La Conferencia Diplomática sobre la reafirmación y el desarrollo del derecho internacional humanitario aplicable en los conflictos armados ha reanudado sus trabajos en Ginebra el 21 de abril de 1976, bajo la presidencia del Sr. Pierre Graber, Consejero Federal, Jefe del Departamento Político Federal.

Este tercer período de sesiones es la continuación de los períodos de sesiones primero y segundo, que se celebraron también en Ginebra del 20 de febrero al 29 de marzo de 1974, y del 3 de febrero al 18 de abril de 1975, respectivamente.

Al abrir la 31a sesión plenaria, el Presidente saludó a los delegados de los Estados participantes en la Conferencia. Después de señalar que la mitad de los artículos de los proyectos de Protocolos adicionales a los Convenios de Ginebra de 1949 ya han sido aprobados por las Comisiones, el Sr. Graber precisó que todavía quedan por resolver difíciles problemas, por lo que hizo un llamamiento para que se dé muestras de una voluntad de cooperación semejante a la que animó los trabajos del segundo período de sesiones.

El artículo que se va a leer a continuación rinde homenaje al jurista eminente cuyo nombre permanece indisolublemente unido al nacimiento y al desarrollo de la Cruz Roja. ¿Sería necesario recordar que Moynier asumióla presidencia del CICR de 1864 a 1910 ? Agradecemos vivamente al Instituto de Derecho Internacional que nos haya autorizado para reproducir este texto ¹ (Red.).

En una época de rápida evolutión, cuando los problemas y los valores son objeto de continua revisión, se reveló necesario, hace algunos años, el análisis de las cuestiones relativas al lugar que ha de ocupar la Cruz Roja en el mundo contemporáneo, y de sufuturo cometido. El CICR y la Liga, en cooperatión con las Sociedades nacionales, decidieron, el año 1972, echar una mirada sobre el porvenir estudiando, bajo diferentes luces, la situatión de la Cruz Roja. Para ello, se formó un Comité conjunto para la reevaluación del cometido de la Cruz Roja; después, el director del llamado « Gran Estudio », señor Donald D. Tansley, secundado por varios colaboradores y con el apoyo de los servicios concernidos del CICR, de la Liga y de las Sociedades nacionales, comenzó su trabajo en 1973.

En el número de agosto de 1957 de la Revista International de la Cruz Roja apareció un estudio dedicado a las reservas relativas a los Convenios de Ginebra de 1949 para la protección de las víctimas de la guerra. En aquella época, el número de Estados obligados por los Convenios de Ginebra ascendía a 66, y 18 de ellos habían acompañado de reservas su participación. En 1965, apareció un estudio suplementario sobre la misma materia en el número del mes de julio de la misma Revista. En dicha fecha, el número de Estados obligados por los Convenios de Ginebra de 1949 había aumentado a 106, y 20 de ellos habían formulado reservas.

El 29 de setiembre de 1976 tuvo lugar, en la sede del CICR, el acto de inauguratión de una piedra conmemorativa en honor del centenario del nacimiento de la noble personalidad que fue Eglantyne Jebb. Dirigentes dela Unión International de Protectión de la Infancia y del CICR, así como colaboradores de las dos instituciones, representantes de las autoridades suizas y ginebrinas y de diversas organizaciones internacionales estaban presentes en esta manifestatión durante la cual se pronunciaron discursos. Varios miembros de la familia de Eglantyne Jebb asistieron también al acto.

Nos es muy grata publicar este estudio, en el que la señora Diallo nos da a conocer trabajos de investigación emprendidos para intentar deducir las correlaciones existentes entre los principios del derecho internacional humanitario y los principios de humanidad que sirven de telón de fondo a la tradición africana. Ya en números anteriores de la Revista Internacional nos habían recordado varios autores que, desde hace mucho tiempo, en los países islámicos, en la India, en Extremo Oriente, en los sucesivos sistemas morales y en las diversas civilizaciones, hallamos expresadas ideas semejantes a las de la Cruz Roja, que, por consiguiente, se puede considerar que emanan de una aspiración implícitamente existente en la mayoría de los pueblos. En estas condiciones, resulta tanto más oportuno poner en claw ciertas concordancias y comprobar que, en lugares diferentes, hay unidad de ideas y de preceptos sobre la vida moral y social.

