Fue en Solferino donde Henry Dunant se enfrentó por primera vez con el problema de la guerra. Ello le produjo una conmoción que jamás se borró de su memoria y que decidió su destine Animado por un sentimiento innato de no violencia, emprendió entonces el largo camino que lo llevó a enunciar, primero, los medios para proteger a las víctimas de la guerra; luego, para limitar las circunstancias en las que ésta puede surgir y, finalmente, para abolirla. Esos tres planteamientos: protección, limitación y abolición, se completan sin sustituirse; en la mente de Henry Dunant, constituían un sistema coherente, encaminado a la vez a reprimir los excesos de la guerra, a evitar su aparición y a extirpar sus causas.