Hostname: page-component-cd9895bd7-lnqnp Total loading time: 0 Render date: 2024-12-25T17:33:45.719Z Has data issue: false hasContentIssue false

La identidad cultural de Pahñú: Análisis de la arquitectura del período clásico de un centro ceremonial en el valle del Mezquital

Published online by Cambridge University Press:  16 June 2023

Gustavo Sandoval*
Affiliation:
Instituto de Investigaciones Antropológicas, Universidad Nacional Autónoma de México, Coyoacán, Ciudad de México, México
*
Autor de contacto: Gustavo Sandoval, Email: gsandoval@alumni.york.ac.uk
Rights & Permissions [Opens in a new window]

Resumen

Este artículo analiza la arquitectura del período Clásico de Pahñú, un centro ceremonial en el noreste del valle del Mezquital, México. Esta arquitectura se distingue porque desarrolló un estilo local, integrando elementos de distintas tradiciones culturales. Por un lado, los conjuntos arquitectónicos de patio hundido siguen los estándares de la tradición del Bajío. Por otra parte, los edificios muestran rasgos de la arquitectura monumental teotihuacana y zapoteca. A partir de esta evidencia se concluye que Pahñú definió su identidad étnica estableciendo filiaciones políticas con las culturas del centro y el Bajío. Esta interpretación pone a prueba varias explicaciones previas que conciben el desarrollo regional durante el período Clásico como aculturación o resistencia a Teotihuacán. Asimismo, pone a prueba las interpretaciones que sostienen que la fusión cultural entre los grupos del centro y el Bajío comenzó hasta el Epiclásico. Finalmente, Pahñú es importante porque representa un pequeño centro político que mantuvo su liderazgo por unos seiscientos años, aprovechando su posición fronteriza entre el centro y el Bajío.

Abstract

Abstract

This article examines the Classic period architecture of Pahñú, a small urban center in the northeast of the Mezquital Valley, Mexico. This architecture stands out because it represents a local style developed from elements of several distinct cultural groups. On the one hand, sunken patio compounds akin to the Bajío tradition are observable, and on the other, buildings incorporate features from Teotihuacan and Zapotec monumental architecture. This evidence demonstrates that Pahñú established its group identity by displaying political connections with cultural groups from Central Mexico and the Bajío. This evidence also challenges previous interpretations that characterized the cultural development of the region throughout the Classic period as either a process of Teotihuacan acculturation or of resistance to it. Likewise, it calls into question the accepted view that cultural exchange between Central Mexico and the Bajío did not begin until the Epiclassic. Finally, Pahñú is relevant because it was a small political center that maintained its leadership for six centuries by taking advantage of its location in the borderland area between central Mexico and the Bajío.

Type
Article
Creative Commons
Creative Common License - CCCreative Common License - BYCreative Common License - NCCreative Common License - SA
This is an Open Access article, distributed under the terms of the Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike licence (https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/), which permits non-commercial re-use, distribution, and reproduction in any medium, provided the same Creative Commons licence is included and the original work is properly cited. The written permission of Cambridge University Press must be obtained for commercial re-use.
Copyright
Copyright © The Author(s), 2023. Published by Cambridge University Press on behalf of Society for American Archaeology

El sitio arqueológico de Pahñú

Pahñú es un centro ceremonial sobre una meseta acantilada en el noreste del valle del Mezquital en la subcuenca delimitada por el Río San Juan y Moctezuma en el estado de Hidalgo, México (Figura 1). El sitio tiene tres conjuntos arquitectónicos, aunque hasta la fecha sólo se ha excavado el Conjunto Principal (Figura 2). De acuerdo con estas investigaciones, Pahñú fue ocupado entre los períodos Clásico y Epiclásico de la cronología mesoamericana (Tabla 1). La primera fase comenzó en 400 dC con la fundación del sitio, y concluyó entre 500 y 600 dC con la desacralización del conjunto. La segunda fase comenzó con la renovación arquitectónica del conjunto y finalizó alrededor del año 1000 dC con el abandono del sitio.

Figura 1. Ubicación de Pahñú (elaborado por Camilo Mireles, Mariana Pinto y Gustavo Sandoval).

Figura 2. Pahñú. Proyecto Especial Pahñú.

Tabla 1. Cuadro cronológico de Pahñú, región de Tula, Teotihuacán y Oaxaca.

Los materiales epiclásicos incluyen cerámica Rojo Inciso post-cocción (RIP-Xajay), pipas, cerámica de los complejos Prado y Corral de Tula, así como algunos fragmentos de la cerámica Café Pulida Incisa (Braniff y Hers Reference Braniff and Hers1998:69-70; Cervantes y Fournier Reference Cervantes and Fournier1994:109-111; Healan et al. Reference Healan, Cobean and Bowsher2021:167; Nalda Reference Nalda, Crespo and Brambila1991:52; Saint-Charles y Enríquez Reference Charles, Carlos, Enríquez and Solar2006:310-317; Solar Reference Solar2002:160-179; Tabla suplementaria 1 y Figura suplementaria 1). La lítica incluye artefactos en basalto y riolita obtenidos localmente, y artefactos en obsidiana proveniente de Querétaro y Michoacán (Castañeda y Mireles Reference Castañeda, Mireles, López, López and Battcock2020:255-258). Los entierros de esta época muestran un patrón mortuorio similar a la región de Tula-Chapantongo y Cerro de la Cruz (Fournier y Vargas Reference Fournier and Vargas2002:51; González Reference González2008:74-86; Sandoval Reference Sandoval2009:175-176). El sitio también cuenta con petrograbados pertenecientes a la tradición Lerma (Figura suplementaria 2) que apareció a inicios del Epiclásico y se extiende desde el norte de Michoacán hasta el poniente del valle del Mezquital, pasando por el sur de Guanajuato y Querétaro (Cedeño Reference Cedeño1998:56-59; Faugère Reference Faugère1997:92; Torres y Arriaga Reference Torres, Arriaga and Lara2019:272). Las investigaciones previas sostienen que Pahñú formaba parte de la cultura Xajay, un grupo social compuesto por varios centros ceremoniales del valle del Mezquital y el área de San Juan del Río que compartieron rasgos culturales durante el Epiclásico (Farías Reference Farías, López and López2015a:274-275; Farías y Castañeda Reference Farías, Castañeda, López and López2014:25; Morett Reference Morett, López, López and Battcock2020:170).

Los materiales de la primera fase de Pahñú son menos conocidos; sin embargo, se han recuperado algunos fragmentos de cerámica teotihuacana pulida y bicroma, así como cerámica teotihuacanoide que son imitaciones de la cerámica pulida y bicroma con algunas diferencias estilísticas (Tabla suplementaria 1 y Figura suplementaria 1). La cerámica teotihuacanoide apareció entre el Clásico tardío e inicios del Epiclásico en la región de Tula-Chapantongo y San Juan del Río (Nalda Reference Nalda, Crespo and Brambila1991:53-55; Torres et al. Reference Torres, Cervantes and Fournier1999:84-87). Por otra parte, las excavaciones del Conjunto Principal revelaron que el patrón arquitectónico es bastante homogéneo en ambos períodos; sin embargo, el Edificio Principal mostró cambios estilísticos significativos entre una época y otra. La primera etapa tiene un perfil en talud-tablero, pero el tablero contiene paneles que asemejan al doble escapulario zapoteco (Figura 3), mientras que la segunda etapa tiene un talud más alto y un tablero liso (Figura 4).

Figura 3. Subestructura del Edificio Principal.

Figura 4. Segunda etapa del Edificio Principal: (a) fachada norte; (b) reconstrucción en la fachada sur. (Color en la versión electrónica)

Estos hallazgos han permitido reconsiderar algunas interpretaciones previas acerca de la filiación cultural de Pahñú durante el Clásico, pues los materiales cerámicos sugieren que hubo cierta interacción con los sitios teotihuacanos de la región (Farías Reference Farías, López and López2015a:278; Polgar Reference Polgar1998:47). Desafortunadamente aún carecemos de una clasificación y cuantificación de la cerámica del sitio para brindar más datos sobre los materiales de esta época. Igualmente, otra investigación sugiere que la arquitectura de Pahñú refleja una interacción teotihuacana debido a la presencia del talud-tablero desde su primera etapa (Morett Reference Morett, López, López and Battcock2020:173). Sin embargo, este trabajo carece de un análisis para determinar en qué grado existe una semejanza con la arquitectura teotihuacana. De cualquier forma, estas evidencias contradicen las interpretaciones que sostienen que Pahñú se resistió a la aculturación teotihuacana y se fundó a partir de migraciones de la cultura Chupícuaro provenientes de Cerro de la Cruz (López y Fournier Reference López and Fournier2009:122-127; López et al. Reference López, Solar and Vilanova1998:29-31) —aunque esta interpretación ya ha sido criticada debido a la ausencia de evidencia directa (Bonfil Reference Bonfil and Solar2006:293; Solar Reference Solar2002:162).

Otra perspectiva sostiene que la arquitectura de la primera etapa del Edificio Principal corresponde a un estilo autóctono y la segunda corresponde a una fusión del estilo local con el talud-tablero teotihuacano (Farías Reference Farías, López and López2015a:276; Farías y Castañeda Reference Farías, Castañeda, López and López2014:22-24). Desafortunadamente, estas investigaciones no caracterizan dicho estilo autóctono y tampoco queda claro por qué se descarta la influencia teotihuacana antes del Epiclásico. Esta perspectiva se alinea con otros estudios que conciben la cultura material epiclásica del centro como resultado de la fusión de rasgos estilísticos teotihuacanos con las culturas del Bajío en un contexto de inestabilidad política y movilidad poblacional (Cowgill Reference Cowgill2013:135-141; Fournier y Vargas Reference Fournier and Vargas2002:44-45; Healan y Cobean Reference Healan, Cobean and Beekman2019:69-78; Mastache et al. Reference Mastache, Cobean and Healan2002:64-65; Spence Reference Spence, Foster and Gorenstein2000:256). Por último, cabe agregar que hasta la fecha sólo se cuenta con evidencia de dos sitios Xajay con ocupación del Clásico: Pahñú y Zethé; pero aún se desconoce si compartían prácticas culturales en ese período, por lo cual también es controvertido afirmar que existe una cultura Xajay desde el período Clásico (Morett Reference Morett, López, López and Battcock2020:173-177).

