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Published online by Cambridge University Press: 02 January 2018
A Primera Vista, a más de uno y a más de dos, no dejará de extrañarle el título de este trabajo, porque Palma no se dedicó ,a escribir historia sino que concentró su atención en las tradiciones. Él mismo lo dice. En el Prologuito obligado de la quinta serie de sus Tradiciones, hallamos estos versos:
Mi tiempo es el pasado, mi altar
la tradición.
y en Ropa Vieja, (Lima, 1889) añade: “Tonto de capirote será el que se proponga estudiar formalmente historia peruana en mis tradiciones y en cuanto a si altero o no, de vez en cuando, la verdad, eso es cuenta exclusiva mía.. .”. En otro lugar no tiene reparo en decir que ha ganado fama, contando mentiras bonitas y también que “ha hecho de la historia pepitoria”. Y para remate allá van estas líneas que brotaron de su pluma: “Yo no dicto un curso de Historia Nacional. Narro antiguallas como el pueblo y las viejas cuentan cuentos…”.
1 No citamos a González Prada, que casi con ensañamiento señaló las fallas lingüísticas de Palma y sus deslices en materia de erudición, fuera de lo que añade sobre el modo de ejercer su cargo de Bibliotecario. Como hay algo de personal en la invectiva, lo hemos pasado por alto.
2 Puede consultarse también mi estudio sobre el “Descubrimiento de la Quina”, publicado en la Revista Histórica, con motivo del Centenario de este hallazgo y también el Diario de Lima de Antonio Suardo, donde se hallarán noticias exactas sobre el hecho.
3 Esta tradición le suscitó contradictores, algunos de nombradía, en especial entre los bolivarianos.
4 No es ésta la única tradición en que Palma pone en solfa a los Jesuitas. Hay otra titulada “Franciscanos y Jesuitas”, irreverente y de sabor volteriano y producto tan sólo de su magín. (V. Serie Quinta de sus Tradiciones, Lima, 1883, pág. 45.)
5 Hay otras afirmaciones sin prueba alguna en esta tradición, como la existencia de un túnel subterráneo entre esta casa y la de los Jesuítas, tres cuadras más abajo. V. mi estudio sobre la Casa de Jaraba o de Pilatos, publicada con motivo de la inauguración de la Casa de la Cultura que tiene aquí su sede.
6 Más moderado estuvo Jorge Guillermo Leguía, cuyo Discurso apareció en El Comercio de Lima de 7 de febrero de 1933, con bastante posterioridad a los del Homenaje.