Nacido como movimiento a finales del siglo XIX, el Esperantismo ha defendido la adopción como idioma intemacional de la lengua auxiliar creada por el polaco Lazaro Zamenhof en 1887. Así, lo que en un primer momento constituyó el sueño de un joven angustiado por la violencia que se desarrollaba en su ciudad natal, Bialystok, donde existían, no sin problemas, cuatro culturas, cuatro religiones y también cuatro lenguas, el esperanto se iba a convertir, con el paso de los años, en el más serio proyecto de lengua intemacional surgido hasta nuestros días.
Pero lo que nació como una idea de carácter puramente lingüístico pronto se convirtió, gracias a la idea humanitaria inherente a este proyecto universal, en un movimiento intemacionalista, supranacional, preocupado por la condición humana y defensor de las libertades y de los derechos sociales del hombre y de los pueblos. El Esperantismo es fruto de la época en la que nació, la segunda mitad del siglo XIX, que también vio nacer a las primeras organizaciones internacionales, como la OIT, defensora de los derechos del trabajador; la UPU, reguladora de los correos nacionales y la propia Cruz Roja, con la que el movimiento esperantista tuvo relación desde sus inicios; no en vano compartieron en multitud de ocasiones idénticos fines, como el entendimiento humano o la colaboración internacional.