Estos últimos años, en la vida del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja se han registrado importantes acontecimientos. Uno de ellos es la aprobación, en la XXV Conferencia Internacional de la Cruz Roja (Ginebra, octubre de 1986), de sus nuevos Estatutos. Además, la creciente universalización del Movimiento y la preocupación de consolidar la unidad ante las mutaciones y los sobresaltos de nuestro mundo moderno, por una parte y, por otra, la «solidaridad de imagen» que hay entre los diversos componentes del Movimiento —puesta de relieve en la resolución n° 8 del Consejo de Delegados (Río de Janeiro, noviembre de 1987)— han influido notablemente en la político de informacion del Movimiento y, por consiguiente, en la del CICR.

Desde hace algunos años, el CICR, en sus esfuerzos de información y de difusión, particularmente en suspublicaciones, intenta reflejar mejor las actividades y las preocupaciones de todos los componentes del Movimiento.

En 1988 se cumple el 125.° Aniversario del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. El tema elegido para celebrar, el 8 de mayo de 1988, el Día Mundial de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja es «125 años manos a la obra… y todavía creciendo». La finalidad es destacar la universalización del Movimiento y el continuo crecimiento de sus actividades en favor de las víctimas de los conflictos y de las catástrofes. Pero el desarrollo es también la expresión de la solidaridad de los componentes del Movimiento cuando se trata de prestar asistencia inmediata a las víctimas de calamidades naturales o provocadas por el hombre, así como de promover planes a medio y a largo plazo con miras a evitar estas calamidades y a garantizar, respetando los principios fundamentales del Movimiento, el bienestar de las comunidades.

Desarrollo es alcanzar la capacidad de actuar hoy de manera que se pueda hacer frente a una situación determinada en el futuro; es decir, hay que considerar el desarrollo en su verdadera perspectiva, en su contexto universal. Por lo tanto, una organización o institución desarrollada es la que puede llevar a cabo sus tareas eficientemente. Se logra el desarrollo planificándolo y de manera sistemática, mediante un proceso continuo que satisfaga las cambiantes necesidades y prioridades del futuro.

En el ámbito de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, el concepto de desarrollo es generalmente pluridimensional y cubre tanto el desarrollo de la capacidad operacional de una Sociedad Nacional como el de los servicios que ésta presta. Se trata, en ambos casos, de procesos activos; descuidar cualquiera de ellos podría afectar al otro y, finalmente, a la capacidad operacional general de la Sociedad Nacional.

Cabo Verde, pequeño archipiélago formado por 10 islas y 8 islotes, dista 455 km de la costa occidental del continente africano, entre el trópico de Cáncer y la línea del Ecuador. Tiene una superficie de 4.033 km2 y una población de 320.000 habitantes.

Sus islas son de origen volcánico; el clima es seco y la frecuencia de lluvias muy desfavorable para la agricultura. Se trata, en realidad, del prolongamiento atlántico de la zona árida del Sahel.

El año 1983, el producto interior bruto (PIB) de Cabo Verde era de 360 dólares EE. UU. por habitante. Es un país de considerable emigración: se calcula que hay un total de 500.000 emigrantes.

La población de las islas se ha formado, los últimos 500 años, a partir de un tronco africano importante y de un elemento europeo de menor importancia. Así, se formó una nueva cultura a la que ya se puede denominar caboverdiana.

El país se independizó el 5 de julio de 1975. El Comité Internacional de la Cruz Roja reconoció, el 14 de marzo de 1985, y la Liga de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja admitió, el 18 de abril de 1985, a la Cruz Roja de Cabo Verde.

En la «Estrategia para el desarrollo de las Sociedades Nacionales en el decenio de 1980», adoptada el año 1981, en la Conferencia Internacional de la Cruz Roja celebrada en Manila, el desarrollo se define como «el proceso de consolidación de la capacidad de las Sociedades Nacionales para que presten servicios de la Cruz Roja basados en recursos nacionales. Así pues, se refiere tanto al desarrollo de las estructuras operacionales de las Sociedades Nacionales como al desarrollo de los servicios que presten dichas Sociedades».

Las opiniones expuestas en este artículo se basan en esta definición fundamental del proceso de desarrollo en el contexto de la Cruz Roja, que la Cruz Roja Danesa considera aún válida independientemente de las experiencias adquiridas al intentar poner en práctica dicha Estrategia. Es importante resaltar dos puntos: que el desarrollo debe entenderse como un proceso —y no como un hecho aislado— y que debe aplicarse un planteamiento integral al desarrollo de las Sociedades Nacionales, que incluya tanto el apoyo de las estructuras central y regional como de los servicios a la comunidad.

