En 1983, el Comité Suizo contra la Tortura, animado por su fundador, el fallecido Jean-Jacques Gautier, decidió convocar en Ginebra un coloquio sobre los medios de lucha contra la tortura. A esa reunion asistieron, en representación de numerosas organizaciones que defienden los derechos humanos, 70 expertos procedentes de unos 30 países. Llegó a la conclusión de que es necesario desarrollar un mecanismo que permita potenciar el cometido de los cientos de ONG (organizaciones no gubernamentales) que se han constituido en el mundo para luchar contra la tortura. Sugirió, en particular, la creación de un servicio que acelere la transmisión de las informaciones recogidas por dichas ONG, facilitando rápidas intervenciones ante las Naciones Unidas y otras organizaciones zonales encargadas de defender los derechos humanos, favoreciendo también, cuando parezca conveniente, una concertación para la acción, prestando, por último, una ayuda a las víctimas de la tortura.

La idea de la Cruz Roja surgió del sufrimiento y, exactamente, del sufrimiento causado por la guerra. Dicha idea ha sido puesta en práctica mediante acciones humanitarias en beneficio de la humanidad y no ha dejado de enriquecerse con los conocimientos adquiridos y las experiencias vividas en el transcurso de su larga historia.

Es bien sabido que un hombre solo, un hombre de bondad, lleno de compasión por los que surfían, supo despertar esta misma compasión y la voluntad de ayudar en muchísimas personas que hasta entonces eran indiferentes, y que fue capaz de inducirlas a poner sus cualidades al servicio de una noble causa humanitaria. Poniendo en práctica su gesto humanitario, dichas personas no se preguntaban quión era el amigo o quión el enemigo; lo importante era aliviar el sufrimiento y salvar vidas humanas.

La experiencia de Solferino, la sensibilidad que sentía frente a los sufrimientos ajenos, la necesidad que veía de organizar la asistencia fueron otros tantos factores que inspiraron a Henry Dunant y que, junto con un grupo de hombres que compartían las mismas ideas y las mismas aspiraciones, lo incitaron a crear una institución que después se convirtió en la Cruz Roja.

Se desconoce, muy a menudo, el papel de los médicos de los ejércitos en la génesis del movimiento humanitario que culminó, hace 125 años, con el nacimiento de la Cruz Roja. A pesar de que los intercambios internacionales ya eran un hecho de notable envergadura, la repercusión de sus escritos apenas había rebasado el circulo bastante restringido de su entorno profesional, hasta que la institución de sociedades de socorro les dio precisamente notoriedad. Su posición era tanto más difícil cuanto que debían denunciar las insuficiencias de un servicio al que pertenecían como ejecutantes, sin tener voz ni voto en las decisiones.

Tal situación alcanzó su punto culminante a mediados del siglo XIX, cuando la aparición de una nueva generación de armas de fuego aumentó bruscamente el número y la gravedad de las heridas. De la concienciación de estas nuevas realidades en los campos de batalla de Crimea y de Italia por parte de personalidades ajenas al mundo militar nació la Cruz Roja, a cuyos fundadores no se les puede regatear el mérito que les corresponde.

El señor Cornelio Sommaruga, presidente del CICR, estuvo en Washington, del 14 al 17 de mayo de 1989, acompañado por los señores André Pasquier, director de Actividades Operacionales, y Jürg Bischoff, de la División de Prensa.

Los señores Sommaruga y Pasquier fueron recibidos por el presidente de los Estados Unidos, señor George Bush, en presencia del señor Richard F. Schubert, presidente de la Cruz Roja Norteamericana. Los representantes del CICR expresaron su sincera gratitud por la ayuda financiera de las autoridades estadounidenses al CICR y manifestaron asimismo su deseo de que se incremente esta contribución en vista del aumento de las actividades operacionales desplegadas por el CICR en muchas zonas del mundo. Cambiaron también impresiones sobre la ratificación por el Gobierno estadounidense de los Protocolos adicionales a los Convenios de Ginebra, así como sobre la movilización humanitaria y las actividades en curso del CICR.

El presidente del CICR, señor Cornelio Sommaruga, acompañado por el señor Michel Convers, jefe del Departamento de Apoyo Operational, y del señor Andreas Lendorff, jefe de la División General de Socorros, estuvieron en Bruselas, del 8 al 11 de febrero, para participar en la celebración del 125.° aniversario de la Cruz Roja de Bélgica y para entrevistarse con representantes del Gobierno belga y de la Comunidad Europea.

