This study evaluates the long-term efficacy of a brief psychotherapeutic cognitive-behavioral program in group format for female victims of violence by their intimate partner. 53 battered women were randomized into one of two intervention programs: one including among others exposure technique (n = 28) and another one in which exposure procedures were substituted by communication skills training (n = 25). Additionally, both programs included: psycho-education, breath control, training to improve self-esteem, cognitive restructuring, problem-solving, planning pleasant activities, and relapse prevention. The treatment was carried out in 8 weekly sessions. Measures of posttraumatic symptoms, anxiety, depression, self-esteem and anger expression were analyzed at pre- and post-treatment, and at 1-, 3-, 6- and 12-months follow-ups. Results show a pronounced decrease of posttraumatic, depressive and anxiety symptoms, which maintained in the different measure moments, with scarce difference between the two programs. The results and their clinical implications are discussed.

This study follows the social identity model of leadership proposed by van Knippenberg and Hogg (2003), in order to examine empirically the mediator effect of leadership prototypicality between social identity, extra effort, and perceived effectiveness of group members. The sample consisted of 109 participants who worked in 22 different workteams of non-profit organizations (NPO) from Nicaragua and El Salvador. The data analysis was performed through structural equation modeling (SEM). The results show that NPO membership is related to a high level of social identity. In addition, the results confirmed that leadership prototypicality has a significant and positive mediator effect in the relationship between the group identification and the group members' extra effort and the perceived effectiveness of leadership.

Los agentes antipsicóticos de segunda generación se utilizan cada vez más en el tratamiento de la manía aguda. Se realizó una revisión sistemática de la eficacia y la seguridad de estos agentes, tanto en monoterapia como en combinación con estabilizadores del estado de ánimo, para establecer los datos para su uso. Los ensayos controlados distribuidos al azar (ECDA) se valoraron críticamente con más detalle que los estudios que presentaban niveles más bajos de datos, como los informes clínicos, las series clínicas y los estudios de seguimiento al descubierto. Encontramos 11 ECDA que informaban sobre pacientes tratados con antipsicóticos de segunda generación para la manía bipolar aguda, tres de los cuales incluían distribución al azar entre el antipsicótico de segunda generación y el placebo, y ocho entre un estabilizador del estado de ánimo combinado con el antipsicótico de segunda generación o el placebo. Se presentan también datos de ensayos no distribuidos al azar.

En nuestra opinión, la mejor guía para prescribir antipsicóticos es la experiencia del profesional clínico con sus pacientes y en particular, el paciente al que se está tratando. Si el tratamiento funciona, aférrate a el. Pensamos que es importante también que el profesional clínico considere los datos de los estudios doble ciego de asignación aleatoria bien controlados porque, en la “medicina basada en los datos”, los sesgos tanto conocidos como desconocidos se controlan por el diseño ciego y la distribución al azar. El próposito de este artículo es resumir y analizar los datos sobre eficacia. La elección de antipsicótico, en nuestra opinión, es probablemente la decisión más importante que el profesional clínico toma a favor del paciente psicótico. Esto implica la elección del medicamento, sus dosis y equilibrar la eficacia, los efectos secundarios y el coste.

Se analizaron los datos de seis estudios comparativos controlados distribuidos al azar de risperidona y neuroleptics convencionales (haloperidol, zuclopentixol y perfenazina) en el tratamiento de 911 pacientes con esquizofrenia crónica para estimar los beneficios y riesgos del tratamiento. Se evaluó la eficacia y el riesgo del tratamiento por medio de la Escala del Síndrome Positivo y Negativo (PANSS) y la Escala de Evaluación de Síntomas Extrapiramidales (ESRS). A partir de las puntuaciones de la PANSS y la ESRS, se calculó la eficacia del efecto (la diferencia entre los tratamientos). La eficacia del efecto antipsicótica fue favorable a la risperidona (iba de 0,22 a 0,37 en las subescalas de la PANSS), y el nivel de la seguridad también (iba de 0,18 a 0,36 en la ESRS). Un análisis de la proporción de pacientes que precisaron medicación antiparkinsoniana produjo un nivel del efecto de 0,37 (precisaron medicación anti-Jarkinsoniana el 20% de los pacientes con risperidona y el 38% de los pacientes que recibían un neuroléptico convencional). Estos datos indican que la risperidona es un antipsicótico más efectivo que los agentes convencionales y causa síntomas extrapiramidales menos graves.

Midazolán es una benzodiacepina de acción corta que se ha utilizado para anestesia de la terapia electroconvulsiva (TEC). El propósito de este estudio era determinar sí el midazolán utilizado con este propósito deterioraría la eficacia antidepresiva de la TEC. En un estudio de asignación aleatoria doble ciego se comparó midazolán con metohexital sobre la eficacia antidepresiva de la TEC bilateral, medida por la reducción en las puntuaciones de la Escala de Evaluación de la Depresión de Montgomery Asberg (MADRS) y la duración de la crisis. Se incluyeron 16 pacientes con trastorno depresivo mayor del DSM-III-R con melancolía. Midazolán y metohexital no diferían en sus efectos sobre la puntuación de la MADRS o la duración de la crisis; no se encontró correlación entre la duración de la crisis y la evolución de la depresión para ninguno de los dos grupos. Nuestros hallazgos preliminares no apoyan la afirmación de que no se deben utilizar benzodiacepinas durante la TEC bilateral.