Esta variedad de interpretaciones —algunas claramente contradictorias— persisten debido a la ausencia de un análisis detallado de la información más sólida de la primera fase de Pahñú, la arquitectura monumental del Conjunto Principal. Este trabajo sostiene que esa evidencia muestra la fusión de distintas tradiciones arquitectónicas, pues el patrón de asentamiento del sitio y los conjuntos arquitectónicos corresponde a la tradición del Bajío, pero los edificios excavados presentan rasgos teotihuacanos y la primera etapa del Edificio Principal también manifiesta elementos oaxaqueños. Un aspecto que permite explicar la arquitectura híbrida de Pahñú es su posición fronteriza entre la ocupación teotihuacana de la región Tula-Tepeji y la tradición arquitectónica del Bajío (Cárdenas Reference Cárdenas, Williams and Weigand1999:58; López et al. Reference López, Solar and Vilanova1998:30; Saint-Charles y Fenoglio Reference Charles, Carlos, Fenoglio, Lauriers and Murakami2022:193; Sandoval Reference Sandoval2017:77). Esta investigación permitirá entender de mejor manera la identidad cultural de Pahñú entre 400 y 600 dC, así como reconsiderar algunas ideas generales sobre la ocupación en la región de Tula y el valle del Mezquital en el período Clásico y la transición al Epiclásico. En primer lugar, se ofrece una interpretación más matizada sobre el Clásico que comúnmente se caracteriza como un período de aculturación teotihuacana o resistencia a este proceso. Por otra parte, pone a prueba las interpretaciones que sostienen que la mezcla cultural entre los grupos del Altiplano y el Bajío comenzó hasta inicios del Epiclásico. Así, Pahñú es un buen caso de estudio para entender los vaivenes político-sociales en una zona transicional donde convergen distintas tradiciones culturales previo a la fractura política de Teotihuacán.

Identidad, sincretismo y relaciones de poder

La identidad cultural es una forma de adscripción social que se establece a partir de una cultura material y prácticas sociales distintivas. Ambos son fenómenos situados que pueden ajustarse conforme a los cambios contextuales producidos por distintos fenómenos como la migración y la colonización; cuando esto sucede un grupo social puede adoptar rasgos foráneos y reforzar elementos culturales propios (Blanton Reference Blanton2015:9177; Deagan Reference Deagan and Card2013:261; Fowler Reference Fowler, Hicks and Beaudry2010:354-365; Russell Reference Russell2016:154-155). La arquitectura es un rasgo útil para investigar las identidades del pasado (Baltali Reference Baltali and Card2013:472). Por ejemplo, la estandarización estilística y constructiva de la arquitectura teotihuacana sugiere el desarrollo de una identidad colectiva (Murakami Reference Murakami, Tsukamoto and Inomata2014:37-40, Reference Murakami2016:73). Así, los distintos estilos de tableros arquitectónicos del Clásico funcionaron como símbolos de adscripción y exclusión social (Pasztory Reference Pasztory1989:25-27). Evidentemente, existen varias limitaciones interpretativas al priorizar los rasgos estilísticos como marcador identitario (Fowler Reference Fowler, Hicks and Beaudry2010:356-357). Un problema importante para este estudio son las reproducciones del estilo monumental teotihuacano (fuera de Teotihuacán) que usualmente se interpretan como evidencia de presencia teotihuacana. Sin embargo, en trabajos recientes se argumenta que una reproducción con semejanza estilística y constructiva es un indicio más sólido. Por otra parte, las reproducciones con semejanza estilística se definen como copias que apuntan a otros fenómenos como el contacto bilateral y la influencia (Filini Reference Filini2015:106; Saint-Charles et al. Reference Charles, Carlos, Viramontes and Fenoglio2010:29-31).

Una perspectiva de estudios de la cultura material define las copias que fusionan elementos tecno-estilísticos de grupos distintos como objetos híbridos (Baltali Reference Baltali and Card2013:474-475; Deagan Reference Deagan and Card2013:261; Frieman Reference Frieman and Card2013:319). Por ejemplo, los conjuntos departamentales del barrio Oaxaqueño siguen el estilo y sistema constructivo teotihuacano, pero incorporan tumbas y templos de estilo zapoteco (Croissier Reference Croissier2007:44-50; Ortega Reference Ortega2014:84-157). Igualmente, esta perspectiva sostiene que los grupos de objetos estructurados (assemblages) pueden considerarse híbridos cuando sistemáticamente incorporan elementos de distintos grupos (Lemos y Budka Reference Lemos and Budka2021:407-415; Loren Reference Loren2013:160-161) —por ejemplo, las ofrendas funerarias del barrio Oaxaqueño que incluyen objetos zapotecas y teotihuacanos (Spence Reference Spence and Stein2005:192).

En general, esta perspectiva sostiene que los materiales híbridos fueron expresiones relativamente novedosas que surgieron en casos de interacción cultural y derivaron en fenómenos de etnogénesis —es decir, la emergencia de adscripciones culturales nuevas. Sin embargo, es importante considerar las relaciones de poder, pues el sincretismo usualmente apareció entre los grupos marginales, comúnmente colonizados, que incorporaron elementos de un grupo hegemónico para negociar su identidad (Deagan Reference Deagan and Card2013:262; Lemos y Budka Reference Lemos and Budka2021:405-406; Loren Reference Loren2013:155; Naum Reference Naum2013:77-88; Webster Reference Webster2001:218). Este fenómeno también emergió en contextos no coloniales como entre los migrantes del barrio Oaxaqueño y las élites locales del occidente para redefinir su identidad y poder respecto a un grupo hegemónico, como la cultura teotihuacana (Feinman y Nicholas Reference Feinman, Nicholas, Hirth, Carballo and Arroyo2020:339; Filini Reference Filini2015:107, Reference Filini, Lauriers and Murakami2022:223; Gómez y Gazzola Reference Gómez, Gazzola, Lauriers and Murakami2022:95). Un escenario importante para esta investigación son los casos de sincretismo en las zonas fronterizas y en áreas de alta conectividad donde convergieron distintos grupos. En estos casos, los elementos foráneos y locales se fusionaron para establecer afinidades y diferencias con un grupo hegemónico y/o extranjero. Sin embargo, en algunos casos, el sincretismo también funcionó para unificar grupos marginales con bagajes diversos, resultando en el surgimiento de alianzas, relaciones de solidaridad y adscripciones culturales nuevas (Blanton Reference Blanton2015:9177-9178; González Reference González2021:379; Naum Reference Naum2013:76-77; Russell Reference Russell2016:153; Schortman y Urban Reference Schortman, Urban, Nichols and Pool2012:476).

Generalmente, estos trabajos han identificado diversas adaptaciones locales de elementos foráneos como pequeños cambios en un estilo hegemónico, el uso de una tecnología foránea para reproducir un estilo local o cambios en la función y/o el significado de los elementos foráneos (Baltali Reference Baltali and Card2013:470-471; Deagan Reference Deagan and Card2013:261; Frieman Reference Frieman and Card2013:323-324; Lemos y Budka Reference Lemos and Budka2021:404; Loren Reference Loren2013:151-156; Webster Reference Webster2001:217-218). Así, esta perspectiva remarca la creatividad y adaptabilidad de los grupos marginales a través de una regionalización de la cultural hegemónica; rechazando la definición del cambio identitario como un proceso uniforme del centro a las periferias. Por otra parte, esta perspectiva considera que el sincretismo generó una ambivalencia cultural y política que resultó en grupos étnicos con una identidad bastante flexible y adaptable. Sin embargo, algunas diferencias sociales preexistentes pueden mantenerse; por ejemplo, en los grupos zapoteco-teotihuacanos del área norte de Tula también hay ofrendas funerarias híbridas que indican el surgimiento de una identidad compartida; sin embargo, la diferenciación étnica se mantuvo en la posición de los entierros (Holt Mehta Reference Holt Mehta, Lauriers and Murakami2022:131). En consecuencia, el sincretismo o hibridismo cultural no necesariamente implica el surgimiento de poblaciones mestizas (Baltali Reference Baltali and Card2013:470).

Finalmente, la mayoría de estos trabajos abogan por un método que abarque el análisis tecno-estilístico y contextual de la cultura material para diferenciar los fenómenos de interacción de mejor manera —colonización, migración, alianza política— y los alcances del cambio identitario. Esto involucra considerar la función/significado de los materiales (domésticos/rituales), el sector donde estos aparecen (élite/bajo estatus) y la duración de las practicas sincréticas (Baltali Reference Baltali and Card2013:480; Deagan Reference Deagan and Card2013:264; Frieman Reference Frieman and Card2013:321).

Materiales y método

El objetivo central de este trabajo es caracterizar la arquitectura ceremonial de la primera fase del Conjunto Principal de Pahñú, e identificar los componentes de distintas tradiciones culturales y sus adaptaciones locales para interpretar la adscripción cultural y política del sitio. La información del caso de estudio se retomó de los reportes y el material gráfico de varias temporadas de excavación (López y Vilanova Reference López and Vilanova2008; López et al. Reference López, Farías and Castañeda2013; Morett Reference Morett2006). También se consideró un estudio previo sobre los materiales constructivos del Conjunto Principal y el sistema constructivo de la fase epiclásica (Castañeda Reference Castañeda, López and López2015:322).

El análisis incluye una descripción general del patrón de asentamiento del sitio y el Conjunto Principal, acompañadas de una descripción detallada de la primera etapa del Edificio Principal y sus componentes principales: (a) basamento, (b) tableros, (c) templo y (d) escalinatas (Figura 3). Este análisis implementó un enfoque morfo-estilístico y tecnológico que abarca los rasgos formales arquitectónicos, los materiales y el sistema constructivo. En el Edificio Principal también se consideró la evidencia de un ritual de clausura y un emblema en la fachada este. Dado que las excavaciones estuvieron enfocadas en la liberación de los edificios y sus subestructuras, la información sobre el sistema constructivo de la primera fase del sitio es limitada. Adicionalmente, se elaboró un análisis comparativo para determinar en qué medida la evidencia de Pahñú (incluyendo la actividad ritual) mostraba semejanzas con las tradiciones arquitectónicas teotihuacana, zapoteca y del Bajío durante el Clásico. Esta fase también presentó algunas limitaciones pues la información del Bajío es menos abundante. A pesar de esto, el sistema constructivo fue el único aspecto difícil de comparar con Pahñú.

