Published online by Cambridge University Press: 29 January 2010
Mientras que los Estados reivindican una soberanía exacerbada, poco favorable al mejoramiento de la cooperación internacional, y se deteriora la aplicación del derecho humanitario en los conflictos armados, hay por todas partes hombres de buena voluntad que se comprometen. Este final de siglo es el escenario de una verdadera explosiín de iniciativas privadas, que se organizan y oponen las razones del corazón contra las razones de Estado. Múltiples organizaciones no gubernamentales, algunas de las cuales se proclaman simbólicamente «sin fronteras», reemplazan a Estados impotentes en la organización de socorros, la lucha contra la sequía, la conservación del medio ambiente o el mejoramiento de las condiciones sanitarias. Poniéndose voluntariamente al servicio del hombre, estas organizaciones persiguen indudablemente un objetivo humanitario, como se define en el primer principio de la Cruz Roja, que «se esfuerza en prevenir y aliviar el sufrimiento de los hombres en todas las circunstancias » y que «tiende a proteger la vida y la salud, así como a hacer respetar a la persona humana». A la vez que afirman una voluntad de independencia con respecto a los poderes establecidos y reivindican una libertad de acción en beneficio de todas las víctimas, las organizaciones mídicas de urgencia, siguiendo el ejemplo de Henry Dunant y el del CICR, no dudan en inscribir su acción en un nuevo derecho que debe elaborarse para prestar ayuda, incluso cuando un Estado la rechaza, a la población civil desasistida.
1 Dumas, Roland, «La France et le droit d'ingérence humanitaire», en Relations Internationales et stratúgiques, nº 3, 1991, p. 57.Google Scholar
2 Dumas, Roland, op. cit, p. 60.Google Scholar
3 Bettati, Mario: «Aunque esta noción no figura en los Convenios de Ginebra de 1949, no le es conceptualmente ajena», «Un droit d'ingérence? », RGDIP(Revue générate de droit international public), 1991, p. 645.Google Scholar
4 Así, Bernard Kouchner, en Biafra, incluso declarerá «contra la Cruz Roja —apoyado por Sartre— porque cerraba los ojos ante el bloqueo alimentario utilizado como arma de guerra. No queréa que se repitiera el error de la última guerra, cuando la Cruz Roja guardaba silencio sobre los campos de exterminio», Le Monde aujourd'hui, 9–10 de marzo de 1986, p. XII.Google Scholar
5 Rufin, Jean-Christophe, «La maladie infantile du droit d'ingérence», en Le Débat, Gallimard, nº 67, noviembre-diciembre de 1991, p. 25.Google Scholar
6 Cf., en particular, Jean-Luc Blondel, «La asistencia a las personas protegidas»; Bosko Jakovljević, «E1 derecho a la asistencia humanitarian»; Michael A. Meyer, «La acción humanitaria: un delicado acto de equilibrio»; Macallister-Smith, Peter, «Organizaciones no gubernamentales y coordinación de la asistencia humanitarian» en RICR, nº 83, septiembre-octubre de 1987Google Scholar. Maurice, Frédéric y Courten, Jean de, «La actión del CICR en favor de los refugiados y de las personas civiles desplazadas», en RICR, nº 103, enero-febrero de 1991Google Scholar. Macallister-Smith, Peter, «La protección de la población civil y la prohibición de utilizar el hambre como método de guerra», en RICR, nº 107, septiembre-octubre de 1991.Google Scholar
7 Así, en el artículo 81, párrafo 1, del Protocolo I se prevé que «las Partes en conflicto darán al Comité Internacional de la Cruz Roja todas las facilidades que esté en su poder otorgar para que pueda desempeñar las tareas humanitarias… «; en los párrafos 2 y 3 se habla de «las facilidades necesarias» a las organizations de la Cruz Roja de las Partes en conflicto o de que «facilitarán en toda la medida de lo posible», la asistencia de las otras organizaciones de la Cruz Roja; en virtud del párrafo 4 «las Altas Partes contratantes y las Partes en conflicto darán, en la medida de lo posible, facilidades análogas a las mencionadas en los párrafos 2 y 3 a las demás organizaciones humanitarias«.
8 Cf. Annuaire de l'Institut de droit international, vol. 63.II, 1990, pp. 319–345.Google Scholar
9 «Le droit d'initiative du Comité international de la Croix-Rouge», German Yearbook ofInternational Law, Volumen 22, 1979, p. 365.Google Scholar
10 Cf. Torrelli, Maurice, «La protection du médecin volontaire», Annales de droit international médical, nº 33, 1986, Palacio de Mónaco, resolución III, p. 79.Google Scholar
11 XXVI Conferencia Internacional de la Roja, Cruz y de la Roja, Media Luna, Aplicación del derecho internacional humanitario, protección de la población civil y de las personas fuera de combate, documento redactado por el CICR, Ginebra, 1991, p. 9.Google Scholar
12 Esta interpretación fue confirmada en la mencionada resolución del Instituto de Derecho Internacional de 1989. También ha de recordarse que, en el artículo 89 del Protocolo I, se estipula que, en casos de violaciones graves del derecho humanitario, los Estados se comprometen a actuar, conjunta o separadamente, en cooperación con la ONU y de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas.
