Recibir a Vuestra Santidad en la sede de nuestro Comité es no solamente un honor y un privilegio, sino también, sobre todo, un gran alivio, pues se trata de una oportunidad ñnica para acoger al jefe de un Estado fundado en una fuerza espiritual, por oposición a la fuerza militar.

Así, en este mundo con demasiada frecuencia regido por el juego de las armas, Vuestra Santidad personifica, como Soberano Pontífice de la Iglesia católica romana, esa espiritualidad sin la cual ninguna empresa puede calificarse de verdaderamente humana.

Tambiùn es una fuerza moral el fundamento de la Cruz Roja, que, lo mismo que las iglesias, evoluciona inerme, en nuestro tan despiadado mundo, y Vuestra Santidad sabe los riesgos que esto conlleva… Nosotros lo comprobamos todos los días: sólo la elevación de los espíritus, el mantenimiento de los valores, la constante vigilancia nos permitirán vivir plenamente y transmitir al mundo el mensaje de Vuestra Santidad y el nuestro.

Al lado de las aspiraciones a la paz universal, esfuerzos para limitar los efectos de la guerra han tenido lugar en todo tiempo y en todas las grandes civilizaciones. Pero tales esfuerzos se han concretado, ante todo, mediante el enunciado de preceptos religiosos o morales y, si se han concertado algunos tratados, han tenido limitado alcance.

Por consiguiente, es erróneo pretender que el Convenio de Ginebra del 22 de agosto de 1864 es la primera manifestación de una voluntad de fijar límites humanitarios a la conducción de la guerra, pero es exacto considerarlo como el punto de partida del derecho internacional humanitario moderno, caracterizado por la elaboración de convenios abiertos a todos los Estados y de principios tendentes a la universalidad.

Entre 1864 y 1980, fue considerable la evolutión del derecho internacional humanitario, en dos direcciones: la protección de categorías cada vez mas numerosas de víctimas de los conflictos armados, por una parte, la restrictión en la libertad de elegir medios para dañar al enemigo, por otra parte. Es esencialmente la evolutión de las reglas que persiguen el segundo objetivo la que estudiaremos en el presente artículo.

Antes de celebrarse el acto de apertura propiamente dicha de la Conferencia Internacional de la Cruz Roja, la Asamblea General de la Liga y el Consejo de Delegados celebraron también en Manila, del 2 al 6 de noviembre, sus reuniones estatutarias.

Los conflictos armados internos internacionalizados son una frecuente characterística de las últimas décadas. En muchas guerras civiles, han intervenido con sus ejércitos, en favor de una u otra Parte, Estados extranjeros, que han tratado de influir en el desenlace del conflicto. Varias son las causas que han motivado esa tendencia. Una de ellas es la creciente interdependencia de los Estados, lo que supone que cada guerra civil afecta a otros Estados y que, a la inversa, la actitud de otros Estados puede incidir, aunque no intervengan, en el desenlace de una guerra civil. Otra de las razones puede ser la sima ideológica mundial que divide a las naciones entre sí, lo que origina una mutua intervención parcial en conflictos internos e internacionales. Cabe mencionar, entre las demás causas, la existencia de bloques militares y de agrupaciones zonales interesados en prevenir el derrocamiento de regímenes dentro de un bloque y tendentes a fomentar trastornos en otros bloques. Otro factor que se debe tener en cuanta es la prohibición de recurrir a la fuerza en las relaciones internacionales.

Este artículo de H. G. Beckh, el tercero de la serie «Las reagrupaciones de familiar es en Europa durante y tras la Segunda Guerra Mundial», nos lo entregó su autor el 23 de abril de 1981; no había terminado toda la reseña; su autor falleció unos días después.

H. G. Beckh fue muchos años delegado del CICR y, como tal, mantuvo siempre gran discreción, aunque prestó durante unos 30 años, activos e importantes servicios en las negociaciones y en la organización de reagrupaciones de familiares en Europa. Era la única persona que conocía algunos hechos, acerca de los cuales informa. Por estas razones, la Revista Internacional decidió publicar, aunque algunos puntos requerirían mayor aclaración, este artículo de H. G. Beckh.