El acto de celebración de los 125 años de la Sociedad Nacional tuvo lugar, el 9 de febrero, en presencia de SS. MM. el rey y la reina de los belgas, de miembros del Gobierno, del Cuerpo Diplomático, de varios representantes de Sociedades Nacionales y de 2.000 voluntarios de la Cruz Roja de Bélgica. S.A.R. el príncipe Alberto de Bélgica, presidente de la Sociedad Nacional, el señor Cornelio Sommaruga, el presidente de la Liga, señor Mario Villarroel Lander, y el viceprimer ministro belga pronunciaron sendas alocuciones.

El 13 de marzo, la delegación del CICR pudo proseguir sus actividades de asistencia (suspendidas desde mediados de enero) en la región de Soroti. Del programa agrícola se beneficiaron unas 125.000 personas, desprovistas de los medios necesarios para garantizar su autosuficiencia alimentaria; recibieron aperos, alubias (200 toneladas) y semillas de sorgo (100 toneladas). A mediados de abril, se reanudaron las distribuciones de socorros, interrumpidas el 10 de marzo, para las personas desplazadas en el distrito de Gulu; se suministraron víveres, mantas, jabón y utensilios de cocina a más de 10.000 personas.

Por lo que atañe a la detention, los delegados extendieron a las provincias las visitas a los lugares de detención del ejército y a puestos de policía.

El año 1985, la Cruz Roja Sueca inauguró, en Estocolmo, un centro de rehabilitación para refugiados torturados, tras el estudio realizado en otros países, especialmente en Dinamarca, donde se instaló el primer centro de esa índole.

Suecia recibe a unos 15.000 refugiados al año. Los grupos más numerosos llegan de Chile, Irán, Irak, Líbano, Etiopía y Turquía. Muchos de ellos han sufrido diferentes tipos de tortura. Los hospitales, la beneficencia pública, los abogados, los funcionarios de las oficinas de inmigración no tienen mucha experiencia para tratar las consecuencias de la tortura. Actualmente, todas los sectores de la sociedad sueca tienen que cubrir las necesidades de esos nuevos ciudadanos. La falta de conocimientos y de comprensión pueden comportar, involuntariamente, un trato inhumano para esas personas.

La Revista Intemacional de la Cruz Roja se complace en publicar, en este número, la alocución pronunciada por elseñor Jan Martenson, director general de la Oficina de las Naciones Unidas en Ginebra, con motivo del 125.° Aniversario del Convenio de Ginebra del 22 de agosto de 1864. Este texto, presentado el 22 de junio de 1989, ante una Mesa Redonda, organizada por la Universidad de Ginebra, en el marco de la enseñanza del derecho intemacional humanitario, realza particularmente la importancia que tiene el Primer Convenio de Ginebra para la comunidad intemacional. Asimismo, pone de relieve la estrecha y fructifera colaboración que, desde hace muchos años, hay entre la Organización de las Naciones Unidas y el CICR, tanto en el ámbito del derecho humanitario como en el de los derechos humanos.

La especial significación de los emblemas de la cruz roja y de la media luna roja, reconocidos internacionalmente corao símbolos de protección y de neutralidad en los conflictos armados, desaparecerá si emblemas o signos parecidos a éstos se utilizan de manera indiscriminada o con fines de difusión en tiempo de paz. En Estados como el Reino Unido, donde prácticamente no ha habido ningún conflicto armado en los últimos 40 años, el emblema de la cruz roja se ha ido gradualmente identificando con los primeros auxilios y con la asistencia médica o la sanidad en general, olvidándose o desconociéndose a menudo su única y principal significación durante los conflictos armados. Por ello, es especialmente importante que las Sociedades Nacionales de dichos Estados ayuden a las autoridades a supervisar usos no autorizados o indebidos de los emblemas; el cometido de las Sociedades Nacionales a este respecto se reconoció el año 1986 en los Estatutos del Movimiento (artículo 3 (2)).

Dos mil años antes de que Grocio, Rachel o Ayala hicieran un Uamamiento en Europa en favor del humanitarismo, los antiguos indios tenían ya un conjunto de normas para regir las relaciones entre los Estados del subcontinente en caso de conflicto armado. Según el profesor A. L. Basham:

… en ninguna otra parte del antiguo mundo hubo relaciones tan justas y humanas entre los hombres y entre el hombre y el Estado… Ningún otro legislador de la antigüedad proclamó esos nobles ideales de conducción justa de la batalla como lo hizo Manú. En toda su historia de guerra la India hindú tiene pocos casos de habitantes de una ciudad pasados a cuchillo o de matanza de no combatientes. El horrible sadismo de los reyes de Asiria, que desollaban vivos a sus prisioneros no tiene paralelo alguno en la antigua India. No hay duda de que tuvieron lugar esporádicos ados de crueldad y de opresión; pero, en comparación con la situación en otras culturas, eran leves. A nuestro parecer, la característica más notable de la antigua civilización india es su humanidad.