A estas alturas de la discusión acerca del desarrollo dentro del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, me ceñiré a hacer algunas observaciones generales y concluiré con una definición de lo que es, a mi parecer, el desarrollo y una interpretación de sus principales aspectos.

Este enfoque general podría incrementar el interés en el tema y proporcionar un punto de partida para la formulación de estrategias de desarrollo y planes operativos.

Hay un creciente interés dentro de los principales componentes del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja en emprender una planificación integral del desarrollo.

Este interés en el desarrollo refleja la necesidad de adaptar la labor del Movimiento a las necesidades actuales para garantizar óptimos resultados organizativos y operativos y para ayudar a reducir la ostensible disparidad de los niveles de desarrollo de sus miembros.

1.1. Podemos decir, por experiencia, que el concepto enunciado en el documento «Estrategia para el desarrollo de las Sociedades Nacionales durante el decenio de 1980», nos ha servido como referencia para la preparación de nuestros planes generates 1980—1985, 1982—1986 y 1987—1990.

1.2. Sin embargo, debemos destacar que, antes de la aprobación de dicho documento por la XXIV Conferencia Internacional de la Cruz Roja en Manila, el año 1981, ya se había considerado el tema en la XI Conferencia Interamericana en Río de Janeiro (Brasil, 1979), en la resolución n.° 4 con un documento titulado «Plan de desarrollo quinquenal de la Cruz Roja en América 1980—1984».

El Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja es el ejemplo más notable de desarrollo que pueda existir. Fundado hace 125 años, está hoy presente en todo el mundo. El número de sus miembros y su campo de acción se han incrementado considerablemente, sus métodos se han renovado y sus actividades tienen nuevas formas. Esta faculdad de adaptarse a un mundo en constante evolución ha permitido al Movimiento no sólo conservar su lugar inicial sino granjearse la más alta consideración de la opinión pública con la que cuenta actualmente dando prueba de una poco común capacidad de desarrollo. Este hecho tiene una importancia fundamental en la definición del desarrollo tal como hoy lo concibe el Movimiento.

La noción de desarrollo es parte integrante de la doctrina del Movimiento que, en ese sentido, ha seguido la evolución general de la sociedad. En su acepción moderna, el desarrollo es, desde finales de la Segunda Guerra Mundial, una de las actividades predominantes del mundo contemporáneo. Ya en 1963, nuestro Movimiento trazó un programa de ayuda al desarrollo de conformidad con sus Principios.

La visión de Henry Dunant, 125 años más tarde, se quede corta ante la triste realidad de este mundo. El perfeccionamiento de los medios de destruction parece no tener límites, los enfrentamientos armados son cada vez más mortíferos; pero, paradójicamente, no por eso son de mós corta duración. En cambio, es creciente, de conflicto a conflicto, la deliberada voluntad de no hacer distinciones entre los combatientes y los no combatientes e incluso de dirigir los ataques contra la población civil.

La Cruz Roja, enfrentada a nuevas necesidades, por lo que respecta tanto a su índole como a su amplitud, debe consolidar su capacidad de acción, ya que, ahora menos que nunca, puede dejarse sorprender por esta noria mortífera. Debe estar preparada para intervenir con rapidez y eficacia respetando sus Principios Fundamentales, Principios que, cada vez con más frecuencia, se ponen en tela de juicio.

No nos hagamos ilusiones: el objetivo de un mundo de paz y de justicia, sin violencia ni miseria, está aún lejos de alcanzarse.

Esta triste comprobación, a manera de preáinbulo, no tiene por objeto enfriar la buena voluntad, que es el motor de nuestro Movimiento, sino poner de relieve lo importante que es, en la acción humanitaria, aunar las energías, coordinar las fuerzas, tirar de la misma cuerda. Cada hombre, cada franco debe utilizarse lo mejor posible si se quiere progresar en la lucha desigual que hemos de librar en favor de las víctimas de la guerra, de las catástrofes y de la miseria. Las rivalidades en el ámbito de la asistencia humanitaria son más escandalosas que en cualquier otro; puesto que las necesidades siguen siendo enormes, hay lugar suficiente para todos. Pero también hay que tener en cuenta que la eficacia requiere una buena coordinación: cada uno tiene que encontrar su lugar.

Nuestro Movimiento no está libre de la exigencia de definir su cometido, lo que se plantea incluso a dos niveles: ante el mundo por el Movimiento en su conjunto y, en el seno del Movimiento, por cada uno de sus componentes.