Por último, se realizó un análisis contextual para interpretar la información de Pahñú con relación a la evidencia de otros sitios relevantes —específicamente, Acoculco y El Tesoro, dos sitios en la región de Tula-Tepeji con presencia teotihuacana y zapoteca (Healan y Cobean Reference Healan, Cobean and Beekman2019:69-74; Holt Mehta Reference Holt Mehta, Lauriers and Murakami2022:123; Sandoval Reference Sandoval2017:77). Adicionalmente se consideró la evidencia de la cuenca de Cuitzeo y el Bajío debido a la presencia de materiales teotihuacanos y copias. Otro sitio importante es El Rosario, que además presenta arquitectura teotihuacana (Faugère et al. Reference Faugère, Pierce and Cabadas-Báez2019; Filini Reference Filini2015, Reference Filini, Lauriers and Murakami2022; Hernández Reference Hernández, Williams and Maldonado2016; Saint-Charles y Fenoglio Reference Charles, Carlos, Fenoglio, Lauriers and Murakami2022; Saint-Charles et al. Reference Charles, Carlos, Viramontes and Fenoglio2010). Los resultados del análisis descriptivo y comparativo se presentan en las secciones siguientes, mientras que la interpretación contextual se presenta en la última sección.

El centro ceremonial

Pahñú se ubica en una meseta acantilada excepto por el sur donde hay una pendiente suave que sirve como acceso. La configuración final del sitio incluye tres conjuntos arquitectónicos; cada conjunto consta de una plataforma elevada, con dos o tres edificios de planta rectangular alrededor de una plaza (Figura 2) —aunque el Conjunto Principal se ubica sobre la plataforma más alta (Sandoval Reference Sandoval2009:179). El Edificio Principal se localiza en el norte de la mesa muy cerca del acantilado donde también se encuentra un abrigo rocoso de unos 6 m de ancho al cual se accede por un túnel desde la plaza. En la planicie baja hay vestigios de unidades habitacionales dispersas (Morett Reference Morett, López, López and Battcock2020:174). El Conjunto Principal se construyó en el período Clásico; por ahora se desconoce cuándo se construyeron los conjuntos 1 y 2, pero un análisis de resistividad eléctrica reveló una subestructura en el montículo del Conjunto 1 (Farías Reference Farías2015b:56-57). Por otra parte, las exploraciones del abrigo rocoso registraron un muro de adobe, un material distintivo de la primera fase del sitio (Castañeda Reference Castañeda, López and López2015:318). Una interpretación sostiene que el abrigo funcionó para escenificar rituales hacia el sector habitacional, pues un experimento concluyó que una persona ubicada en la planicie puede ver y escuchar lo que sucede en el abrigo (Farías Reference Farías2015b:31-33), que desde esa perspectiva parece estar debajo del Edificio Principal.

Tanto el patrón arquitectónico de los conjuntos como el patrón de asentamiento de Pahñú comparten varias características con la arquitectura del Bajío. En primer lugar, los conjuntos arquitectónicos de Pahñú son muy parecidos a los patios hundidos de la tradición del Bajío, pues en ambos casos existen edificios sobre una plataforma elevada que delimitan un patio/plaza. Así, el patio está hundido con relación a los edificios circundantes, pero elevando respecto al desplante de la plataforma (Figura 5). La tradición del Bajío apareció en los períodos Clásico (400-650 dC) y Epiclásico (650-900 dC) desde el suroeste de Guanajuato hasta el sur de Querétaro, tanto en planicies como en elevaciones (Cárdenas Reference Cárdenas, Williams and Weigand1999:42-53). Otra semejanza importante entre Pahñú y los sitios elevados del Bajío es la posición del edificio principal cerca de un acantilado. Igualmente, la distribución de los conjuntos y la forma de las mesetas de los sitios Xajay es muy parecida a algunos sitios del Bajío. Finalmente, los sectores habitacionales de Pahñú y el Bajío también comparten un patrón de asentamiento disperso sobre las planicies (Castañeda Reference Castañeda1992:41-65; Crespo Reference Crespo, Crespo and Brambila1991:112-123; Saint-Charles et al. Reference Charles, Carlos, Viramontes and Fenoglio2010:34-44).

Figura 5. Arquitectura de la tradición del Bajío. Conjuntos arquitectónicos de Magdalena-Tlacote: (a) Magdalena; (b) Tlacote; (c) La Joya; (d) San Bartolo Aguacaliente; (e) Zethé (elaborado a partir de Castañeda Reference Castañeda1992; Cedeño Reference Cedeño1998; Crespo Reference Crespo, Crespo and Brambila1991).

Un aspecto divergente entre la arquitectura de Pahñú y la tradición del Bajío es la forma de los edificios, pues los basamentos del Bajío son escalonados y con paramentos verticales —es decir, no hay talud-tablero (Texto suplementario 1). Además, Pahñú tampoco muestra la coexistencia de edificios y plazas de planta rectangular, circular y mixta típica del Bajío (Cárdenas Reference Cárdenas, Williams and Weigand1999:59-69; Castañeda Reference Castañeda1992:43; Crespo Reference Crespo, Crespo and Brambila1991:122-130). Por otra parte, el abrigo rocoso de Pahñú recuerda a las culturas contemporáneas del Altiplano, pues debajo de la Pirámide del Sol y el Templo de Quetzalcóatl existen túneles con cuevas artificiales (Sugiyama et al. Reference Sugiyama, Sugiyama and Sarabia2013:407-409). Además, como se muestra a continuación, los edificios del Conjunto Principal muestran rasgos arquitectónicos teotihuacanos y oaxaqueños (Tabla 2).

Tabla 2. Estilo y sistema constructivo en la primera etapa del Conjunto Principal.

El Conjunto Principal

El Conjunto Principal consta de tres edificios alrededor de una plaza: un basamento piramidal (Edificio Principal), una plataforma baja cuadrangular (Edificio B) y un edificio alargado (Estructura Sur). La plaza cuenta con dos etapas constructivas. La primera se identificó a partir de una plataforma con acceso escalonado y alfardas que conducen a una plaza con apisonado de lodo. Los fechamientos disponibles sugieren que la plaza fue construida a inicios del siglo cinco y clausurada a mediados del siglo seis (Tabla 3). A inicios del Epiclásico se amplió la altura de la plaza y se construyó la Estructura Sur, un edificio alargado con fachadas en talud y una escalinata de acceso (Figura 6).

Figura 6. Edificios del Conjunto Principal. Subestructura del Edificio Principal: (a) fachada este; (b) proyección del templo. Primera etapa constructiva del Edificio B: (c) banquetas; (d) perfil de banquetas (adaptado de Morett Reference Morett2006). Plaza y Estructura Sur: (e) paramento; (f) piso de la primera etapa.

Tabla 3. Fechamientos arqueomagnéticos.

* Fecha más probable (confiabilidad 95%). Elaborado a partir de Morett (Reference Morett2006) y Farías (Reference Farías2015b). Muestras analizadas en el Instituto de Geofísica de laUniversidad Nacional Autónoma de México (véase Soler et al. Reference Soler, Caballero, Osete, López, Gogichaishvili, Barrera and Urrutia2019).

El Edificio B tiene una planta cuadrangular y cuenta con tres etapas constructivas, dos subestructuras del Clásico y una etapa del Epiclásico. De la última apenas se conserva fragmentos del desplante de un muro perimetral en talud cubierto con lajas muy parecidas a la fachada epiclásica del Edificio Principal y un fragmento de piso fechado en 850 dC que parece corresponder a una renovación. La primera etapa tiene un pórtico y un cuarto interior dividido por muros de adobe. El cuarto interior tiene siete banquetas (algunas con perfil en talud-tablero). Este edificio desplanta sobre el piso de la primera etapa de la plaza. La segunda etapa muestra la misma planta arquitectónica, pero se identificó la huella de cuatro postes cuadrangulares con núcleo de madera y un estrato con material constructivo incinerado. Este evento está correlacionado con el piso quemado en las inmediaciones del Edificio B y un evento similar en el Edificio Principal. La planta de este edificio muestra semejanzas formales con los templos teotihuacanos que usualmente tienen un pórtico, un cuarto interior y postes cuadrangulares con núcleo de madera (Morelos Reference Morelos1993:98; Murakami Reference Murakami2010:96; Saint-Charles et al. Reference Charles, Carlos, Viramontes and Fenoglio2010:74-84). Una investigación previa afirma que las banquetas corresponden a los altares de un templo de filiación teotihuacana debido al perfil en talud-tablero (Morett Reference Morett, López, López and Battcock2020:177). Sin embargo, las banquetas no son características de los templos teotihuacanos y por lo tanto podría tratarse de una innovación de Pahñú. En Xochicalco y Tula se han identificado elementos similares en épocas posteriores (Mastache et al. Reference Mastache, Cobean and Healan2002:125; Nielsen et al. Reference Nielsen, Alvarado and Helmke2021:265). Otra investigación afirma que las banquetas fueron asientos de los líderes políticos y por lo tanto se trata de un edificio de gobierno (Farías y Castañeda Reference Farías, Castañeda, López and López2014:25). Evidentemente, estas interpretaciones no son mutuamente excluyentes porque el poder político no era secular en el mundo prehispánico.

