La adaptación de los mayas postclásicos a las nuevas condiciones de vida surgidas a raíz de la crisis generalizada del final del período Clásico mediante respuestas resilientes se ha convertido en un tema de creciente interés por parte de los investigadores mayistas en las últimas décadas. El estudio de vestigios arqueológicos adscritos al Postclásico puede ayudar a entender por qué ciertas tradiciones fueron abandonadas, mientras que otras han perdurado a lo largo del tiempo, como es el caso de las ceremonias del culto a la lluvia. Ejemplo de ello son los hallazgos de ofrendas y otros vestigios arquitectónicos realizados en Chilonché, un antiguo asentamiento urbano maya fundado en la cuenca del río Mopán (Petén), cuya arquitectura y manifestaciones artísticas son un fiel exponente de la importancia política que tuvo el sitio en su dilatado período de ocupación. Los resultados de esta investigación, que combina los estudios arqueológicos y arquitectónicos con los análisis arqueométricos e iconográficos de las piezas cerámicas exhumadas, permiten afirmar que las ofrendas postclásicas halladas en un palacio de la acrópolis de Chilonché están íntimamente ligadas al acto de verter agua y a la imagen de Chaahk, y por lo tanto a rituales vinculados a la lluvia.