La razón de ser de la Agencia Central de Búsquedas (ACB) es precisamente disipar esas dudas. Para lograr ese objetivo, se han delimitado sus tareas en cuatro puntos principales:

1. Obtener, registrar, tratar y transmitir todos los datos necesarios para identificar a las personas en favor de las cuales interviene el CICR.

2. Posibilitar el intercambio de correspondencia entre familiares cuando los cauces de comunicación habituales están interrumpidos.

3. Buscar a las personas de las cuales sus familiares no tienen noticias o que han sido dadas por desaparecidas.

4. Organizar la reunión de familiares separados, traslados de personas y repatriaciones.

Para poder cumplir esas tareas, la ACB necesita apoyarse en comunicantes en diversas partes del mundo, que le proporcionen las informaciones relativas a las victimas y mantengan en contacto a los familiares dispersos.

En materia de desarrollo, la Liga de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja cuenta con una larga tradición. Así, para cada nueva etapa en este ámbito, o cada modificación, los objetivos que se fijan, en lugar de ser el resultado de una búsqueda puramente intelectual, son analizados y adaptados con respecto a esa tradición.

Sobre la base de ese largo historial (más de sesenta años), se aprobó en Manila la «Estrategia para el desarrollo de las Sociedades Nacionales durante el decenio de 1980».

Por primera vez se abordó una definición del desarrollo en el seno del Movimiento. En el marco de la Estrategia, el desarrollo debe entenderse como «un proceso de consolidación de la capacidad de las Sociedades Nacionales para que presten servicios de la Cruz Roja basados en recursos nacionales. Así pues, se refiere tanto al desarrollo de las estructuras operacionales de las Sociedades Nacionales como al desarrollo de los servicios que presten dichas Sociedades».

La relación entre los casos de desastre y el desarrollo ha sido objeto de amplios debates, estos últimos años, en las organizaciones internacionales. Comenzó a plantearse la cuestión en la primera mitad del decenio de 1980, a causa del problema del hambre en África. Se dejó de considerar el hambre como la consecuencia inevitable de la sequía; por el contrario, muchos percibieron el desastre africano como síntoma de graves fracasos en materia de desarrollo. Se comprobó que se habrían evitado los efectos devastadores de la sequía si, en la primera fase del desarrollo, se hubiera previsto desplegar mayores esfuerzos para reducir la vulnerabilidad de la población, así como una mejor preparación para hacer frente a la crisis. Una visión similar comenzó a imponerse en la mayoría de los casos de desastre que afectaban a países en desarrollo. Se llegó a la conclusión de que la prevención de los desastres y, particularmente, la reducción de la vulnerabilidad de la población deben ser objetivos de desarrollo prioritarios.

• Dario L. R. Dantas dos Reis, presidente de la Cruz Roja de Cabo Verde desde 1982. Nacido en 1935, cursó sus estudios secundarios en Cabo Verde y en Angola y estudió luego medicina en Lisboa. Profesor auxiliar en la Facultad de Medicina de Lisboa (1973–1981), desde 1980, es director de la clínica en el hospital Agostinho Neto de Praia (Cabo Verde).

• Jeanne Egger ingresó en el CICR en 1961, donde, de 1974 a 1982, trabajó sucesivamente de delegada en Zaire, asistenta del jefe de delegación en Chipre y jefa de grupo operativo en Angola, Zimbabue y África austral. De 1969 a 1973, fue delegada asesora de la Cruz Roja Suiza y de la Liga ante las Cruces Rojas de Burundi y de Ruanda. Tras desempeñar las funciones de jefa adjunta de la División de Cooperación-Difusión, es actualmente la encargada de estudios para el desarrollo.

En su última reunión, los días 4 y 5 de mayo, la Asamblea del Comité Internacional de la Cruz Roja eligió a tres nuevos miembros del Comité. Se trata de la señora Suzy Bruschweiler y de los señores Jacques Forster y Pierre Languetin, que entrarán en funciones el 1 de junio próximo. Con el nombramiento de estas tres personalidades, el CICR, integrado exclusivamente por ciudadanos suizos, tendrá, en adelante, 24 miembros.

• La señora Suzy Bruschweiler, nacida el año 1947, oriunda de Salmsach (Turgovia) y domiciliada en Blonay (Vaud), realizó sus estudios primarios y secundarios en Küsnacht (Zurich), sus estudios comerciales en Châtel-St-Denis. Diplomada de la Escuela de Comercio, obtuvo después el diploma de enfermera y el de docente ESEI y, por último, el certificado de formación permanente en la Facultad de Derecho y de Ciencias Económicas de la Universidad de Neuchâtel.

