La gran ola de migraciones europeas y asiáticas que siguió a la abolición de la esclavitud en 1888 llevó hasta Brasil a unos cinco millones de inmigrantes nacidos en el extranjero. En este masivo movimiento migratorio, los inmigrantes españoles tuvieron un papel decisivo. Los tres cuartos de millón de españoles que fueron a Brasil en los setenta años comprendidos entre 1880 a 1950, participaron de forma notable en la expansión de la economía cafetera brasileña y, posteriormente, en la construcción de una gran economía urbana y agrícola en el Estado de São Paulo. Los españoles eran los terceros en importancia, tras italianos y portugueses, en toda la nación, pero debido a su concentración en São Paulo ocupaban el segundo lugar en este fundamental Estado. El ritmo de esta inmigración, como el de la italiana, estuvo del todo ligado a la demanda de mano de obra agrícola no especializada para los campos de café en expansión del planalto occidental, en el hinterland de la ciudad de Sao Paulo. Con la deserción en masa de los 150.000 esclavos de las fazendas cafeteras paulistas, en proceso de ampliación, los fazenderos forzaron al Estado a iniciar la subvención de inmigrantes foráneos, una labor que el gobierno federal acometió en los años siguientes, y que no se interrumpió hasta 1926.