur que incluye a los valles mesotermales orientales catamarqueños como Ambato, El Alamito, Yokavil, Hualfín y la Falda Occidental del Aconquija; a los Valles Calchaquíes y las Selvas Occidentales en el norte del NOA; y, aún con algunas diferencias, también a ámbitos extra-andinos como Tiwanaku, San Pedro de Atacama y su área circundante. Por lo tanto, desde la posición geográfica intermedia de ANS distinguimos para el período Medio un paisaje extendido donde circularon las piezas metálicas sin descartar la posibilidad de manufacturas locales aún no identificadas, a partir de reservorios metálicos traídos a la cuenca o de minerales extraídos en yacimientos cercanos. Sin embargo, este paisaje aparece fragmentado al analizar la distribución regional de distintas clases de aleaciones (Figura 6). Esto sugiere, por una parte, que se produjeron distintas mezclas a partir de diferentes menas y que, por lo tanto, estuvieron activos varios loci de producción primaria asociados a diferentes reservorios minerales; y por otra parte, que sus productos terminados, y eventualmente subproductos, se constituyeron en objetos circulados a muy largas distancias y en diferentes trayectos, ya sea de manera directa o indirecta. La diversidad representada en ANS halla sentido en el rol de este territorio como nodo central en la circulación entre las tierras altas y bajas en ambas vertientes andinas y entre espacios septentrionales y meridionales a la cuenca, indicando la posición de las sociedades puneñas en la articulación regional (Haber Reference Haber2001; Martel et al. Reference Martel, Zamora and Lépori2017). También destaca en particular a aquellas asentadas en Punta de la Peña, en la quebrada de Las Pitas por corresponderles los únicos testimonios conocidos de la metalurgia del período Medio en el interior de la Puna. Así, a través de esta área, parte de las aleaciones macrorregionales circularían desde y hacia otros destinos en el amplio territorio del centro-surandino.
Los minerales de cobre, lingotes, piezas metálicas y cuentas fueron señalados como componentes de las cargas de las caravanas que transitaron los Andes centro sur, asociados al tráfico y la realización de prácticas rituales caravaneras. A través del acceso y distribución de minerales y metales es que las sociedades atacameñas se insertaban en las redes caravaneras regionales (Salazar, Castro, et al. Reference Salazar, Castro, Michelow, Salinas, Figueroa and Mille2010; Salazar, Figueroa, et al. Reference Salazar, Figueroa, Morata, Mille, Manríquez and Cifuentes2010, y referencias allí citadas). Para la Puna Septentrional se planteó la necesaria participación de los pastores puneños, quienes serían además caravaneros y mineros, en la obtención del mineral que se encuentra naturalmente en las alturas y su distribución en los centros metalúrgicos quebradeños (Angiorama Reference Angiorama2006). El caso de la Puna Meridional es en parte diferente debido a la localización vallista de los reservorios minerales generalmente considerados como fuentes para las aleaciones del período Medio. De este modo, los grupos agropastoriles puneños meridionales pudieron haber intervenido en la circulación de productos y subproductos metálicos en un amplio espacio, sin ser actores necesarios en la circulación de la materia prima mineral. Se hace necesario, sin embargo, estudiar aún la posibilidad de que se hayan dedicado a la explotación a baja escala de algunos yacimientos cercanos. A este respecto es preciso el estudio isotópico y de elementos traza de las aleaciones que presentan una distribución macrorregional para comenzar a establecer con mayor precisión los flujos de metales en el área, en particular de los objetos producidos en el NOA y circulados hacia afuera, dado que se ha venido considerando al bronce estañífero como la aleación regional diagnóstica, lo que ha invisibilizado a las otras.
Finalmente, lo que diferencia a los conjuntos metálicos antofagasteños son los ensamblajes que integraron en la sociedad del interior de la Puna. Lejos de remitir al estatus individual y a las ceremonias públicas de gran alcance asociadas a Aguada, el metal se insertó en las celebraciones de la unidad doméstica agropastoril enraizadas en los ciclos económico-rituales y destinadas a la propiciación, rogativa y agradecimiento que acompañaron la fundación y clausura de los lugares, así como su reclamo periódico durante su historia de usos. Los metales en esas ofrendas plasmaron de este modo el alcance y la potencia de las redes y, posiblemente, de los lazos familiares y alianzas subyacentes como ensamblajes de mayor alcance, quizá indicándolos o destacándolos mediante esos actos. Nos preguntamos si acaso estos elementos fueron trasladados por cientos de kilómetros para ser ofrendados dada la predominancia de estos tipos de contextos —como un requisito de esos actos, tal vez— o si antes de ello integraron la cotidianeidad del trabajo artesanal y el ornamento/distintivo, en cuyo caso y momento participarían igualmente de tales ensamblajes extensos. Asimismo, debieron implicarse en ello encuadres simbólicos vinculados a la extracción del mineral, la producción de estos objetos, las propiedades de esta materia (González Reference González, Stenborg and Muñoz1999) y su ofrenda en ritos domésticos.
Agradecimientos
A Carlos Angiorama y los evaluadores por sus comentarios sobre el trabajo. Este estudio se encuadró en los proyectos PIP-CONICET-577 y PIUNT-26/G60 y permiso de trabajo N° 54/2020 de la Dirección Provincial de Antropología, Catamarca.
Declaración de disponibilidad de datos
Los materiales se encuentran en el Instituto de Arqueología y Museo, Universidad Nacional de Tucumán.
Conflicto de intereses
Las autoras declaran que no hay ningún conflicto de intereses.
Material suplementario
Para acceder al material suplementario que acompaña este artículo, visitar https://doi.org/10.1017/laq.2022.24.
Texto suplementario 1. La metalurgia pretardía en el Noroeste argentino.
Texto suplementario 2. Contextos de hallazgo de los objetos metálicos del sitio Punta de la Peña 9.
Tabla suplementaria 1. Composición elemental de artefactos metálicos de base cobre del Noroeste argentino y del norte de Chile pretardíos (previos a 1000 aP).
Tabla suplementaria 2. Artefactos metálicos prehispánicos y coloniales/republicanos de Antofagasta de la Sierra.
Tabla suplementaria 3. Características y procedencia de los artefactos metálicos de base cobre del sitio Punta de la Peña 9.