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18 - La confianza
Published online by Cambridge University Press: 11 January 2024
Summary
¿Cómo, simple? ¿No sabes que alivia la pena llorar la causa?¡Cuanto
es dulce a la triste quexar su passion! ¿Cuánto descanso traen consigo
los quebrantados sospiros? ¿Cuánto relievan y disminuyen los lagrimosos
gemidos el dolor?
Celestina, acto 2º.Como quien ha conseguido la más señalada victoria entró don Sancho en casa de doña Elvira; valiole que no estaba allí entonces su tío, pues no hubiera dejado de reírse a más no poder del poeta y de su maravilloso remedio; sacó don Sancho la piedra de la bolsita, y después que todos admiraron su brillantez y las maravillosas curaciones que diz hacía, pusiéronsela en el lado del corazón a la enferma, la que por dar gusto consintió en ello, no porque creyese en sus virtudes.
Pasaron dos días, y, a pesar de ella, y de los frecuentes y largos recetones de Cosme del Pino, el mal de doña Elvira se aumentaba; quejábase de porfiados dolores de cabeza, y cuando estaba sola amargas lágrimas corrían por sus mejillas; sufría en una palabra la espantosa lucha del amor y del deber; la cuarta noche de su enfermedad la sorprendió su criada Inés, lanzando ayes lastimosos y profundos gemidos que en vano procuraba ahogar para no ser oída.
Esta criada, mora de nacimiento, ocultaba con pérfido celo y estudiadas apariencias la maldad de su corazón, y habíase captado la voluntad de todos, y en especial de su joven ama; con pretexto de visitar a una parienta que decía viviera en Jubrique, asistía algunas veces a las comilonas que en Benameda con frecuencia había; pero, ágil y mañosa, temiendo sospechasen la mala vida del ermitaño y de su tía, guardábase bien de decir a dónde iba.
—¿Qué tiene vuesamerced? —exclamó entrando— Hace algunos días que siempre la veo triste, inquieta… ¡Si algunos pesares! Vaya, ¿por qué no los comunicáis a esta vuestra leal servidora?
—No tengo, Inés —le respondió con dulzura doña Elvira—, el menor pesar.
—Señora, yo no puedo engañarme. ¿Qué significan esas lágrimas? ¿Esos suspiros que parece va vuesamerced a lanzar el alma por la boca? Sospecho…
—¡Qué sospechas! —replicó la enferma con visible agitación.
—Sospechaba, y ya vista de lo que mis palabras os han azorado creo será realidad, le hubiese sucedido algún desmán o siniestra aventura en la cacería a vuesamerced.
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- El ferí de Benastepar, o los moros de Sierra BermejaEdición, Introducción y notas de Javier Muñoz de Morales Galiana y Daniel Muñoz Sempere, pp. 143 - 145Publisher: Boydell & BrewerPrint publication year: 2023