El II Convenio de Ginebra par aliviar la suerte que corren los heridos, los enfermos y los náufragos de las fuerzas armadas en el mar, del 12 de agosto de 1949, recibió, el año 1982, su bautismo de fuego durante el conflicto del Atlántico Sur. El autor del presente artÍculo integró la delegatión del CICR durante el conflicto. Este artÍculo es, en gran parte, fruto de esa experiencia y de las reflexiones que suscitó.

Bela Kun instauró, el 21 de marzo de 1919, la dictadura del proletariado en la parte de Hungría que ni los rumanos, ni lo serbios, ni los checos ocupaban, es decir sobre todo en Budapest. El señor Haccius, delegado del CICR, acababa de llegar entonces a esa ciudad para ocuparse allí de la asistencia a los extranjeros y a la población civil, pero sobre todo de la repatriación de los prisioneros de guerra rusos. La actividad que desplegó este delegado, en tales circunstancias revolucionarias imprevistas, puede considerarse como la primera acción del CICR con respecto a los detenidos puramente «políticos» (de hecho, se puede apenas hablar de disturbios interiores, porque el golpe de Estado comunista no encontró sino poca resistencia y se llevó a cabo casi sin derramamiento de sangre). Esta vez, no se trataba, como en Rusia, de incluir, a veces, a nacionales en una ayuda prevista para los extranjeros, pues las dos catagorías estaban físicamente mezcladas, sino más bien de una decisión deliberada de innovar en interés de las víctimas que el CICR era el único en poder ayudar.

En las primeras horas de la tarde, fuimos recibidos por las autoridades japonesas en lo que quedaba del edificio donde se encontraba la comisarÍa de policÍa. Se nos ofreció un almuerzo frugal: cada invitado recibió una caja de conservas japonesas que contenÍa algas marinas, carne y judÍas, y una segunda caja de conservas de mandarinas. Un trozo de pan negro, con un gusto difÍcil de definir, completaba la comida; como bebida, agua. Este menú evidencia hasta qué punto los japoneses estaban ellos mismos privados de abastecimiento.

Cuando comienza la XXIV Conferencia Internacional de la Cruz Roja, me cabe el honor, como presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja, de expresar toda la gratitud del CICR a la Cruz Roja de Filipinas que, con la ayuda del Gobierno de este país, preparó, organizó y ha acogido, en este entorno maravilloso, las sesiones del Movimiento de la Cruz Roja. Asocio también en este homenaje al pueblo filipino cuya fama de hospitalidad se confirma hoy de modo palmario.

Hay generalmente en la Cruz Roja, en cuanto a la aplicación, por las Sociedades nacionales, de las resoluciones que toman las Conferencias Internacionales de la Cruz Roja, dos ideas principales:

1. Las resoluciones no son obligatorias;

2. Las Sociedades nacionales aplican voluntaria y satisfactoriamente las resoluciones.

La finalidad de este estudio es examinar la exactitud de estas dos ideas principales.

En general, no son obligatorias las resoluciones tomadas por organizaciones internacionales intergubernamentales; sólo puede variar esa situación cuando las Partes deciden de manera diferente. Este principio fundamental es unánimemente reconocido.

Agradezco muchísimo las palabras que acaba usted de pronunciar acerca de la acción de la Santa Sede y de mis propios esfuerzos. Y he prestado mucha atención a todo lo que usted ha dicho de mi país natal, de El Salvador, de Oriente Medio, de la paz en general, porque son situaciones que interesan particularmente a los católicos, a quienes yo represento, situaciones que tengo muy presentes en mi oración.

Me es muy grato saludar, en la sede misma del Comití Internacional de la Cruz Roja, a los representantes calificados de una organización a la cual tanto debe la humanidad. Desde su fundación por Henry Dunant, hace poco mas de un siglo, esta Institución, que germinó en el corazón de unos pocos ciudadanos suizos generosos, ha tenido en el mundo entero un eco del que conviene felicitarse.