13 En la resolución 43/131, se resalta la importancia de su cometido: «Consciente de que, junto a la acción de los Gobiernos y de las organizaciones intergubernamentales, la rapidez y la eficacia de esa asistencia descansan a menudo en la cooperación y la ayuda de organizaciones locales y de organizaciones no gubernamentales que actúan con fines estrictamente humanitarios«.
14 Véase Commentaire des Protocoles additionnels du 8 juin 1977 aux Conventions de Genève du 12 août 1949 (Dir. Sandoz, Yves, Swinarski, Christophe, Zimmermann, Bruno), CICR, Martinus Nijhoff Publishers, Ginebra, 1986, Protocolo II, artículo 3, p. 1987Google Scholar. Por lo tanto, es difícil admitir, con Bettati, Mario, que el principio de no injerencia «só1o incumbe a los Estados y a las organizaciones intergubernamentales», RGDIP, op. cit., p. 651.Google Scholar
15 Aunque esas resoluciones no están destinadas a las situaciones de conflicto armado, hablan de la «asistencia humanitaria a las víctimas de catástrofes naturales y situaciones de urgencia de la misma naturaleza», que parecen implícitamente incluir las situaciones de catástrofe causadas por el hombre, es decir, los conflictos armados.
16 Bettati, Mario, en Trimestre du Monde, 1992, p. 31.Google Scholar
17 Ibidem.
18 Bettati, Mario, RGDIP, op. cit., p. 656.Google Scholar
19 Meurant, Jacques, «Principes fondamentaux de la Croix-Rouge et humanitarisme moderne», en Etudes et essais sur le droit international humanitaire et sur les principes de la Croix-Rouge en l'honneur de Jean Pictet, CICR, Martinus Nijhoff Publishers, 1984, p. 899Google Scholar.
20 Así sucede, particularmente, con el médico voluntario que presta el juramento modificado por «Médecins du Monde»: «Médico fiel a las leyes del honor y de la probidad, promulgadas por el juramento de Hipócrates, me comprometo, en la medida que me sea posible, a asistir a los que, en el mundo, sufren de cuerpo o de espíritu, me niego a que la ciencia o el saber médico encubran la opresión o la tortura, a que se atente contra la dignidad del hombre, que se oculte el horror… Me comprometo a dar testimonio de ello. Prometo esto solemnemente, libremente, por mi honor».
21 Bettati, Mario, «Assistance humanitaire et droit international« en Les droits de l'homme et la nouvelle architecture de l'Europe, publicación del Instituto del Derecho a la Paz y al Desarrollo, Niza, 1991, p. 169.Google Scholar
22 Dupuy, Pierre-Marie, «Après la guerre du Golfe…«, RGDIP, tomo 95/1991/3, p. 269Google Scholar.
23 Trimestre du Monde, op. cit., p. 12.Google Scholar
24 Discriminación entre los pueblos. Así, el ministro argelino de Relaciones Exteriores solicitó el 25 de abril de 1991, que la injerencia humanitaria se ejerza en favor del pueblo palestino; discriminación también entre los chiíes y los kurdos irakíes.
25 Rufin, Jean-Christophe, op. cit., p. 27.Google Scholar
26 Rufin, Jean-Christophe, op. cit., p. 29.Google Scholar
27 Le Monde, 12 de marzo de 1991.Google Scholar
28 Op. ci.., p. 62.Google Scholar
29 Bettati, Mario, «Assistance humanitaire et droit international» en Les droits de l'homme et la nouvelle architecture de l'Europe, op. cit., pp. 183–184.Google Scholar
30 Esta invitación debería incitar a los Estados a recordar que, en virtud del artículo 70 del Protocolo I: «5. Las Panes en conflicto y las Altas Partes contratantes interesadas promoverán y facilitarán la coordinación internacional efectiva de las acciones de socorro».
31 A pesar de o gracias a la imprecisión del texto, puede considerarse que algunas de ellas son susceptibles de entrar en la categoría de «organización internacional imparcial de índole humanitaria», mencionada en el artículo 9, 2, c) del Protocolo I.
32 Annales de droit international médical, nº 33, 1986, resolución II, p. 79Google Scholar
33 Boletín, CICR, diciembre de 1991, nº 191, p. 1.Google Scholar
34 Entrevista con Cornelio Sommaruga, Boletín, CICR, nº 192, enero de 1992, p. 2.Google Scholar
35 Véase Macallister-Smith, Peter, «La protección de la población civil y la prohibición de utilizar el hambre como método de guerra — Proyectos de textos sobre la asistencia international humanitaria», RICR, nº 107, septiembre-octubre de 1991, pp. 479 y ss.Google Scholar; Meyer, Michael A., «La acción humanitaria: un delicado acto de equilibrio», RICR, nº 83, septiembre-octubre de 1987, pp. 525–528.Google Scholar