El Edificio Principal corresponde a un basamento piramidal con dos etapas constructivas. La primera etapa (Subestructura) es un basamento con perfil en talud-tablero y un templo con muros de adobe. El uso de la primera etapa concluyó con un ritual de clausura donde el templo fue destruido e incinerado entre 500 y 600 dC. La segunda etapa corresponde a un basamento de tres cuerpos escalonados en talud-tablero con una banqueta adosada. Los cuerpos se construyeron a partir de un muro perimetral con bloques de toba; posteriormente se dio volumen a partir de un sistema de cajones constructivos entrecruzados. Al exterior del muro perimetral se adosó un relleno de piedras y lodo para formar el talud que finalmente se recubría con lajas y enlucido de barro; además la fachada norte muestra una canaleta. En particular, la forma y el sistema constructivo de la segunda etapa del Edificio Principal son muy parecidos a la primera etapa del Edifico B de Tula (Acosta Reference Acosta1954:59-62; Cruz Reference Cruz2007:86-88), pero en general muestra un estilo estandarizado como los basamentos epiclásicos (Gendrop Reference Gendrop1984:20; Spence Reference Spence, Foster and Gorenstein2000:257). En resumen, el Conjunto Principal mantuvo el diseño de patio hundido en sus dos etapas constructivas, pero el estilo del Edificio Principal y el Edificio B es más afín a las culturas del Altiplano. A continuación, se presenta un análisis de la Subestructura del Edificio Principal para mostrar que este edificio también incorpora algunos rasgos de la arquitectura oaxaqueña e innovaciones locales.

La Subestructura del Edificio Principal

La Subestructura está compuesta por un basamento de planta rectangular con dos escalinatas adosadas y un templo en la cima (Figura 3). El basamento tiene un perfil en talud-tablero, con el tablero más alto (2,5 m) que el talud (1,4 m). Los materiales constructivos principales son lajas de piedra caliza, arenisca y toba para las fachadas y la escalinata. Los rellenos constructivos están conformados por piedras de toba de gran volumen. El mortero y los aplanados se elaboraron con una argamasa de lodo con textura limosa-arcillosa, inclusiones de arenas, gravillas y materia orgánica. Todos estos materiales provienen de la meseta y yacimientos cercanos (Castañeda Reference Castañeda, López and López2015:304).

Formalmente, el perfil de la Subestructura es muy parecido a los basamentos teotihuacanos porque el talud es más corto y el tablero tiene el doble o triple de altura (Gendrop Reference Gendrop1984:9; Morelos Reference Morelos1993:93). Además, el talud de la Subestructura tiene una inclinación de 54 grados que sigue los estándares teotihuacanos que oscilan entre los 55 y 60 grados (Figura 6). La fachada del talud de Pahñú está construida con hiladas de piedra careada aglutinadas con lodo y con aplanado del mismo material (Figura 7). Este procedimiento se observa en los taludes teotihuacanos con la diferencia en las materias primas de cada lugar y la ausencia de enlucido de estuco en Pahñú (Murakami Reference Murakami2010:169-170). El enlucido de la Subestructura es una capa delgada de pintura blanca preservada en algunas partes del tablero norte que logra un efecto visual similar. Un basamento teotihuacano en El Rosario también muestra una solución semejante en los muros del templo, aunque el piso sí es de estuco (Saint-Charles y Fenoglio Reference Charles, Carlos, Fenoglio, Lauriers and Murakami2022:204; Saint-Charles et al. Reference Charles, Carlos, Viramontes and Fenoglio2010:72-85). Por ahora, se desconoce si la Subestructura se erigió a partir de un sistema de cajones constructivos reticulados como en la segunda etapa del Edificio Principal (Castañeda Reference Castañeda, López and López2015:311-312). De ser así, nuestra interpretación se reforzaría aún más (véase Morelos Reference Morelos1993:78-79). Cabe mencionar que el talud-tablero ocasionalmente aparece en la arquitectura zapoteca, pero muestra un remate vertical en la base del talud (Gendrop Reference Gendrop1984:25; Robles Reference Robles2009:155).

Figura 7. Tableros y talud: (a) fachada sur; (b) fachada norte; (c) fachada este; (d) detalle del talud; (e) detalle del tablero: (1) panel superior; (2) panel inferior; (3) fondo; (4) saliente. (Color en la versión electrónica)

Tableros

La Subestructura cuenta con tableros en sus cuatro fachadas, compuestos por dos paneles superpuestos. Las fachadas norte y sur cuentan con dos tableros interrumpidos por una escalinata. Los tableros sur tienen forma de U invertida y son más anchos (5 m); los del norte tienen forma de L invertida y son más angostos (3 m). Esta asimetría resulta del ancho de las escalinatas que tampoco es homogéneo. Por último, el tablero este tiene forma de E invertida. Los paneles se construyeron con dos hiladas de lajas acostadas que enmarcan una o dos filas de lajas expuestas por cara más amplia. Este procedimiento constructivo es muy similar al llamado “opus nuevo” zapoteco que es común en Monte Albán entre las fases II y IIIA (Robles Reference Robles2009:55). Estilísticamente existe gran semejanza entre los tableros de Pahñú con el doble escapulario de Monte Albán; sin embargo, hay diferencias importantes, pues el panel superior de Pahñú tiene una pequeña saliente y es más largo que el panel inferior (Texto suplementario 1). Por otra parte, el tablero de Pahñú se recarga sobre el talud del edificio; este es un rasgo típico de los tableros teotihuacanos (Murakami Reference Murakami2010:169). Finalmente, en los tableros de Pahñú también se observan soluciones locales como el aplanado de lodo y rastros del enlucido de pintura blanca (Figura 7).

De acuerdo con los fechamientos disponibles, la Subestructura fue usada entre 400 y 600 dC (Tabla 3). Estos datos son consistentes con la aparición del doble escapulario en Monte Albán IIIA (Acosta Reference Acosta and Willey1965:827-830; Gendrop Reference Gendrop1984:24). Una interpretación alternativa basada en la declinación magnética de los edificios afirma que inicialmente apareció un escapulario sencillo de un panel en IIIA Tardío (540 dC) y posteriormente aparece el doble escapulario en IIIB-IV (680 dC). Esta interpretación presenta un desfase importante con la mayoría de las cronologías cerámicas con fechas de radiocarbono (Fähmel Beyer Reference Fähmel Beyer1996:89-91; Tabla 1). Además, el escapulario sencillo se ha registrado en fechas más tempranas en el barrio Oaxaqueño (Gómez y Gazzola Reference Gómez, Gazzola, Lauriers and Murakami2022:88; Ortega Reference Ortega2014:153-154). Por último, la E invertida de la fachada este parece corresponder al elemento trilobulado, un símbolo mesoamericano con amplia distribución espaciotemporal, incluyendo El Rosario, donde aparece al interior del templo en pintura mural (Saint-Charles y Fenoglio Reference Charles, Carlos, Fenoglio, Lauriers and Murakami2022:203). Existen varias interpretaciones sobre su significado; sin embargo, todas sostienen que es un símbolo de poder con connotaciones sacrificiales (Sandoval Reference Sandoval2009:177; Stocker y Howe Reference Stocker and Howe2003:88-90).

Templo de Adobe

El templo se distingue por sus muros de adobe. Tiene una planta rectangular con dos cuartos definidos por un muro interior. El muro perimetral es vertical al interior y muy probablemente en talud-tablero al exterior, aunque sólo se tiene evidencia del talud pues está enrasado a 1 m de altura. El muro perimetral fue construido con un paramento vertical compuesto por dos hiladas de bloques de adobe y un talud adosado elaborado con hiladas de piedra con argamasa de lodo, y piedras careadas y lajas en la fachada. El talud tiene una inclinación de 54 grados que al proyectarse muestra un posible perfil del templo. Sin embargo, esta opción parece improbable porque no deja espacio para continuar el muro de adobe que era más alto según indica la cantidad de adobe en los escombros. Por lo tanto, un perfil en talud-tablero es más probable (Figura 8). No hay evidencia clara de los accesos, pero posiblemente había dos que corresponden con las escalinatas. En el lado sur se encontró la huella de dos columnas circulares de 1 m de diámetro. El piso del templo está compuesto por varias capas delgadas de barro cocido sobre un firme de gravilla de caliche. El piso fue quemado y cortado uniformemente de este a oeste a la altura de los muros divisorios alrededor de 500-600 dC. Encima del templo y el piso se encontró un estrato compuesto por bloques de adobe quemados y ceniza. Entre los escombros se encontraron pequeñas ofrendas compuestas por puntas de proyectil y navajillas de obsidiana.

Figura 8. Templo de la Subestructura. (a): (1) huella de columna; (2) fragmentos de piso de barro quemado; (3) corte prehispánico este/oeste sobre el piso; (b) muro este; (c) muro oeste; (d) bloques de adobe quemado al exterior del muro oeste; (e) perfil de la excavación mostrando el estrato de materiales quemados. (Color en la versión electrónica)

El templo de la Subestructura es parecido a los templos zapotecos de dos cuartos que se distinguen por sus muros de adobe y columnas circulares. Estos templos aparecen en Oaxaca desde la fase II hasta IIIB (Marcus y Flannery Reference Marcus and Flannery2004:18259-18261; Redmond y Spencer Reference Redmond and Spencer2008:257-258). Sin embargo, el muro perimetral de Pahñú presenta rasgos teotihuacanos debido a su perfil en talud-tablero contrario a los templos oaxaqueños, comúnmente con muros verticales (Morelos Reference Morelos1993:96-98; Murakami Reference Murakami2010:170-172; Saint-Charles et al. Reference Charles, Carlos, Viramontes and Fenoglio2010:72-85). Además, el talud adosado también muestra los rasgos constructivos teotihuacanos descritos previamente. Esto no significa que el adobe fuera desconocido en Teotihuacán; sin embargo, parece haber estado restringido a los rellenos constructivos de los basamentos (Morelos Reference Morelos1993:81-84; Murakami Reference Murakami2010:113; Sugiyama et al. Reference Sugiyama, Sugiyama and Sarabia2013:410).

