Se llevó a cabo un estudio de seguimiento clínico y psicosocial de una cohorte de 85 pacientes afectados por trastorno de angustia (TA) con o sin agorafobia una media de 40 meses después de la observación inicial y después de una duración media de la enfermedad de 8 años.

Ochenta y cinco de los 130 pacientes afectados por TA con o sin agorafobia según los criterios del DSM-III-R, examinados entre 1990 y 1995 en una clínica ambulatoria, fueron examinados de nuevo en 1997/1998 utilizando la misma evaluación clínica estandarizada realizada en la admisión. Los pacientes recibieron también una entrevista diagnóstica estructurada (Mini Entrevista Neuropsiquiátrica Internacional, MINI) y una evaluación psicosocial (Escala de Discapacidad de Sheehan, DISS; Escala de Satisfacción con los Dominios Vitales de Baker e Intagliata, SLDS).

En el seguimiento, el porcentaje de pacientes que había mejorado o estaba en remisión era considerablemente más alto entre aquellos a los que se diagnosticó inicialmente con TA en relación con los diagnosticados con trastorno de angustia con agorafobia (TAA): El 38% de los pacientes con TA y el 20% de los pacientes con TAA estaban en remisión clínica. Se encontraron síntomas de angustia y evitación fóbica leves en la mayoría de los pacientes que tenían síntomas todavía (71 y 57%, respectivamente). El 60% aproximadamente de los pacientes comunicó una dificultad significativa en la realización de las actividades diarias y el 40% expresó insatisfacción en un 50% al menos de los dominios vitales considerados. El 72% de los sujetos examinados recibía todavía tratamiento farmacológico en el momento del seguimiento.

Los hallazgos del estudio son sugestivos de una enfermedad crónica con un efecto significativo en la calidad de vida cotidiana de los pacientes.

El propósito de este estudio era evaluar las dimensiones del temperamento definidas por el modelo neurobiológico de Cloninger utilizando el Cuestionario Tridimensional de la Personalidad (TPQ) en una muestra de pacientes esquizofrénicos seleccionados consecutivamente.

Utilizamos la versión francesa del TPQ para comparar a 45 pacientes esquizofrénicos estables eutímicos con 126 controles sin antecedentes personales o familiares de trastorno psiquiátrico. Después de la comparación de las puntuaciones del TPQ entre los grupos, realizamos también un análisis multivariable para evitar los efectos de confusión de la edad, el género y la comorbilidad del trastorno por uso de alcohol y sustancias.

La evitación del daño (ED) era más alta en los pacientes esquizofrénicos que en los controles.

Esto replica y extiende los resultados de estudios anteriores que indican que los pacientes esquizofrénicos tienen ED alta y que la ED podría ser un marcador para la vulnerabilidad genética subyacente a la esquizofrenia.

El propósito de este estudio era evaluar la evolución de las afecciones comórbidas del trastorno de angustia después de 1 año de tratamiento, poniendo de relieve la detección de los síntomas residuales y su relación con otras variables clínicas.

Se evaluó a los sujetos (n = 64) por la Entrevista Clínica Estructurada para el DSM-III-R y el Cuestionario de Personalidad de Eysenck. La comorbilidad con otros trastornos, las puntuaciones en la Escala de Ansiedad de Hamilton (HRSA) y la Escala de Depresión de Hamilton (HRSD) se evaluaron en la línea de base y después de 12 meses. Se definieron criterios para la ansiedad/los síntomas somáticos residuales.

La reducción en las tasas de trastorno de ansiedad generalizada explicaba una disminución significativa en la comorbilidad en el seguimiento anual con respecto a la evaluación de línea de base. Cuando los síntomas más intensos del trastorno habían remitido, un tercio de los pacientes refería síntomas físicos, con cierta preocupación por un estado fluctuante de ansiedad. Los síntomas mencionados no eran una recurrencia del trastorno de angustia ni daban cuenta de otros trastornos de ansiedad o somatomorfos. Las puntuaciones más bajas en extraversión predicen un riesgo más alto de síntomas residuales.

La persistencia de los síntomas residuales de ansiedad/somáticos en un tercio de los pacientes que aparentemente lograron una buena respuesta al tratamiento de trastorno de angustia podría caracterizar una forma menor de persistencia crónica de esta afección.

El subgrupo de pacientes con síntomas residuales no sería detectable por los estudios de seguimiento, que se centran en la evaluación de la recaída del trastorno de angustia por medio de criterios diagnósticos definidos estrictamente.