En un acto sobrio y digno, organizado por el Departamento Federal de Asuntos Exteriores, en estrecha colaboración con el Comité International de la Cruz Roja y la Cruz Roja Suiza, la Confederación Suiza, Estado depositario de los Convenios de Ginebra, celebró, el 22 de agosto de 1989, en Berna, el 125.° Aniversario del Convenio de Ginebra del 22 de agosto de 1864 para el mejoramiento de la suerte de los militares heridos en los ejércitos en campaña; asistieron representantes de los países signatarios de los Convenios de Ginebra y de las autoridades federales y cantonales, así como miembros del CICR, de la Liga de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja y de Sociedades Nacionales de la Cruz Roja.

Los señores Jean-Pascal Delamuraz, presidente de la Confederación Suiza, Cornelio Sommaruga, presidente del CICR, y Karl Kennel, presidente de la Cruz Roja Suiza, hicieron uso de la palabra para poner de relieve la importancia y la actualidad del derecho international humanitario.

Con motivo del 125° aniversario de su fundación, el 4 de febrero de 1864, la Cruz Roja de Bélgica hizo un balance de sus actividades y examinó las perspectivas futuras en los diversos ámbitos donde actúa la Cruz Roja.

Así pues, la Comunidad de Lengua Francesa de la Cruz Roja de Bélgica celebró del 15 al 22 de abril de 1989, unas jornadas sobre temas específicos, a las que fueron invitados voluntarios y dirigentes del Movimiento, así como numerosas personalidades y asociaciones ajenas al mismo.

El día dedicado a las cuestiones fundamentales de la doctrina, del derecho y de la imagen de la Cruz Roja dio lugar a reflexiones de alto nivel.

La Revista International de la Cruz Roja se complace particularmente en reproducir a continuación, las consideraciones expuestas por elseñor André Andries, premier avocat général del Tribunal Militar de Bruselas y presidente de la Comisión de Difusión del Derecho Humanitario de la Cruz Roja de Bélgica (Comunidad de Lengua Francesa), sobre los desafíos internacionales del derecho humanitario.

A primera vista, no hay relación entre la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano y el Convenio de Ginebra de 1864 para el mejoramiento de la suerte de los milit, ares heridos en los ejércitos en campaña. Aqué11a es la base de los derechos humanos tal como los conocemos actualmente y éste es el tratado en el que comienza el derecho international humanitario.

Cuando, el mes de agosto del año en curso, no sólo Francia sino el mundo entero celebre el 200º aniversario de esta Carta de los derechos humanos, los Estados signatarios de los Convenios de Ginebra, así como las 148 Sociedades Nacionales de la Cruz Roja o de la Media Luna Roja, recordarán que fue también el mes de agosto cuando se firmó, hace 125 años, el Primer Convenio de Ginebra y que los hoy en vigor tienen cuarenta años. Más allá de la coincidencia de los meses, ¿se puede determinar una filiación entre estos acontecimientos?

Con motivo del Dia Mundial de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, el 8 de mayo de 1989, las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja pidieron a los respectivos Gobiernos que realizaran un Gesto Humanitario particular para proteger la vida y aliviar el sufrimiento, y dar asi fe de su apoyo a los Principios Fundamentales del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (véase Revista Internacional de la Cruz Roja, nº 92, marzo-abril de 1989, p. 162).

A este respecto, la Revista publica a continuación el texto del mensaje conjunto de la Liga de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja y del Comité Internacional de la Cruz Roja

Además, el 8 de mayo, el señor Cornelio Sommaruga, presidente del CICR, y el señor Mario Villarroel, presidente de la Liga, tuvieron ocasión, en el transcurso de una conferencia de prensa, de reiterar dicho llamamiento a los Gobiernos y de subrayar el significado de este Día Mundial. Seguidamente, también se publica el texto de referenda sobre el Gesto Humanitario.

Tenemos el honor de comunicarles el reconocimiento oficial de la Sociedad de la Cruz Roja de Dominica por el Comité Internacional de la Cruz Roja. Con este reconocimiento, que surte efectos a partir del 15 de marzo de 1989, asciende a 148 el número de Sociedades Nacionales miembros del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.

La Sociedad solicitó oficialmente, el 13 de diciembre de 1988, su reconocimiento por el Comité Internacional de la Cruz Roja. Para apoyar su solicitud presentó varios documentos, entre los cuales figura un informe acerca de sus actividades, el texto de sus Estatutos, así como un ejemplar del decreto gubernamental nº 5/83, aprobado por la Asamblea Nacional el 7 de marzo de 1983, firmado por el presidente de la República el 25 de marzo de 1983 y publicado en el periódico oficial el 7 de abril de 1983, por el que se certifica que la Cruz Roja de Dominica ha sido reconocida por el Gobierno como sociedad de socorros voluntaria, auxiliar de los poderes públicos, de conformidad con las disposiciones del I Convenio de Ginebra de 1949.