Por último, los rituales de clausura registrados en el templo de Pahñú son recurrentes en los sitios monumentales del Clásico. En el área de Oaxaca y Teotihuacán existen varios ejemplos de las prácticas de enrasado e incineración de los templos (Marcus y Flannery Reference Marcus and Flannery2004:18261; Redmond y Spencer Reference Redmond and Spencer2008:245-254). Sin embargo, el caso más significativo es el Gran Incendio de Teotihuacán que marca la fractura política de la urbe, donde el templo y las escalinatas de las estructuras monumentales fueron quemados y destruidos alrededor de 550-575 dC, según los fechamientos más recientes (Beramendi-Orosco et al. Reference Beramendi-Orosco, Gonzalez-Hernandez, Urrutia-Fucugauchi, Manzanilla, Soler-Arechalde, Gogichaishvili and Jarboe2009:105; Manzanilla Reference Manzanilla2003:70-73). Igualmente, el templo del basamento teotihuacano en El Rosario fue enrasado y renovado varias veces; sin embargo, la tercera etapa también fue incendiada alrededor de 600 dC (Saint-Charles y Fenoglio Reference Charles, Carlos, Fenoglio, Lauriers and Murakami2022:205; Saint-Charles et al. Reference Charles, Carlos, Viramontes and Fenoglio2010:76-97). De tal manera, por las características del ritual de clausura de la Subestructura y la sincronía con los incendios de Teotihuacán y El Rosario parece que Pahñú también conmemoró la fractura del poder teotihuacano.

Escalinatas

La Subestructura cuenta con dos escalinatas adosadas, una en la fachada sur y otra en la norte. La escalinata sur es más angosta (5,6 m) y sirve de acceso al edificio desde la plaza. Esta escalinata se construyó a partir de una rampa de rocas de toba pegadas con lodo. Los escalones se fabricaron con hileras de lajas para el peralte y una tapa de lodo en la huella. Esta escalinata se exploró parcialmente, pero al parecer había un descanso conformado por un piso de barro que fue quemado y roto como el piso del templo. La escalinata está flanqueada por dos alfardas de 1,2 m de ancho, construidas con hileras de piedra y barro intercaladas con un aplanado de barro. Las alfardas no mostraron ningún remate; sin embargo, el borde superior tiene espacio para estos (Figura 9). La escalinata norte es doble y es más amplia (10 m), con alfardas laterales y en el centro. Los primeros tres escalones están oscurecidos por el fuego; sin embargo, esta escalinata parece ornamental ya que los escalones son angostos, irregulares y bastante frágiles, apenas definidos con barro y piedras pequeñas. Las alfardas laterales tienen un núcleo de piedras con fachada de piedras careadas y lajas cubierta con aplanado de barro. Además, cuentan con remates superiores en forma de dado rectangular elaborados con el sistema constructivo de los tableros (Figura 10). Una interpretación sugiere que la fachada norte del templo servía para escenificar rituales hacia la parte habitacional del sitio, explicando así el carácter ornamental de la doble escalinata (Morett Reference Morett2006).

Figura 9. Escalinata sur: (a) exploración 1995 (en Morett Reference Morett2006); (b) alfarda sureste con proyección del dado superior; (c) capa de ceniza sobre un piso de barro; (d) detalle de la alfarda sureste.

Figura 10. Escalinata norte: (a) doble escalinata; (b) perfil del dado; (c) frontal del dado; (d) detalle de la doble escalinata y la alfarda central. (Color en la versión electrónica)

En general, las escalinatas de la Subestructura asemejan el estilo teotihuacano debido a que están adosadas, la forma de las alfardas y algunos rasgos constructivos como la rampa, sobre la cual se definen los escalones y alfardas (Cowgill Reference Cowgill2015:127; Morelos Reference Morelos1993:99; Murakami Reference Murakami2010:170). Por otra parte, los dados de Pahñú son más cercanos al estilo zapoteco, donde se ubican en la cima y/o la base de las alfardas (Gendrop Reference Gendrop1984:10-26). Sin embargo, las escalinatas de Pahñú son más que una mezcla de rasgos teotihuacanos y zapotecos, pues también presentan innovaciones que definen un estilo local explícito en las escalinatas asimétricas del edificio y en la doble escalinata del norte. En Teotihuacán y Monte Albán existen edificios con escalinatas en fachadas opuestas, aunque el formato de Pahñú es más cercano a los ejemplos teotihuacanos, pero se distingue por la asimetría de sus escalinatas (Texto suplementario 1; Robles Reference Robles2009:76-78). Por último, la doble escalinata es considerada un rasgo distintivo de los pueblos nahuas del Posclásico tardío, pero recientemente se ha publicado un ejemplo en un basamento de la fase Tollán (Getino Reference Getino2021:121-125). Evidentemente, la doble escalinata de Pahñú es más antigua y podría ser una innovación arquitectónica del sitio, inspirada en algunos elementos de la cultura teotihuacana como los petrograbados del sitio de Xiuhuigo con el glifo de la escalinata y la doble escalinata (Torres y Arriaga Reference Torres, Arriaga and Lara2019:267-275). En Pahñú hay al menos un petrograbado de este tipo, pero estos ejemplos también aparecen ocasionalmente en los sitios de Querétaro y Guanajuato, donde predomina la tradición Lerma.

Discusión

Los resultados anteriores muestran que la arquitectura clásica de Pahñú es híbrida desde distintas perspectivas. Por un lado, el patrón de asentamiento del sitio y el estilo arquitectónico del Conjunto Principal corresponden a la tradición del Bajío, pero los edificios emulan y adaptan la arquitectura teotihuacana. Además, la Subestructura incorpora rasgos zapotecos e innovaciones estilísticas. La ubicación de Pahñú en el área limítrofe entre los asentamientos teotihuacanos del área Tula-Tepeji y la tradición de patios hundidos es fundamental para explicar el surgimiento de ese estilo híbrido. En el área Tula-Tepeji hay dos sitios con presencia teotihuacana y zapoteca, Acoculco y El Tesoro, que también experimentaron un proceso de sincretismo debido a su posición periférica respecto a los centros administrativos, y paradójicamente les otorgó mayor autonomía (Blanton Reference Blanton2015:9177-9178; González Reference González2021:370; Holt Mehta Reference Holt Mehta, Lauriers and Murakami2022:123; Murakami Reference Murakami2016:73). Como sabemos, el abandono del área Tula-Tepeji y la fundación de Pahñú comenzaron en Xolalpan temprano. Por lo tanto es plausible suponer que Acoculco y El Tesoro buscaron ajustar su orientación política cuando el poder teotihuacano decayó en el área Tula-Tepeji (Healan y Cobean Reference Healan, Cobean and Beekman2019:71; Sandoval Reference Sandoval2017:95-96). Algunos rasgos tecno-estilísticos de los edificios de Pahñú sustentan una probable conexión con el área Tula-Tepeji; sin embargo, estos rasgos se adaptaron a los materiales constructivos locales. Un aspecto que todavía resulta difícil de explicar es la presencia del tablero oaxaqueño en el valle del Mezquital; sin embargo, el barrio Oaxaqueño presenta bastantes ejemplos (Gómez y Gazzola Reference Gómez, Gazzola, Lauriers and Murakami2022:88; Ortega Reference Ortega2014:152-155). Igualmente, cabe aclarar que hasta la fecha no se ha registrado cerámica de estilo zapoteco en Pahñú.

El Rosario es otro sitio relevante para entender Pahñú; es un asentamiento en la frontera sur de Querétaro con materiales teotihuacanos domésticos y ceremoniales, así como un basamento que reproduce el estilo y sistema constructivo de ese grupo. Por sus características, se ha interpretado como un enclave teotihuacano de élite (Saint-Charles y Fenoglio Reference Charles, Carlos, Fenoglio, Lauriers and Murakami2022:191; Saint-Charles et al. Reference Charles, Carlos, Viramontes and Fenoglio2010:8-10). Por otra parte, Pahñú reprodujo algunos aspectos monumentales y ceremoniales teotihuacanos, pero no tuvo acceso al estuco. Igualmente, los sitios clásicos del Bajío y la cuenca de Cuitzeo son relevantes, pues al igual que Pahñú muestran materiales teotihuacanos y copias de artefactos ceremoniales en espacios de alto estatus. De acuerdo con las investigaciones previas, las élites locales utilizaron esos materiales para mantener su prestigio, incluyendo algunos sitios de la tradición de patios hundidos (Faugère et al. Reference Faugère, Pierce and Cabadas-Báez2019:2-3; Filini Reference Filini2015:100-108, Reference Filini, Lauriers and Murakami2022:218-224; Hernández Reference Hernández, Williams and Maldonado2016:234). Sin embargo, Pahñú también refleja una diferencia importante: los materiales teotihuacanos y copias parecen restringirse a la cerámica pulida y bicroma, pues hasta ahora no hay evidencia de anaranjado delgado y obsidiana verde para esa época. Esta evidencia sugiere que Pahñú replicó algunos comportamientos de las regiones vecinas, pero la escasez de materiales teotihuacanos y la alta dependencia en recursos locales indican que Pahñú fue un sitio marginal respecto a sus vecinos teotihuacanos y del Bajío (véase González Reference González2021:375-379; Stark Reference Stark1990:248-249).

Las investigaciones previas argumentan que fue necesaria una red de intercambio con Teotihuacán para circular los bienes (Faugère et al. Reference Faugère, Pierce and Cabadas-Báez2019:3; Filini Reference Filini2015:97-106, Reference Filini, Lauriers and Murakami2022:215; Saint-Charles y Fenoglio Reference Charles, Carlos, Fenoglio, Lauriers and Murakami2022:194). Sobre este punto, Filini sostiene que la ideología teotihuacana fue fundamental para el desarrollo de una economía ritual centrada en la circulación de bienes suntuarios entre el centro y la periferia. Esta red estaría constituida por distintos tipos de nodo (presencia, relación bilateral y receptores), donde el Bajío y el occidente principalmente representarían nodos receptores unidireccionales del centro a las periferias. Siguiendo ese modelo, Pahñú estaría localizado en los márgenes de una zona de alta conectividad y también habría funcionado como un nodo receptor de la ideología teotihuacana, debido a su prestigio y capacidad de comunicación.

