Hasta hace cinco años, aproximadamente, nuestro conocimiento sobre la historia medieval del espacio comprendido entre el Duero y el Sistema Central se reducía a unos cuantos trabajos desperdigados cuyo contenido y conclusiones venían a prolongar, apoyando o, como mucho, matizando las tesis de Sánchez Albornoz. Despoblamiento, menos riguroso que al norte del Duero, pero no menos significativo y decisivo, entre los siglos viii y fines del xi. Reconstrucción del espacio económico y de la sociedad sobre la base de poderosos concejos dotados de amplio alfoz, dentro del cual se organiza una comunidad de villa y tierra entre la capital de cada uno de ellos y el conjunto de sus aldeas. Las exigencias de la lucha de frontera, característica de los primeros cien años de la vida de los núcleos de esta Extremadura castellano-leonesa, configuran una sociedad dotada de enorme movilidad social. Cualquier persona presta a combatir es bien recibida. A nadie se pregunta por su pasado mientras sea capaz de sostener caballo y armas. Una verdadera democracia se instala en estos islotes de libertad que son las ciudades de frontera dentro del mar feudal. Sólo a fines del siglo XII comienza a reservarse a los caballeros el control del concejo, aunque únicamente como reconocimiento de la superioridad de su función militar en una época de frecuentes enfrentamientos y continuas amenazas.