Hiroshima, 6 de agosto de 1945: Comienza la edad atómica. Una ciudad japonesa de 400.000 almas queda destruida en pocos segundos. Se abre ma nueva etapa histórica.

¡ El efecto físico de la bomba atómica fue increíble, inesperado, rebasa toda imaginación ! ¡ El efecto moral fue catastrófico !

Los militares japoneses fueron impotentes para ocultar las noticias. A las pocas horas, a los pocos días, los supervivientes de la catástrofe contaban en el país el relato fantástico de una bomba incandescente, lanzada desde el cielo por los estadounidenses, que quemó todo a su paso.

Tres días más tarde, el 9 de agosto, en Nagasaki, se confirmó la potencia despiadada de esta nueva arma y los sabios japoneses descubrieron su principio. El Emperador convocó a sus jefes militares y les dijo que la capitulación era inevitable.

La evolución tecnológica por lo que atañe a los armamentos origina, desde que terminó la Segunda Guerra Mundial, armas cada vez más perfeccionadas. Las más peligrosas para los medios de transporte aéreos protegidos por los Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949 son los misiles teleguiados con ojiva buscadora, cuyo radio de acción es superior al alcance visual de los signos protectores reconocidos en dichos Convenios y enarbolados en las aeronaves sanitarias. El alcance visual del signo es a muy inferior a una distancia de 1.000 metros.

Por consiguiente, las armas modernas hacen que sean necesarios nuevos procedimientos de identificación para que los medios de transporte sanitarios —terrestres, marítimos y aéreos— sean respetados y protegidos, incluso fuera del campo visual de los signos protectores que llevan, y sean cuales fueren las armas de largo alcance utilizadas por las partes en conflicto

Tenemos el honor de comunicarles que el Comité Internacional de la Cruz Roja reconoció oficialmente a la Sociedad de la Cruz Roja de la República de Rwanda. Con este reconocimiento, que surte efectos a partir del 6 de octubre de 1982, se eleva a 130 el número de Sociedades miembros de la Cruz Roja Internacional.

La nueva Sociedad Nacional entregó su solicitud de reconocimiento, fechada el 13 de agosto de 1982, al Comité Internacional de la Cruz Roja, por mediación de un grupo de representantes del Comité Internacional y de la Liga de Sociedades de la Cruz Roja, que efectuó, del 9 al 17 de agosto de 1982, una misión en ese país. Comunicó, asimismo, una copia del decreto presidencial, del 29 de diciembre de 1964, por el cual se otorga personalidad civil a la Sociedad de la Cruz Roja Rwandesa y se la reconoce como Sociedad de socorros voluntaria, auxiliar de los poderes públicos, así como el texto de sus Estatutos y un informe acerca de sus actividades.

Como acabamos de ver, mientras que el CICR siempre lograba visitar, más o menos systemáticamente, a las personas detenidas por razón de los acontecimientos, en los casos de disturbios interiores entre 1958 y 1970, no ocurrió lo mismo en situaciones de tensiones internas, coloniales o raciales, en ese mismo período. Durante esos doce años, el CICR ofreció sus servicios en todas las situaciones de esa índole cuando sabía que se habían efectuado arrestos, es decir en siete casos. En cinco de ellos, sus delegados pudieron efectuar entre 5 y 64 visitas a prisiones en Rhodesia-Nyasalandia, en Zanzíbar y en Hong Kong, bajo autoridad británica, así cono en Rhodesia, tras la declaración unilateral de independencia y en la República de Sudáfrica.

Tenemos el honor de comunicarles el reconocimiento oficial por el Comité Internacional de la Cruz Roja de la Sociedad de la Media Luna Roja de la República Árabe del Yemen. Con este reconocimiento, que surte efectos a partir del 22 de abril de 1982, asciende a 129 el número de Sociedades nacionales miembros de la Cruz Roja International.