Así, Pahñú posiblemente surgió de una alianza entre grupos de élite de la tradición de patios hundidos y el área Tula-Tepeji en una zona liminar. Este pacto se materializó en un estilo local híbrido que permitía justificar su presencia en una zona donde el poder teotihuacano conservaba su prestigio, pero ya iba en declive. En otras palabras, el estilo híbrido de Pahñú sirvió para establecer un nexo distante con el poder teotihuacano, posiblemente más como un heredero que como un aliado. Otra posibilidad sería que alguno de estos grupos haya retomado los símbolos de poder propio y ajenos con el mismo propósito. En este caso, es plausible pensar que un grupo de la tradición de patios hundidos reinterpretó los símbolos teotihuacano-zapotecas para justificar su posición en la frontera y reorganizar a las poblaciones del área Tula-Tepeji. En cualquier caso, el estilo monumental híbrido de Pahñú sirvió para desplegar filiaciones políticas con sus vecinos teotihuacanos y del Bajío, pero debido a diversos factores históricos, geográficos y económicos esas relaciones no eran tan estrechas en realidad. Es decir, el estilo autóctono de Pahñú generó cierta ambigüedad política al desplegar dos filiaciones, pero al mismo tiempo mantuvo cierta autonomía debido a su atipicidad y marginalidad respecto a los grupos hegemónicos. Así, Pahñú pone a prueba las versiones que conciben el centro y el Bajío como dos áreas culturales que tuvieron contacto durante el Clásico, pero sólo intercambiaron rasgos culturales hasta el Epiclásico.

Por último, al igual que El Rosario, Pahñú conmemoró el fin del mundo teotihuacano y ambos continuaron funcionando durante el Epiclásico (Saint-Charles y Enríquez Reference Charles, Carlos, Enríquez and Solar2006:318). Específicamente, Pahñú adoptó algunas prácticas más generalizadas, como un estilo arquitectónico estandarizado, la cerámica Coyotlatelco y los petrograbados de la tradición Lerma. Como se explicó anteriormente, algunos investigadores consideran que la cultura material del Epiclásico refleja la fusión de rasgos teotihuacanos y del Bajío. Además, las investigaciones de la región de Tula sostienen que los sitios del Clásico en las planicies fueron abandonados para fundar nuevos asentamientos en áreas elevadas en el Epiclásico. Estos cambios supuestamente reflejan la transición a un régimen de pequeñas unidades políticas autónomas (Healan y Cobean Reference Healan, Cobean and Beekman2019:75-79). Sin embargo, Pahñú no se ajusta completamente a ese modelo porque muestra una continuidad ocupacional entre el Clásico y el Epiclásico que habla de cierta estabilidad política durante seis siglos. Una perspectiva teórica sostiene que un centro de poder mesoamericano capaz de mantener su liderazgo por largo tiempo requería un gobierno corporativo caracterizado por la distribución de poder, poca desigualdad, representaciones del poder despersonalizadas y mayor dependencia de la producción local (Feinman Reference Feinman, Roscoe and Isenhour2021:115). En Pahñú hay evidencia de las dos últimas. Sin embargo, este sitio también es relevante porque sin ser un centro urbano de gran escala como Teotihuacán, mantuvo su liderazgo por un período similar. Así, Pahñú puede caracterizarse como un centro político que supo adaptarse a los cambios sociales entre el Clásico y el Epiclásico debido a su flexibilidad política, aprovechando su ubicación geográfica entre el centro y el Bajío.

Agradecimientos

Agradezco a Linda Manzanilla el apoyo para esta investigación. Igualmente, agradezco a Sabrina Farias, Luis Morett y Camilo Mireles por sus aclaraciones. Finalmente, agradezco a los dictaminadores por sus valiosas aportaciones. Salvo que se indique lo contrario, todas las fotografías e ilustraciones son cortesía del autor.

Declaración de financiamiento

Este trabajo fue financiado por la Universidad Nacional Autónoma de México y el Programa de Becas Posdoctorales del Instituto de Investigaciones Antropológicas.

Declaración de disponibilidad de datos

Los datos utilizados en este trabajo se encuentran disponibles en el Archivo Técnico de la Coordinación Nacional de Arqueología en la Ciudad de México.

Conflicto de intereses

El autor declara que no hay ningún conflicto de intereses.

Material suplementario

Para acceder al material suplementario que acompaña este artículo, visitar https://doi.org/10.1017/laq.2023.16.

Tabla suplementaria 1. Materiales cerámicos diagnósticos de Pahñú obtenidos en excavación en Conjunto Principal.

Figura suplementaria 1. Cerámica de Pahñú.

Figura suplementaria 2. Petrograbados de Pahñú. Proyecto Valle del Mezquital.

Texto suplementario 1. Varias ilustraciones de elementos arquitectónicos referidos en el texto principal del artículo.