Los miembros de las fuerzas armadas de una Parte en conflicto son combatientes, con excepción del personal sanitario y religioso y del personal militar de la protección civil (Reglamento de La Hay a, art. 1 y 3; P. I, art. 43, 67), y sólo los miembros de las fuerzas armadas son combatientes.

Los combatientes tienen derecho a participar directamente en las hostilidades (P. I, art. 43), es decir, a realizar actos de guerra que por su naturaleza o su finalidad están dirigidos directamente contra los combatientes o los otros objetivos militares de las fuerzas armadas adversas.

Todo combatiente que caiga en poder de una Parte adversa es prisionero de guerra (C. Ill, art. 4; P. I, art. 44).

Del 30 de mayo al 7 de junio de 1989, el presidente del CICR, señor Cornelio Sommaruga, efectuó una visita a Colombia y Perú. En ambos países, mantuvo conversaciones con el jefe del Estado y principales ministros sobre diversas cuestiones humanitarias.

En Colombia, el señor Sommaruga, acompañado por el presidente de la Cruz Roja Colombiana, fue recibido por el presidente de la República y el ministro de Relaciones Exteriores y se entrevistó asimismo con el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas colombianas. Durante esas entrevistas, el presidente del CICR agradeció al Gobierno colombiano que, durante los últimos veinte años, el CICR haya podido visitar a los detenidos de seguridad en las prisiones dependientes del Ministerio de Justicia. Alentó, además, a las autoridades colombianas a ratificar los Protocolos adicionales e indicó que el CICR y la Cruz Roja Colombiana estaban dispuestos a desarrollar programas destinados a dar mejor a conocer las normas esenciales del derecho international humanitario, especialmente en las fuerzas armadas y la policia.

El Comité International de la Cruz Roja eligió, en su última Asamblea ordinaria de los días 4 y 5 de octubre de 1989, a dos nuevos miembros del Comite y designó al director de Actividades Operacionales interino del CICR.

Los dos nuevos miembros del Comité son los señores Max Daetwyler y Marco Mumenthaler. Con el nombramiento de estas dos personalidades, la Asamblea del CICR, que está exclusivamente integrada por suizos, tiene ahora 25 miembros.

• El señor Max Daetwyler, licenciado en Ciencias Económicas y Sociales por la Universidad de Ginebra, nació en 1928, es oriundo de Unterentfelden (AG) y está domiciliado en Ginebra. Hizo sus estudios en Zurich, Ginebra, y los Estados Unidos. Ha desplegado actividades profesionales en Japón, Pakistán y Zaire; es «Scholar in Residence» en el International Management Institute (IMI) en Ginebra. Mantiene con el IMI estrechas relaciones, encargándose de la dirección de seminarios para miembros de consejos de administración.

El señor Jean-Pascal Delamuraz, presidente de la Confederación Suiza visitó, el 21 de agosto de 1989, el Comité International de la Cruz Roja (CICR), en cuya sede fue recibido por el señor Cornelio Sommaruga, presidente del CICR, por miembros del Comité y por otros directivos de la Institución, así como por el secretario general de la Liga, señor Pär Stenbäck. Acompañaba al presidente de la Confederación su señora esposa, para quien se organizó una visita a la Agencia Central de Búsquedas.

En su discurso de bienvenida, el señor Cornelio Sommaruga recordó, en visperas del 125.° Aniversario del Primer Convenio de Ginebra, la notable identidad de puntos de vista de las autoridades federates y del CICR. La Confederación Suiza, Estado depositario de los Convenios de Ginebra, ha permitido por diversas razones, a la Institución cumplir su cometido en el piano universal. El presidente del CICR destacó, sin embargo, que los principios de independencia y de neutralidad son indispensables para la ejecución de esta acción humanitaria.

En el principio…

La paz era parte de la visión de Henry Dunant cuando, tras haber visto los sufrimientos y las miserias humanas en el campo de batalla de Solferino, tuvo la inspiración de crear una organización humanitaria que habría de ayudar a todos los afectados por la guerra. Su objetivo último era no simplemente aliviar los sufrimientos causados por la guerra, sino infundir en el género humano un espíritu de paz. Estaba convencido de que, si infundimos ideas humanitarias y alumbramos en cada uno horror por la venganza, el odio y la destrucción, contrarrestaremos el terrible azote de la guerra y, tal vez, la prevengamos por completo.

La búsqueda de la paz ha sido una de las tareas primordiales del Movimiento de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja desde sus comienzos; tiene otras muchas metas, pero éstas son medios para intentar difundir el espíritu de paz.