Los meses de octubre y noviembre de 1979, muchos khmers abandonaron sus poblados y encontraron refugio en los campamentos situados en Tailandia o a lo largo de la frontera khmer-tailandesa. El CICR y otros organismos humanitarios, internacionales o privados, tuvieron que satisfacer súbitamente las necesidades de una población numerosa desplazada, agotada por el hambre, el sufrimiento, el miedo, las enfermedades y la guerra. En tales circunstancias, lo primero que ha de hacerse es garantizar la higiene y suministrar alimentos, agua, refugios, todo ello indispensable para sobrevivir. Asimismo, hay que luchar contra las enfermedades y la muerte, tarea a la que se dedicaron inmediatamente los equipos médicos del CICR y de las Sociedades nacionales de la Cruz Roja, así como muchos grupos pertenecientes a otros organismos llegados para ayudar a esos refugiados. Era indispensable coordinar todos los servicios de asistencia médica, de lo que se ocupó CICR.