La señora Diallo se traslado recientemente a África, a instancias del CICR, para el cual redactó un informe que nos es grato publicar a título informativo, pues se sabe el interés que tiene, para la Cruz Roja, demostrar que la idea profunda en que se inspira, esa idea del respeto a la persona humana y de la ayuda desinteresada a quien sufra, es parte integrante de un patrimonio universal.

Nuestra misión se proponía buscar en la traditión africana las semejanzas y las divergencias que puede haber entre el humanismo africano y los principios fundamentals del derecho humanitario enunciados en los Convenios de Ginebra.

El tercer período de sesiones de la Conferencia Diplomática sobre la reafirmación y el desarrollo del derecho internacional humanitario aplicable en los conflictos armados se celebró en el « Centre international de Conférences »en Ginebra, del 21 de abril al 11 de junio de 1976, presidido por el señor Pierre Graber, consejero federal, jefe del Departamento Político Federal.

Dado que el español es un idioma del movimiento de la Cruz Roja y, por haber recibido de España y de América Latina numerosas solicitudes en este sentido, el CICR ha decidido sustituir el suplemento por una revista, de la cual éste es el primer número, que seguirá apareciendo mensualmente.

Portugal formuló, en el acto de firma, una reserva respecto de este artículo y del artículo 13 del Convenio, « heridos y enfermos », que no se mantuvo en el de ratificación. He aquí su texto:

El Gobierno portugués formula una reserva a la aplicación de estos artículos en todos aquellos casos en que el Gobierno legítimo haya solicitado y aceptado ya el armisticio o la suspensión de las operaciones militares de cualquier especie que sean, incluso si las fuerzas armadas en campaña no han capitulado todavía.

El artículo 4 determina cuáles son las personas que, cuando caen en poder del enemigo, deben ser consideradas como prisioneros de guerra, y el artículo 13 prescribe a qué personas se debe aplicar el Convenio « heridos y enfermos ».

El Instituto Henry-Dunant acaba de publicar en lengua francesa, en su « Colección Científica », con el título « Guérilla et droit humanitaire », un libro de Michel Veuthey, colaborador del CICR, que desde 1967 participa en la labor de reafirmación y desarrollo del derecho humanitario 1. El señor J. Pictet, vicepresidente del CICR, profesor adjunto de la Universidad de Ginebra y director del Instituto Henry-Dunant, hace la presentación de este libro con el siguiente prefacio2:

El informe sobre la reevaluación del cometido de la Cruz Roja ha puesto de relieve un hecho que hasta ahora se había silenciado: no hay textos en los que se especifiquen los objetivos de la Cruz Roja en su conjunto. He ahí una deficiencia importante que se explica, no obstante, con bastante facilidad si se tiene en cuenta la historia de la institucioacute;n.

Durante todo el mes de julio y principios de agosto, el CICR, profundamente preocupado por la suerte de los heridos del campamento palestino de Tal al Zaatar en Beirut, sitiado desde fines de junio, continuó susgestiones a fin de lograr un acuerdo que permitiera evacuar a los heridos, y en el que intervendrían todas las partes implicadas.

La Cruz Roja está presente, en muy diversas circunstancias, allí donde se requiere su ayuda, cuando seres humanos sufren y necesitan asistencia. Aunque hay una desproporción entre las tareas humanitarias que deberían ser atendidas en el mundo actual y los escasos medios de que se dispone para cumplirlas, ni siquiera esta desproporción debe desalentarnos. Porque, tanto en tiempo de guerra como en tiempo de paz, bajo el signo de la cruz roja, de la media luna roja y del león y sol rojos, los miembros de las Sociedades nacionales y de las instituciones internacionales actúan, y lo hacen en campos de acción cada vez más amplios. Presentes al principio en los frentes, he aquí que ahora avanzan en nuevas direcciones, como la defensa del medio ambiente o la ayuda a las personas de edad.