El señor Jacques Moreillon informó al Comité Internacional de la Cruz Roja acerca de su intención de abandonar, el 31 de octubre de 1988, sus actuales funciones de director general, para asumir el cargo de secretario general de la Organización Mundial de Escutismo.

El señor Jacques Moreillon es licenciado en Derecho y doctor en Ciencas Políticas. Empezó a colaborar en el CICR el año 1963, cuando redactó su tesis sobre «El CICR y los detenidos políticos». Después, efectuó más de 200 misiones en unos 70 países al servicio de la Institución. En particular, fue delegado en la India y en Vietnam, jefe de delegación en Siria (1967) y en Israel (1969–1970), delegado zonal en América del Sur y delegado general para África. Desde 1975, ha desempeñado sucesivamente los cargos de director del Departamento de Doctrina y Derecho, de director para Asuntos Generales y, finalmente, de director general.

A mediados de abril, el presidente del CICR, señor Cornelio Sommaruga, efectuó una visita oficial a Cuba, invitado por el Gobierno de ese país.

El señor Sommaruga tuvo oportunidad de abordar varios temas humanitarios de índole internacional durante su entrevista de dos horas con el presidente cubano, señor Fidel Castro. Man tuvo entrevistas similares con varios miembros del Consejo de Estado y del Gobierno y conversó con el presidente, el secretario general y miembros del personal de la Sociedad Nacional Cubana de la Cruz Roja.

En una conferencia de prensa que, al finalizar esta visita de tres días, tuvo lugar en La Habana, el señor Sommaruga dijo que, por primera vez, se había autorizado al CICR a visitar a las personas detenidas por razones de seguridad en las prisiones cubanas de conformidad con los criterios habituales de la Institución.

La señora Elisabeth Kopp, jefa del Departamento Federal Suizo de Justicia y Polícia, visitó, el 6 de mayo de 1988, la sede del Comité Internacional de la Cruz Roja, donde fue recibida por el presidente, señor Cornelio Sommaruga.

El presidente del CICR aprovechó esta ocasión para reiterar al Consejo Federal su agradecimiento por el apoyo que tradicionalmente presta a la Institución. Seguidamente, examinó con la jefa del Departamento Federal de Justicia y Policía el panorama general de las actividades operacionales del CICR, centrándose en varios puntos candentes del planeta. La señora Kopp visitó después la Agencia Central de Búsquedas, donde, desde 1870, se han archivado unos 60 millones de fichas de prisioneros de guerra y de otras personas que han sido objeto de búsquedas.

Durante todo el período reseñado, no cesaron las dificultades que entorpecían las operaciones de socorro en favor de las víctimas civiles de la situación conflictiva y de la sequía en el norte del país. Cada vez podían circular menos convoyes, ya que éstos permanecían a menudo bloqueados por razones que la situación militar por sí sola no podía justificar. En marzo, hubo que suspender las distribuciones de socorros porque los depósitos regionales estaban vacíos.

El 7 de abril, las autoridades etíopes comunicaron al CICR que sus delegados debían abandonar Eritrea y Tigré. Teniendo en cuenta su responsabilidad humanitaria para con los habitantes de esas regiones, el CICR solicitó ese mismo día al Gobierno etíope que reconsiderara su decisión y le permitiera proseguir sus programas de asistencia a la población civil más amenazada. La solicitud no fue aceptada y, a mediados de abril, todos los delegados del CICR residentes en Tigré y en Eritrea se habían replegado a Addis Abeba.

Este año se cumple el 125.° aniversario del inicio de un movimiento internacional que surgió tras la publicación de un libro titulado «Recuerdo de Solferino», escrito por un hombre (Henry Dunant), cuyas ideas fueron adoptadas por un grupo privado (La Sociedad Ginebrina de Utilidad Pública) de un pequeño cantón (Ginebra), situado en lo que era —y es todavía— un pequeño país (Suiza). Hoy, 146 países cuentan con una Cruz Roja o una Media Luna Roja, un Movimiento con un número de miembros que sobrepasa los 250 millones de personas.

Surgida en el campo de la batalla de Solferino, la idea de Dunant era esencialmente el respeto a la dignidad individual, en todo momento, incluso en tiempo de guerra. Esa visión y esa determinación originaron dos cambios significativos: el primero, los Convenios de Ginebra, en virtud de los cuales los Gobiernos se comprometen a respetar y a proteger a las víctimas de los conflictos armados; el segundo, la creación de un movimiento universal, neutral e integrado por personas que se ayuden mutuamente.