El trabajo explora cuán estables fueron las estrategias humanas una vez que las poblaciones indígenas del centro-occidente argentino incorporaron cultígenos. Asimismo, evalúa si una vez incorporado el consumo de plantas domésticas, las estrategias fueron, o no, progresivamente apoyándose más sobre la producción y consumo de las mismas. El estudio compara tres sitios con restos humanos (Jaime Prats-1, Rincón del Atuel-1 y Cañada Seca-1) localizados entre sí a una distancia máxima de 40 km y en un valle considerado como el límite sur de la agricultura andina prehispánica. Estos sitios, que presentan una continuidad temporal, abarcan desde ca. 1900 (300 años posterior al registro inicial de las plantas domésticas en la región) a ca. 1400 años aP. Se comparan datos de isótopos estables (13C, 15N, 18O), morfometría craneal, mandibular y dental, junto a información contextual arqueológica. El sitio más antiguo, Jaime Prats-1, muestra semejanzas isotópicas y morfológicas con Cañada Seca-1, el más reciente, a pesar de no ser continuos en el tiempo. Ambos se diferencian de Rincón del Atuel-1, que temporalmente se intercala entre los dos. Los resultados señalan una mayor importancia del maíz en Rincón del Atuel-1, junto a una menor movilidad residencial, aunque en ninguno de los casos este recurso habría contribuido más del 30% a la dieta. Los sistemas humanos que ocuparon la frontera agrícola en estos primeros 500 años de uso de plantas domésticas muestran una alta variabilidad en su organización, sin cruzar umbrales que impidan retornar a sistemas de baja producción.