Fridjof Nansen era digno émulo de Henry Dunant cuando, ante los tibios, que le invitaban a descender al sentido de las realidades, profirió estas magníficas palabras: «¡ Eso es imposible, pues nosotros lo haremos!» — Más que cualquier otra, una obra humanitaria, nacida de un impulso de imaginación, no puede continuar viva más que a fuerza de imaginación.

La Revista International publicó, en sus números anteriores, informaciones referentes al hospital de campaña instalado por el CICR en Beirut. El artículo que a continuación reproducimos está fechado enjulio de 1976 y refleja las tareas realizadas, en dramáticaS condiciones, por esos hombres y mujeres que se esfuerzan, bajo la insignia de la Cruz Roja, por socorrer a las víctimas.

El edificio, completamente bianco, deslumbrante al sol. Con su inmensa cruz roja, violenta, contra la muralla. Un vehículo que Uega en tromba, con todas sus sirenas aullando. Un viejo autobús de color indefinible, cubierto de inscripciones en árabe. Uno de sus costados está completamente perforado de agujeros redondos, regulares. Impactos de ametralladora, sin duda. Rechinar de frenos.

Comenzó en el Centro de Congresos de Lugano, el 28 de enero de 1976, la segunda reunión de la Conferencia de expertos gubernamentales sobre el empleo de ciertas armas convencionales. Recordemos que la primer a reunión se celebró en Lucerna el año 1974, y que realizó un considerable trabajo. Pero, a causa de la complejidad de los problemas suscitados por ciertas sugerencias y propuestas, de la reconocida necesidad de examinar deteni damente todos los datos disponibles y de proseguir las deliberaciones que deberí;an permitir el logro de un amplio acuerdo sobre eventuates prohibiciones o limitaciones de empleo, los expertos consideraron oportuno que el CICR convocase una segunda Conferencia de expertos gubernamentales sobre las armas.

En agosto de 1972, la Revista Internacional publicó un resumen de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el medio ambiente, llamando asíla atención de sus lectores sobre una cuestión de importancia capital para nuestra época; cuestión que se concretizó en la Declaración aprobada en Estocolmo en junio de 1972, y que refrenda, en siete párrafos, la solidaridad de los hombres para la salvaguardia del planeta. Contiene dicha Declaración un preámbulo y una serie de principios, respecto de los cuales la Conferencia expresó, entre otras entre otras cosas, su convicción de que

El hombre tiene un derecho fundamental a la libertad, a la igualdad y a condiciones de vida satisfactorias, en un medio ambiente cuya calidad le permita vivir en condiciones de dignidad y de bienestar. Tiene el solemne deber de proteger y mejorar el medio ambiente para las generaciones futuras.

Finalizadas las operaciones de evacuación de Tall-al-Zaatar, la delegación del CICR en Líbano ha proseguido su acción de protección y de asistencia en favor de los heridos y de los enfermos, de las personas desplazadas, de las minorías aisladas en un entorno hostil, de los prisioneros; pero centró, sobre todo, sus actividades en la estructuración de las redes de asistencia médica y material para poderse enfrentar con cualquier agravación de la situación.

Con la 33ª sesión plenaria presidida por el Consejero Federal, Sr. Pierre Graber, Jefe del Departamento Político Federal, ha concluido en Ginebra, el 11 de junio de 1976, el tercer período de sesiones de la Conferencia Diplomática sobre la Reafirmación y el Desarrollo del Derecho Internacional Humanitario Aplicable en los Conflictos Armados. Sabemos que dicha Conferencia había emprendido nuevamente sus trabajos el 21 de abril.