References

Referencias citadas

Acosta, Jorge. 1954. Resumen de los informes de las exploraciones arqueológicas en Tula, Hidalgo: Durante las VI, VII y VII temporadas 1946-1950. Anales del Instituto Nacional de Antropología e Historia 6(8):37115.Google Scholar
Acosta, Jorge. 1965. Preclassic and Classic Architecture of Oaxaca. En Archaeology of Southern Mesoamerica Part 2, editado por Willey, Gordon R., pp. 814836. Handbook of Middle American Indians Vol. 3. University of Texas Press, Austin.Google Scholar
Baltali, Sevil. 2013. Architectural Spaces and Hybrid Practices in Ancient Northern Mesopotamia. En The Archaeology of Hybrid Material Culture, editado por Card, Jeb, pp. 466485. Southern Illinois University Press, Carbondale.Google Scholar
Beramendi-Orosco, Laura, Gonzalez-Hernandez, Galia, Urrutia-Fucugauchi, Jaime, Manzanilla, Linda R., Soler-Arechalde, Ana M., Gogichaishvili, Avto y Jarboe, Nick. 2009. High-Resolution Chronology for the Mesoamerican Urban Center of Teotihuacan Derived from Bayesian Statistics of Radiocarbon and Archaeological Data. Quaternary Research 71(2):99107.10.1016/j.yqres.2008.10.003CrossRefGoogle Scholar
Blanton, Richard. 2015. Theories of Ethnicity and the Dynamics of Ethnic Change in Multiethnic Societies. PNAS 112(30):91769181. https://doi.org/10.1073/pnas.1421406112.CrossRefGoogle ScholarPubMed
Bonfil, Alicia. 2006. La cerámica rojo sobre bayo y el complejo San Juan: Primeros acercamientos al Epiclásico del norte del Estado de México. En El fenómeno Coyotlatelco en el centro de México: Tiempo, espacio y significado, editado por Solar, Laura, pp. 291308. Instituto Nacional de Antropología e Historia, Ciudad de México.Google Scholar
Braniff, Beatriz y Hers, Marie Areti. 1998. Herencias chichimecas. Arqueología 19:5580.Google Scholar
Cárdenas, Efraín. 1999. La arquitectura de patio hundido y las estructuras circulares en el Bajío: Desarrollo regional e intercambio cultural. En Arqueología y etnohistoria: La región del Lerma, editado por Williams, Eduardo y Weigand, Phil, pp. 4173. El Colegio de Michoacán, Zamora, México.Google Scholar
Castañeda, Alejandra. 2015. Aspectos tecnocognitivos para la caracterización de la cultura Xajay a partir de su sistema constructivo. En Identidad y territorio en la Teotlalpan y la provincia de Jilotepec, editado por López, Fernando y López, Haydeé, pp. 295332. Consejo Estatal para la Cultura y las Artes, Pachuca de Soto, México.Google Scholar
Castañeda, Alejandra y Mireles, Camilo. 2020. El sistema tecnológico Xajay: Cadenas operativas en cerámica, lítica y sistema constructivo del centro ceremonial Pahñú. En Entramados en el Mezquital: Treinta años de investigaciones interdisciplinarias del Proyecto Valle del Mezquital, editado por López, Fernando, López, Haydeé y Battcock, Clementina, pp. 245268. Instituto Nacional de Antropología e Historia, Ciudad de México.Google Scholar
Castañeda, Carlos. 1992. Un antiguo señorío en el bajío guanajuatense: San Bartolo Agua Caliente. Tesis de maestría, Facultad de Antropología, Universidad Veracruzana, Veracruz, México.Google Scholar
Cedeño, Jaime. 1998. El culto al lugar central: Posibilidades en torno a un problema arqueológico. Arqueología 20:5364.Google Scholar
Cervantes, Juan y Fournier, Patricia. 1994. Regionalización y consumo: Una aproximación a los complejos cerámicos epiclásicos del valle del Mezquital, México. Boletín de Antropología Americana 29:105130.Google Scholar
Cowgill, George. 2013. Possible Migrations and Shifting Identities in the Central Mexican Epiclassic. Ancient Mesoamerica 24(1):131149.10.1017/S0956536113000060CrossRefGoogle Scholar
Cowgill, George. 2015. Ancient Teotihuacan: Early Urbanism in Central Mexico. Cambridge University Press, Cambridge.10.1017/CBO9781139046817CrossRefGoogle Scholar
Crespo, Ana Maria. 1991. Variantes del asentamiento en el valle de Querétaro: Siglos I a IX dC. En Querétaro prehispánico, editado por Crespo, Ana Maria y Brambila, Rosa, pp. 99135. Instituto Nacional de Antropología e Historia, Ciudad de México.Google Scholar
Croissier, Michelle. 2007. The Zapotec Presence at Teotihuacan, Mexico: Political Ethnicity and Domestic Identity. Tesis doctoral, Department of Anthropology, University of Illinois, Urbana. ProQuest (3290211).Google Scholar
Cruz, Tamara. 2007. Construyendo Tollán: Estudio de las cimentaciones del Edificio 3, el Edificio B y las plataformas anexas al Edificio B del recinto monumental de Tula, Hidalgo. Tesis de licenciatura, Departamento de Arqueología, Escuela Nacional de Antropología e Historia, Ciudad de México.Google Scholar
Deagan, Kathleen. 2013. Hybridity, Identity, and Archaeological Practice. En The Archaeology of Hybrid Material Culture, editado por Card, Jeb, pp. 260276. Southern Illinois University Press, Carbondale.Google Scholar
Fähmel Beyer, Bernd. 1996. La definición de la Fase IIIA tardía en Monte Alban. Indiana 14:8798. http://dx.doi.org/10.18441/ind.v14i0.87-98.Google Scholar
Farías, Sabrina. 2015a. Los grupos Xajay al sur de la frontera norte de Mesoamérica. En Identidad y territorio en la Teotlalpan y la provincia de Jilotepec, editado por López, Fernando y López, Haydeé, pp. 273294. Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo, Pachuca de Soto, México.Google Scholar
Farías, Sabrina. 2015b. La cultura Xajay: Los otomíes al sur de la frontera norte de Mesoamérica: Caracterización por medio de su firma fractal. Tesis doctoral, Departamento de Arqueología, Escuela Nacional de Antropología e Historia, Ciudad de México.Google Scholar
Farías, Sabrina y Castañeda, Alejandra. 2014. La cultura Xajay: Desarrollo y territorio. En Huichapan: Tres momentos de su historia, editado por López, Fernando y López, Haydeé, pp. 2338. Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo, Pachuca de Soto, México.Google Scholar
Faugère, Brigitte. 1997. Las representaciones rupestres del centro-norte de Michoacán. Centre Français d’Études Mexicaines et Centraméricaines, Ciudad de México.Google Scholar
Faugère, Brigitte, Pierce, Daniel y Cabadas-Báez, Héctor. 2019. Teotihuacan Neighborhoods’ Expansion in Northwestern Mexico: Cultural Implications and Social Processes from Ceramic Analysis of El Mezquital-Los Azules, Guanajuato. Journal of Anthropological Archaeology 56:101116. https://doi.org/10.1016/j.jaa.2019.101116.CrossRefGoogle Scholar
Feinman, Gary. 2021. Leadership, the Funding of Power, and Sustainability in the Prehispanic Mesoamerican World. En Consumption, Status, and Sustainability: Ecological and Anthropological Perspectives, editado por Roscoe, Paul y Isenhour, Cindy, pp. 114143. Cambridge University Press, Cambridge.10.1017/9781108874441.006CrossRefGoogle Scholar
Feinman, Gary y Nicholas, Linda. 2020. Teotihuacan and Oaxaca: Assessing Prehispanic Relations. En Teotihuacan: The World beyond the City, editado por Hirth, Kenneth, Carballo, David y Arroyo, Barbara, pp. 331369. Dumbarton Oaks, Washington, DC.Google Scholar
Filini, Agapi. 2015. Teotihuacan: Ritual Economy, Exchange, and Urbanization Processes in Classic Period Mesoamerica. Economic Anthropology 2(1):97119.10.1002/sea2.12020CrossRefGoogle Scholar
Filini, Agapi. 2022. Teotihuacan and West Mexico: Ritual, Exchange, and Interdependence. En Teotihuacan and Early Classic Mesoamerica: Multiscalar Perspectives on Power, Identity, and Interregional Relations, editado por Lauriers, Claudia García-Des y Murakami, Tatsuya, pp. 214234. University Press of Colorado, Louisville.10.5876/9781646422210.c009CrossRefGoogle Scholar
Fournier, Patricia y Vargas, Rocío. 2002. En busca de los “Dueños del Silencio”: Cosmovisión y ADN antiguo de las poblaciones otomíes epiclásicas en la región de Tula. Estudios de Cultura Otopame 3:3775.Google Scholar
Fowler, Chris. 2010. From Identity and Material Culture to Personhood and Materiality. En The Oxford Handbook of Material Culture Studies, editado por Hicks, Dan y Beaudry, Mary, pp. 353385. Oxford University Press, Oxford.Google Scholar
Frieman, Catherine. 2013. Innovation and Identity: The Language and Reality of Prehistoric Imitation and Technological Change. En The Archaeology of Hybrid Material Culture, editado por Card, Jeb, pp. 318341. Southern Illinois University Press, Carbondale.Google Scholar
Gendrop, Paul. 1984. El tablero-talud en la arquitectura mesoamericana. Cuadernos de Arquitectura Mesoamericana 2:528.Google Scholar
Getino, Fernando. 2021. Archaeological Investigations in the Northern Portion of Ancient Tula. Ancient Mesoamerica 32(1):118133. https://doi.org/10.1017/S095653612000022X.CrossRefGoogle Scholar
Gómez, Sergio y Gazzola, Julie. 2022. Interactions, Ethnicity, and Subsistence Strategies among the Minority Groups of the Ancient City of Teotihuacan. En Teotihuacan and Early Classic Mesoamerica: Multiscalar Perspectives on Power, Identity, and Interregional Relations, editado por Lauriers, Claudia García-Des y Murakami, Tatsuya, pp. 74102. University Press of Colorado, Louisville.10.5876/9781646422210.c003CrossRefGoogle Scholar
González, Alfredo. 2021. Subaltern Assemblages: The Archaeology of Marginal Places and Identities. World Archaeology 53(3):369383. https://doi.org/10.1080/00438243.2021.2040127.CrossRefGoogle Scholar
González, Fernando. 2008. Un espacio para la muerte: Arqueología funeraria en San Juan del Río, Querétaro. Instituto Nacional de Antropología e Historia, Ciudad de México.Google Scholar
Healan, Dan y Cobean, Robert. 2019. Three Migration Case Studies from the Tula Region. En Migrations in Late Mesoamerica, editado por Beekman, Christopher, pp. 6687. University Press of Florida, Gainesville.Google Scholar
Healan, Dan, Cobean, Robert y Bowsher, Robert. 2021. Revised Chronology and Settlement History of Tula and the Tula Region. Ancient Mesoamerica 32(1):165186. https://doi.org/10.1017/S095653612000022X.CrossRefGoogle Scholar
Hernández, Christine. 2016. Ceramic Evidence of Teotihuacan Contact Linking the Basin of Mexico, the Bajío, and Southern Hidalgo. En Cultural Dynamics and Production Activities in Ancient Western Mexico: Papers from a Symposium Held in the Center for Archaeological Research, El Colegio de Michoacán 18-19 September 2014, editado por Williams, Eduardo y Maldonado, Blanca, pp. 215238. Archaeopress, Oxford.10.2307/j.ctvxw3nnb.17CrossRefGoogle Scholar
Holt Mehta, Haley. 2022. Creolization and Ethnogenesis in Teotihuacan's Hinterland: Zapo-Teotihuacanos at El Tesoro, Southern Hidalgo. En Teotihuacan and Early Classic Mesoamerica: Multiscalar Perspectives on Power, Identity, and Interregional Relations, editado por Lauriers, Claudia García-Des y Murakami, Tatsuya, pp. 123145. University Press of Colorado, Louisville.10.5876/9781646422210.c005CrossRefGoogle Scholar
Lemos, Rennan y Budka, Julia. 2021. Alternatives to Colonization and Marginal Identities in New Kingdom Colonial Nubia (1550-1070 BCE). World Archaeology 53(3):401418. https://doi.org/10.1080/00438243.2021.1999853.CrossRefGoogle Scholar
López, Fernando, Farías, Sabrina y Castañeda, Alejandra. 2013. Proyecto Especial Pahñú: Informe de la temporada de campo 2012, Informe inédito, Archivo Técnico de la Coordinación Nacional de Arqueología, Ciudad de México.Google Scholar
López, Fernando y Fournier, Patricia. 2009. Espacio, tiempo y asentamientos en el valle del Mezquital: Un enfoque comparativo con los desarrollos de William T. Sanders. Cuicuilco 47:113146.Google Scholar
López, Fernando, Solar, Laura y Vilanova, Rodrigo. 1998. El valle del Mezquital: Encrucijadas en la historia de los asentamientos humanos en un espacio discontinuo. Arqueología 20:2140.Google Scholar
López, Fernando y Vilanova, Rodrigo. 2008. Proyecto Específico Pahñú: Informe de la temporada 2007-2. Informe inédito, Archivo Técnico de la Coordinación Nacional de Arqueología, Ciudad de México.Google Scholar
Loren, Diana. 2013. Considering Mimicry and Hybridity in Early Colonial New England: Health, Sin and the Body “Behung with Beades.” Archaeological Review from Cambridge 28(1):151168.Google Scholar
Manzanilla, Linda. 2003. El proceso de abandono de Teotihuacán y su reocupación por grupos epiclásicos. Trace 43:7076. http://dx.doi.org/10.22134/trace.43.2003.524.Google Scholar
Marcus, Joyce y Flannery, Kent. 2004. The Coevolution of Ritual and Society: New 14C Dates from Ancient Mexico. PNAS 101(52):1825718261. https://doi.org/10.1073/pnas.0408551102.CrossRefGoogle ScholarPubMed
Mastache, Alba Guadalupe, Cobean, Robert y Healan, Dan. 2002. Ancient Tollan: Tula and the Toltec Heartland. University Press of Colorado, Boulder.Google Scholar
Morelos, Noel. 1993. Proceso de producción de espacios y estructuras en Teotihuacán: Conjunto Plaza Oeste y Complejo Calle de los Muertos. Instituto Nacional de Antropología e Historia, Ciudad de México.Google Scholar
Morett, Luis. 2006. Desarrollo regional Xajay: Poniente del valle del Mezquital. Informe técnico, Archivo Técnico de la Coordinación Nacional de Arqueología, Ciudad de México.Google Scholar
Morett, Luis. 2020. La dinámica del Desarrollo Xajay en el poniente del valle del Mezquital. En Entramados en el Mezquital: Treinta años de investigaciones interdisciplinarias del Proyecto Valle del Mezquital, editado por López, Fernando, López, Haydeé y Battcock, Clementina, pp. 167184. Instituto Nacional de Antropología e Historia, Ciudad de México.Google Scholar
Murakami, Tatsuya. 2010. Power Relations and Urban Landscape Formation: A Study of Construction Labor and Resources at Teotihuacan. Tesis doctoral, Department of Anthropology, Arizona State University, Tucson. ProQuest (3410582).Google Scholar
Murakami, Tatsuya. 2014. Social Identities, Power Relations, and Urban Transformations: Politics of Plaza Construction at Teotihuacan. En Mesoamerican Plazas: Arenas of Community and Power, editado por Tsukamoto, Kenishiro y Inomata, Takeshi, pp. 3449. University of Arizona Press, Tucson.10.2307/j.ctt183p8f3.5CrossRefGoogle Scholar
Murakami, Tatsuya. 2016. Materiality, Regimes of Value, and the Politics of Craft Production, Exchange, and Consumption: A Case of Lime Plaster at Teotihuacan, Mexico. Journal of Anthropological Archaeology 42:5678. https://doi.org/10.1016/j.jaa.2016.03.003.CrossRefGoogle Scholar
Nalda, Enrique. 1991. Secuencia cerámica del sur de Querétaro. En Querétaro Prehispánico, editado por Crespo, Ana Maria y Brambila, Rosa, pp. 3155. Instituto Nacional de Antropología e Historia, Ciudad de México.Google Scholar
Naum, Magdalena. 2013. Convivencia in a Borderland: The Danish-Slavic Border in the Middle Ages. Archaeological Review from Cambridge 28(1):7593.Google Scholar
Nielsen, Jesper, Alvarado, Claudia y Helmke, Christophe. 2021. The Stuccoed and Painted Benches of Xochicalco, Morelos, Mexico. Ancient Mesoamerica 32(2):249268.10.1017/S0956536120000012CrossRefGoogle Scholar
Ortega, Verónica. 2014. La presencia oaxaqueña en la ciudad de Teotihuacán durante el Clásico. Tesis doctoral, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad de México.Google Scholar
Pasztory, Esther. 1989. Identity and Difference: The Uses and Meanings of Ethnic Styles. Studies in the History of Art 27:1439.Google Scholar
Polgar, Manuel. 1998. La periferia en la continuidad y el colapso: Los asentamientos del período Clásico en el occidente del valle del Mezquital. Arqueología 20:4152.Google Scholar
Rattray, Evelyn. 2001. Teotihuacán: Cerámica, cronología y tendencias culturales. Instituto Nacional de Antropología e Historia/University of Pittsburgh, Ciudad de México.Google Scholar
Redmond, Elsa M. y Spencer, Charles S.. 2008. Rituals of Sanctification and the Development of Standardized Temples in Oaxaca, Mexico. Cambridge Archaeological Journal 18(2):239266.10.1017/S0959774308000279CrossRefGoogle Scholar
Robles, Nelly. 2009. Los monumentos arqueológicos de Monte Albán ante los desastres naturales: El sismo de 1999. Instituto Nacional de Antropología e Historia, Ciudad de México.Google Scholar
Russell, Anthony. 2016. We Are Not You: Being Different in Bronze Age Sicily. En Creating Material Worlds: The Uses of Identity in Archaeology, editado por Elizabeth Pierce, Anthony Russell, Adrián Maldonado y Louisa Campbell, pp. 153174. Oxbow Books, Oxford.Google Scholar
Charles, Saint, Carlos, Juan, Viramontes, Carlos y Fenoglio, Fiorella. 2010. El Rosario, Querétaro: Un enclave teotihuacano en el centro-norte. Instituto Nacional de Antropología e Historia, Ciudad de México.Google Scholar
Charles, Saint, Carlos, Juan y Fenoglio, Fiorella. 2022. Burning to Forget: Teotihuacan Ideology through Termination Rituals at El Rosario, Querétaro. En Teotihuacan and Early Classic Mesoamerica: Multi-scalar Perspectives on Power, Identity and Interregional Relations, editado por Lauriers, Claudia García-Des y Murakami, Tatsuya, pp. 191213. University Press of Colorado, Louisville.Google Scholar
Charles, Saint, Carlos, Juan y Enríquez, Roxana. 2006. Cerámica del Epiclásico en el sur de Querétaro. En El fenómeno Coyotlatelco en el centro de México: Tiempo, espacio y significado, editado por Solar, Laura, pp. 309326. Instituto Nacional de Antropología e Historia, Ciudad de México.Google Scholar
Sandoval, Gustavo. 2009. Construcción del espacio prehispánico: Interpretación arqueológica en el área Xajay del valle del Mezquital. Arqueología 42:166183.Google Scholar
Sandoval, Gustavo. 2017. La presencia teotihuacana en San Antonio-Acoculco. Arqueología 52:7697.Google Scholar
Schortman, Edward y Urban, Patricia. 2012. Networks, Cores, and Peripheries: New Frontiers in Interaction Studies. En The Oxford Handbook of Mesoamerican Archaeology, editado por Nichols, Deborah y Pool, Christopher, pp. 471481. Oxford University Press, Oxford.10.1093/oxfordhb/9780195390933.013.0033CrossRefGoogle Scholar
Solar, Laura. 2002. Interacción interregional en Mesoamérica: Una aproximación a la dinámica del Epiclásico. Tesis de licenciatura, Departamento de Arqueología, Escuela Nacional de Antropología e Historia, Ciudad de México.Google Scholar
Soler, Ana Maria, Caballero, Cecilia, Osete, Maria Luisa, López, Verónica, Gogichaishvili, Avto, Barrera, Alan y Urrutia, Jaime. 2019. An Updated Catalog of Prehispanic Archaeomagnetic Data for North and Central Mesoamerica: Implications for the Regional Paleosecular Variation Reference Curve. Boletín de La Sociedad Geológica Mexicana 71(2):497518.10.18268/BSGM2019v71n2a16CrossRefGoogle Scholar
Spence, Michael. 2000. From Tzintzunzan to Paquime: Peers or Peripheries in Greater Mesoamerica? En Greater Mesoamerica: The Archaeology of West and Northern Mexico, editado por Foster, Michael y Gorenstein, Shirley, pp. 255262. University of Utah Press, Salt Lake City.Google Scholar
Spence, Michael. 2005. A Zapotec Diaspora Network in Classic Period Central Mexico. En The Archaeology of Colonial Encounters: A Comparative Perspective, editado por Stein, Gil, pp. 173205. School of American Research, Santa Fe, New Mexico.Google Scholar
Stark, Barbara. 1990. The Gulf Coast and the Central Highlands of Mexico: Alternative Models for Interaction. Research in Economic Anthropology 12:243285.Google Scholar
Stocker, Terry y Howe, Kate. 2003. Reconsideración del elemento trilobulado en Mesoamérica: Examen de los datos, interpretaciones sobre su continuidad y sugerencias para investigaciones futuras. Arqueología 30:88116.Google Scholar
Sugiyama, Nawa, Sugiyama, Saburo y Sarabia, Alejandro. 2013. Inside the Sun Pyramid at Teotihuacan, Mexico: 2008-2011 Excavations and Preliminary Results. Latin American Antiquity 24(4):403432.10.7183/1045-6635.24.4.403CrossRefGoogle Scholar
Torres, Alfonso y Arriaga, Carlos. 2019. El camino de los días: Las representaciones rupestres del movimiento solar en Xihuingo y otros sitios del sur de Hidalgo (México). En Las manifestaciones rupestres en México, editado por Lara, Aline, pp. 260280. Universidad Pablo de Olavide, Sevilla, España.Google Scholar
Torres, Alfonso, Cervantes, Juan y Fournier, Patricia. 1999. Las relaciones entre el centro y la periferia: El caso de las comunidades del Clásico en la región de Tula, México. Boletín de Antropología Americana 35:7393.Google Scholar
Webster, Jane. 2001. Creolizing the Roman Provinces. American Journal of Archaeology 105(2):209225.10.2307/507271CrossRefGoogle Scholar
Figure 0