La nueva Sociedad remitió, el 19 de abril de 1982, al Comité Internacional, su solicitud de reconocimiento, fechada el 7 de abril de 1982. A un informe sobre sus actividades y al texto de sus estatutos adjuntó copias del decreto presidencial, del 16 de julio de 1970, referente a la fundación de la Sociedad, así como de la declaratiín ministerial, del 15 de abril de 1982, en que se certinca que el Gobierno reconoce a la Sociedad de la Media Luna Roja como Sociedad voluntaria de socorros, independiente, auxiliar de los poderes públicos y única Sociedad de la Media Luna Roja de la Repiiblica Arabe del Yemen.

Una Conferencia Internacional de la Cruz Roja es la ocasión ideal para un balance y una reflexión prospectiva; la cita cuatrienal de los Gobiernos y del Movimiento de la Cruz Roja (CICR, Sociedades nacionales y Liga), « la más alta autoridad deliberante de la Cruz Roja Internacional » refleja las preocupaciones de todo el Movimiento en una determinada fecha. En sus resoluciones se reseñan los principales ámbitos de actividad de la Cruz Roja y se indica la dirección que ésta deberá seguir en el futuro o, por lo menos, hasta la próxima Conferencia Internacional.

La Revolución de febrero de 1917 había desgarrado considerablemente a la Cruz Roja Rusa, los más de cuyos miembros dirigentes eran allegados de la familia imperial. Una de las primeras decisiones del Gobierno provisional fue purgar la direccion general, a mediados de marzo de 1917, en la epoca misma en que Nicolas II abdico imitado por su hermano Miguel. Siguio un periodo muy turbulento en el transcurso del cual «Soviets» de empleados de la Sociedad intentaron crear células en la Dirección; resultó para la Institución una indudable democratización, pero también una considerable desorganización. La Revolución de octubre aumentó la confusión, que fue agravándose hasta el 6 de enero de 1918, fecha en la que un decreto del Soviet de los comisarios del pueblo confiscó, en beneficio del Estado, todos los bienes de la Cruz Roja nacional, decretó la disolución de su Comité y nombró a un nuevo encargado de reorganizar la Sociedad.

La República de Austria depositó, el 13 de agosto de 1982, ante el Gobierno suizo, un instrumento ratificatorio de los Protocolos adicionales I y II a los Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949, relativos a la protección de las víctimas de los conflictos armados internacionales y no internacionales, aprobados el 8 de junio de 1977.

Los Protocolos, de conformidad con las respectivas disposiciones, entrarán en vigor, para la República de Austria, el 13 de febrero de 1983, es decir, seis meses después de haberse registrado el instrumento de ratificación.

En el instrumento de ratificación constan cinco reservas (relativas a los artículos 57, 58, 75, 85 y 86 del Protocolo I y por lo que respecta al artículo 6 del Protocolo II) así como una declaraciín según la cual, « de conformidad con el párrafo 2 del artículo 90 del Protocolo I, la República de Austria reconoce, con pleno derecho y sin acuerdo especial, con respecto a cualquier otra Alta Parte contratante que acepte la misma obligación, la competencia de la Comisión Internacional de Encuesta ».

Tenemos el honor de comunicarles que el Comité Internacional de la Cruz Roja reconoció oficialmente, el 15 de octubre de 1981, a la Sociedad de la Cruz Roja de Tonga.

Con este reconocimiento, que es una nueva etapa para la universalidad de la Cruz Roja, se eleva a 127 el número de Sociedades miembros de la Cruz Roja Internacional.

La nueva Sociedad nacional solicitó oficialmente, el 2 de abril de 1981, su reconocimiento por el Comité Internacional. En apoyo de su solicitud, comunicó un informe sobre sus actividades, el texto de sus Estatutos y una copia del «Tonga Red Cross Society Act, 1972» en el que se la reconoce como Sociedad asistencial voluntaria, auxiliar de los poderes públicos, en especial del servicio de Sanidad de las fuerzas armadas.