¿En favor o en contra de la ayuda alimentaria? Ante las imágeries de hambruna y desnutrición que abundan en las pantallas de televisión, esta pregunta puede parecer, en el mejor de los casos, incongruente y, en el peor, insoportable. Sin embargo, hay que tomarla como tal: provocadora y estimulante; formulada, no para desmovilizarnos sino más bien para «aguijonear el cerebro». Pues, tras esta interrogación simplificadora hay verdaderas bazas políticas, reales debates de ética humanitaria y apasionantes cuestiones de método. En esta disertación, trataremos más bien de encontrar enfoques «operacionales» y, después, responder a las siguientes preguntas: ¿para qué la ayuda alimentaria?, ¿cuándo proporcionarla?, ¿cómo proporcionarla? y, por último, ¿cómo prescindir de ella? Mientras que se ha roto el equilibrio mundial entre la oferta (los recursos alimentarios) y la demanda (las necesidades), aumentan las dificultades para que cada vez mayores grupos de población puedan obtener estos recursos.

Está llegando la sociedad de la información que antaño nos prometían y, en esta sociedad del predominio mediático, los cambios que nos ha traído el auge de las tecnologías de la imagen, incluidas todas las categorías, obligan al conjunto de lo que se solía llamar «la prensa» a redefinirse, a reinventar su deontología y sus mítodos de trabajo. Solo volviendo a colocar la imagen en el movimiento global de la información, y especialmente en su relación con los medios escritos, se puede medir lo que está en juego. Nuestra visión del mundo está cada vez más moldeada por las imágenes televisivas y fotográficas que señorean el espacio público. Es tan grande la influencia de la imagen que se puede afirmar, como señalan muchos analistas, que está reemplazando a la realidad: hoy existe únicamente lo que está autentificado, certificado y valorizado por la cámara y la pantalla de televisión. Por lo tanto, en el desfile de imágenes, todo lo que no haya sido filmado, fotografiado y difundido queda al punto aniquilado, reducido a la inexistencia social.

La función de defensa o promoción pública de las causas humanitarias parece adquirir cada vez más importancia para los componentes del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. Pero, antes de abordar ese tema concreto, es importante examinar, o tal vez reexaminar, la situación estatutaria de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.

El Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja está integrado por tres componentes: el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja reconocidas (170 en noviembre de 1996) y la Federation Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (la Federación). Cada uno de esos integrantes constituye una entidad separada, que desempeña generalmente tareas diferentes en condiciones distintas.

La palabra «neutro» viene del latin «neuter» que significa «ni uno ni otro». Se consideran neutrales todos los movimientos o todas las insti- tuciones que se abstienen de tomar partido en un conflicto o en un diferendo y que renuncian a toda índole de injerencias. Abstenerse de tomar partido y renunciar a toda índole de injerencias pueden tener diferentes causas. Pueden ser el resultado de una voluntad de autoprotección, de una consideración de que el bien y el mal, lo verdadero y lo falso existen en ambas partes, de una moderación en pro de una causa más importante o de una labor específica. Pero el motivo de la neutralidad puede ser también la indiferencia, el miedo o la cobardía. La neutralidad no es, pues, una virtud en sí.

Este año han tenido lugar muchos acontecimientos por lo que atañe a la reglamentación de las armas tanto clásicas como de destrucción masiva. De hecho, en el derecho internacional humanitario no se distingue entre estas dos categorías de armas, sino que más bien se las regula según ciertas normas de aplicación general, a fin de evitar destrucciones y sufrimientos excesivos. Toda la labor que ha hecho el Comitá Internacional de la Cruz Roja (CICR) y sus comentarios relacionados con las armas, cualquiera que sea su índole desde el punto de vista estratígico, tienen por finalidad garantizar la fiel e impartial aplicación de las normas del derecho internacional humanitario.

El 3 de mayo del año en curso, la Conferencia de Examen de la Convención de las Naciones Unidas de 1980 sobre ciertas armas convencionales modificó el Protocolo II, en el que se regula el empleo de minas terrestres. El CICR ha tenido el privilegio, de conformidad con su cometido estatutario, de participar activamente en este proceso.

El mes de noviembre de 1996, se celebró, en Roma, la «Cumbre Mundial sobre la Alimentación». Organizada por la FAO; participaron 150 gobiernos. El CICR participó como observador y su vicepresidente hizo una declaración. Su delegación repartió a los participantes un documento en el que se describen el enfoque y la experiencia del CICR por lo que respecta a la seguridad alimentaria durante los conflictos armados. Más adelante, la Revista publica el texto de dicho documento:

La comunidad de Estados ha asignado al Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) un doble cometido: prestar protección y asistencia a las víctimas de los conflictos armados y disturbios internos, así como promover y garantizar el respeto del derecho internacional humanitario.

El Comité Intemacional de la Cruz Roja ha reconocido oficialmente a la Media Luna Roja de Brunei. Con este reconocimiento, que surte efectos desde el 6 de noviembre de 1996, asciende a 170 el número de Sociedades Nacionales miembros del Movimiento Intemacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.

Después de consultar a los organismos internacionales y las organizaciones no gubernamentales concernidos, los Estados representados en la Conferencia de Ottawa, o sea, el «Grupo de Ottawa», nan acordado incrementar la cooperación y la coordinación de los esfuerzos para luchar contra las minas antipersonal, basándose en las preocupaciones y objetivos siguientes:

1. La comprobación de que los elevadísimos costos humanitarios y socioeconómicos que causa el empleo de minas antipersonal requieren la intervencion urgente de la comunidad internacional para prohibir y eliminar este tipo de armas.

El 18 de octubre de 1996, la Ex República Yugoslava de Macedonia depositó en el Departamento Federal de Asuntos Exteriores, en Berna, un instrumento en el cual el ministro de Asuntos Exteriores de ese país declara que la Ex República Yugoslava de Macedonia retoma las reservas y declaraciones de la antigua República Socialista Federativa de Yugoslavia relativas a los Convenios de Ginebra de 1949 y a los Protocolos adicionales.