Figura 1. Ubicación de Pahñú (elaborado por Camilo Mireles, Mariana Pinto y Gustavo Sandoval).

Figure 1

Figura 2. Pahñú. Proyecto Especial Pahñú.

Figure 2

Tabla 1. Cuadro cronológico de Pahñú, región de Tula, Teotihuacán y Oaxaca.

Figure 3

Figura 3. Subestructura del Edificio Principal.

Figure 4

Figura 4. Segunda etapa del Edificio Principal: (a) fachada norte; (b) reconstrucción en la fachada sur. (Color en la versión electrónica)

Figure 5

Figura 5. Arquitectura de la tradición del Bajío. Conjuntos arquitectónicos de Magdalena-Tlacote: (a) Magdalena; (b) Tlacote; (c) La Joya; (d) San Bartolo Aguacaliente; (e) Zethé (elaborado a partir de Castañeda 1992; Cedeño 1998; Crespo 1991).

Figure 6

Tabla 2. Estilo y sistema constructivo en la primera etapa del Conjunto Principal.

Figure 7

Figura 6. Edificios del Conjunto Principal. Subestructura del Edificio Principal: (a) fachada este; (b) proyección del templo. Primera etapa constructiva del Edificio B: (c) banquetas; (d) perfil de banquetas (adaptado de Morett 2006). Plaza y Estructura Sur: (e) paramento; (f) piso de la primera etapa.

Figure 8

Tabla 3. Fechamientos arqueomagnéticos.

Figure 9

Figura 7. Tableros y talud: (a) fachada sur; (b) fachada norte; (c) fachada este; (d) detalle del talud; (e) detalle del tablero: (1) panel superior; (2) panel inferior; (3) fondo; (4) saliente. (Color en la versión electrónica)

Figure 10

Figura 8. Templo de la Subestructura. (a): (1) huella de columna; (2) fragmentos de piso de barro quemado; (3) corte prehispánico este/oeste sobre el piso; (b) muro este; (c) muro oeste; (d) bloques de adobe quemado al exterior del muro oeste; (e) perfil de la excavación mostrando el estrato de materiales quemados. (Color en la versión electrónica)

Figure 11

Figura 9. Escalinata sur: (a) exploración 1995 (en Morett 2006); (b) alfarda sureste con proyección del dado superior; (c) capa de ceniza sobre un piso de barro; (d) detalle de la alfarda sureste.

Figure 12

Figura 10. Escalinata norte: (a) doble escalinata; (b) perfil del dado; (c) frontal del dado; (d) detalle de la doble escalinata y la alfarda central. (Color en la versión electrónica)

Supplementary material: File

Sandoval supplementary material 1

Sandoval supplementary material
Download Sandoval supplementary material 1(File)
File 2.4 MB
Supplementary material: File

Sandoval supplementary material 2

Sandoval supplementary material
Download Sandoval supplementary material 2(File)
File 194.1 KB
Supplementary material: File

Sandoval supplementary material 3

Sandoval supplementary material
Download Sandoval supplementary material 3(File)
File 15.3 KB
Supplementary material: File

Sandoval supplementary material 4

Sandoval supplementary material
Download Sandoval supplementary material 4(File)
File 937 KB